Hay recuerdos que se sienten demasiado vivos. No hace falta que sean grandes tragedias; a veces basta con una frase, una traición, una pérdida o una etapa complicada que marcó algo dentro de ti. Pasa que, sin querer, vuelves una y otra vez a ese momento. Lo recuerdas con detalle, se activa la misma emoción, el mismo miedo o la misma sensación en el cuerpo. Como si en lugar de recordarlo, lo revivieras.
Eso ocurre porque el cerebro, en situaciones de alto impacto emocional, puede no completar adecuadamente el procesamiento de la experiencia. Entonces, pareciera como si esa experiencia se quedara congelada en el tiempo, sin poder integrarse en la historia personal como algo que ocurrió, pero que ya terminó.
Y, claro, mientras ese recuerdo siga activo, el cuerpo y la mente lo interpretan como una amenaza presente. Por eso algunas personas repiten patrones, reaccionan con ansiedad o sienten que algo las detiene sin entender bien qué.
Hablemos, entonces, de cómo la terapia EMDR puede ayudar con eso.
El pasado puede paralizar el presente
Hay vivencias que se quedan grabadas, aunque uno intente seguir adelante. A veces no fueron grandes dramas, sino momentos que te marcaron más de lo que pensabas: una pérdida, una etapa de estrés, una relación difícil o incluso palabras que dolieron más de lo que parecían. Y, sin darte cuenta, vuelves una y otra vez a eso. Lo recuerdas, lo sientes en el cuerpo, te invade la misma emoción.
Sucede porque el cerebro no siempre logra procesar bien las experiencias intensas. Cuando pasas por algún accidente, una situación injusta, un episodio doloroso o una etapa donde simplemente no diste más y que te afectó de sobremanera, el sistema que se encarga de organizar lo vivido puede quedarse bloqueado. El recuerdo se congela, como si no pudiera pasar a ser “algo que ya fue”.
Mientras eso siga así, el cuerpo puede reaccionar como si la amenaza siguiera presente. Y, claro, eso se nota en la ansiedad, en el montón de pensamientos o en reacciones que parecen exageradas, pero en realidad tienen sentido: son señales de algo que aún no se resolvió.
Qué es la terapia EMDR y cómo puede ayudarte a vivir más presente
“EMDR” es un acrónimo en inglés que significa Desensibilización y Reprocesamiento a través de Movimientos Oculares. Fue creada por la psicóloga Francine Shapiro en los años 80 y, desde entonces, ha ayudado a millones de personas en todo el mundo.
A diferencia de otras terapias, EMDR no se basa solo en hablar. Aquí el foco está en cómo el cerebro procesa la información. Mientras trabajas con tu terapeuta, se utilizan movimientos oculares o pequeños golpecitos alternados, que ayudan a que ambos hemisferios del cerebro se activen y se comuniquen. Se cree que esta estimulación facilita que el cerebro procese la información de manera más adaptativa, aunque los mecanismos precisos aún se siguen estudiando.
Podría decirse que el cerebro hace lo que intenta hacer cada noche cuando sueñas, sobre todo en la fase REM, cuando los ojos se mueven rápidamente y procesas lo vivido. EMDR facilita ese mismo tipo de trabajo, pero de forma guiada y consciente.
La Organización Mundial de la Salud la reconoce desde 2013 como una terapia eficaz para el estrés postraumático, aunque hoy se usa para muchas cosas más: ansiedad, inseguridad, fobias, duelos, culpa, rupturas, autoexigencia o situaciones de la infancia que todavía pesan.
Cómo se vive una terapia EMDR
Cada proceso es distinto, pero el método sigue una estructura clara que ayuda a mantener todo en orden. Lo primero es una charla donde el terapeuta te conoce, entiende qué te preocupa y juntos eligen los recuerdos o situaciones que se van a trabajar.
Después viene una etapa de preparación. En esa fase te explican cómo funciona todo y se practican algunas herramientas para mantenerte estable durante las sesiones, como ejercicios de respiración o visualizaciones que te dan seguridad.
