Es posible que hayamos visto en algún momento a alguien nervioso, con un elevado nivel de energía, que mira a todos lados como buscando o esperando que pase algo, intentando observarlo todo sin que se le escape el más mínimo detalle.
Aunque en algunos casos puede parecer que eso podría ser adaptativo, lo cierto es que es fácil observar que se encuentra en tensión continuamente, lo que puede ser tremendamente perjudicial si se prolonga en el tiempo. El sujeto en cuestión está mostrando hipervigilancia, de la cual vamos hablar a lo largo de este artículo.
- Artículo relacionado: "Los 16 trastornos mentales más comunes"
La hipervigilancia: concepto y síntomas
Se entiende por hipervigilancia a un estado de tensión y elevada energía consistente a lo largo del tiempo en el que el sujeto que la padece presenta un aparente agrandamiento del nivel de conciencia, siendo hipersensible y reaccionando de forma rápida y enérgica a la estimulación sensorial.
El sujeto que lo padece suele manifestar hiperprosexias, en la que el nivel de atención es mucho mayor de lo que sería habitual y se enfoca con frecuencia en cualquier estimulo y detalle del contexto que lo rodea. Suele darse junto con la sensación de tener gran lucidez mental. A pesar de que este puede parecer positivo de tal modo que haría más fácil detectar y analizar el ambiente, lo cierto es que por lo general supone un perjuicio en su correcto análisis al pasar el foco de la atención de un elemento al otro continuamente, de manera que aunque parezca contradictorio el exceso de capacidad atencional provocaría una elevada distraibilidad.
La hiperreactividad que también manifiestan aquellos que presentan hipervigilancia genera que sus reacciones tiendan ser poco adaptativas y poco reflexionadas. Presentan un elevado nivel de ansiedad, de modo que suele ser vivida de forma desagradable por quienes la padecen. Ello junto al elevado nivel de energía puede conducir a que la persona se vuelva irritable o incluso hostil.
Pero dado que nuestras reservas energéticas son limitadas, una hipervigilancia prolongada en el tiempo puede generar que aparezca cansancio y que a la larga aparezca pasividad, una actitud huraña e incluso depresión.
Causas y contextos de aparición
Si bien puede aparecer en momentos puntuales sin necesidad de ser patológica, la hipervigilancia puede ser un síntoma (que no un trastorno per se) indicativo de alguna alteración mental o incluso física.
En el contexto de la psicopatología, es frecuente su aparición en el transcurso de un trastorno delirante crónico o durante la esquizofrenia (especialmente la de tipo paranoide), en que el sujeto está a la expectativa de fenómenos concretos que se corresponden con su interpretación del mundo. También suele aparecer en los trastornos de ansiedad y en los trastornos obsesivos, así como durante episodios maníacos. Asimismo es común que aparezca hipervigilancia tras vivir una experiencia traumática como una guerra o una violación (siendo de hecho un posible síntomas de trastorno por estrés postraumático o de un trastorno por estrés agudo).
En el caso de que se daba a una vivencia traumática, la situación amenazante en sí puede llegar a ser generalizada, estando el sujeto preparado para responder de forma extremadamente reactiva a aquello que recuerde dicha situación. Por ejemplo una persona que ha sufrido una agresión tenderá a sobreprepararse a cualquier elemento que pueda indicar que va a ser atacada de nuevo, considerando una posible amenaza la sonrisa de un desconocido o que alguien les toque.
Otro momento en que suele aparecer la hipervigilancia es en la intoxicación por sustancias, generalmente por aquellas de carácter excitador o psicoanaléptico como la cocaína o psicodisléptico como algunos alucinógenos o la variante sativa del cannabis.
Efectos y síntomas en la vida diaria
La hipervigilancia puede provocar graves perjuicios en aquel que la padece. Para empezar, la hiperprosexia característica hará que le sea difícil concentrarse en una estimulación concreta, lo que dificulta el rendimiento propio del sujeto en su vida laboral o académica. A nivel psicológico puede generar que existan sesgos y distorsiones cognitivas, así como cambios conductuales o evitación de estímulos y situaciones.
A nivel social también puede provocar problemas: el entorno puede sentirse menospreciado y pueden malinterpretarse una gran cantidad de situaciones, lo que puede conducir a que el sujeto pierda apoyo social o incluso quede aislado.
Además, el elevado nivel de energía mantenido en el tiempo produce agotamiento y es posible que puedan surgir debilidad, disminución del sistema inmune o incluso problemas orgánicos como por ejemplo cardíacos, respiratorios, endocrinos o musculares.
Tratamiento
La hipervigilancia no es considerada un trastorno en sí, sino más bien un síntoma. El tratamiento a emplear va a depender en gran medida de lo que lo haya originado.
Pese a ello es común que en casi todos los casos exista ansiedad y un elevado nivel de activación, de manera que técnicas como la reestructuración cognitiva, la exposición en vivo o en imaginación, la desensibilización sistemática y las técnicas de relajación resulten recomendadas. Exteriorizar lo que provoca la hipervigilancia también es buena idea (tanto en casos patológicos como en no patológicos), con lo que técnicas como psicodrama, el role-playing o las terapias expresivas pueden manifestar cierta utilidad. Las benzodiacepinas y otros ansiolíticos, así como algunos antidepresivos como los ISRS, pueden ser de utilidad para paliar posibles molestias mientras se realiza terapia. En casos de síntomas psicóticos, también los neurolépticos.
En cuadros de etiología orgánica puede ser de utilidad aplicar diferentes procedimientos médicos y/o fármacos, como por ejemplo el uso de antagonistas como la naloxona en caso de consumo de drogas.
Referencias bibliográficas:
- Barlow, D. H. y Durand, V. M. (2003): Psicopatología. Madrid: Thomson.
- Goodman, H. H. (Ed.). (1987). Psiquiatría general. México: El Manual Moderno. (Orig. 1984).
- Lemos, S. (2000): Psicopatología general. Madrid: Síntesis.
- Vallejo-Ruiloba, J. (1991): Casos clínicos. Psiquiatría. Barcelona: Salvat.