Luego se elige un recuerdo específico y se observa qué imagen, pensamiento, emoción y sensación corporal lo acompañan. A partir de ahí empieza el reprocesamiento: mientras mantienes ese recuerdo en mente, el terapeuta aplica la estimulación bilateral (movimientos oculares, sonidos o golpecitos). Tú simplemente observas lo que va apareciendo. A veces surgen nuevas imágenes, otras emociones, o pensamientos que cambian la manera en que entiendes lo que viviste.
Poco a poco, el recuerdo deja de generar tanta tensión. Lo que antes activaba miedo, culpa o vergüenza, empieza a sentirse más lejano, más integrado. Muchas personas dicen que, al recordarlo, ya no duele. Siguen sabiendo lo que pasó, pero el cuerpo y la mente lo sienten distinto.
Cuando el malestar baja, el terapeuta te ayuda a reforzar una idea más saludable sobre ti, algo que refleje cómo te ves ahora que ya no estás atrapado en el pasado. Se revisa que no queden sensaciones incómodas y se cierra la sesión con calma. En las siguientes, se verifica que el cambio se mantenga y se continúa con otros recuerdos si hace falta.
Qué tener en cuenta si te interesa probar EMDR
Si estás pensando en empezar este tipo de terapia, hay algunas cosas que conviene saber antes de dar el paso:
- Busca un profesional certificado. Asegúrate de que tenga formación sanitaria en Psicología o Medicina y esté acreditado en EMDR. Es una técnica seria que requiere entrenamiento y supervisión, no se improvisa.
- El ritmo es personal. No hay un número fijo de sesiones. Algunas personas notan alivio rápido y otras necesitan más tiempo. Lo importante es que avances a tu propio paso.
- No tienes que contarlo todo. El terapeuta no necesita conocer cada detalle de lo que viviste. El trabajo no está en narrar, sino en cómo tu cerebro reprocesa lo que quedó bloqueado.
- Evita presionarte. No se trata de “pensar en positivo” ni de “superarlo ya”. El cambio llega cuando te das espacio para sentir y procesar sin exigirte tanto.
- Infórmate. Leer sobre el enfoque o preguntar todas tus dudas antes de comenzar te dará más confianza y claridad sobre lo que puedes esperar.
Recuerda: EMDR no es solo para casos extremos. También puede ayudarte si hay cosas del pasado que todavía te pesan o te hacen reaccionar más de lo que quisieras.
Volver a sentirte en calma
EMDR no borra lo que has vivido, pero ayuda a cambiar cómo te sientes. Lo que antes dolía tanto empieza a tener otra textura, otra distancia. Puedes pensar en eso sin que te desarme. Y, con el tiempo, esa energía que antes se iba en resistir o recordar, se transforma en espacio para otras cosas: descanso, claridad, confianza.
Mucha gente describe una sensación de alivio que no había sentido en años. Empiezan a dormir mejor, se sienten más presentes, más libres para disfrutar. No es que la vida deje de tener altibajos, pero se vive desde otro lugar.
Dar el paso hacia una terapia puede dar miedo, sobre todo cuando crees que deberías poder por tu cuenta. Pero, a veces, pedir ayuda es justo lo que permite que algo cambie. Si te reconoces en todo esto, quizá sea el momento de mirar hacia adentro con acompañamiento y dejar que lo vivido deje de ser una herida abierta.
Porque el pasado no tiene por qué seguir decidiendo cómo te sientes hoy.
Psicotools es un centro de referencia en Barcelona especializado en terapia EMDR, con un enfoque integral y profesional para el tratamiento del trauma y el bienestar emocional. Contamos con un equipo acreditado en terapia EMDR para adultos, adolescentes y niños. Ofrecemos intervenciones personalizadas basadas en la evidencia científica para promover una recuperación emocional profunda y sostenible.


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