A lo largo de la vida hay numerosas situaciones que son capaces de atrapar nuestra mente en un bucle que parece eterno.
Pensamientos recurrentes, ansiedad injustificada por fenómenos que constantemente atraen la atención... Son características de la personalidad obsesiva, que, aunque por sí misma no es patológica, estadísticamente está asociada al Trastorno Obsesivo-Compulsivo y a ciertos problemas de ansiedad.
¿Qué es la obsesión?
Psicológicamente, el concepto de obsesión hace referencia a la presencia de una idea, creencia o imagen mental que interfiere recurrentemente en el estado de conciencia de la persona y hace que su pensamiento vaya "sobre raíles". Es decir, que las obsesiones limitan la espontaneidad con la que se actúa, ya que van de la mano de un bucle de pensamiento que se retroalimenta de sus propios efectos.
La rumiación, que es justamente este círculo vicioso de los procesos mentales, es un fenómeno que va de la mano de la obsesión. Además, las consecuencias de esto suelen ser un incremento del estrés puntual y de la ansiedad, así como las creencias premonitorias acerca de la futura nueva aparición de esos pensamientos obsesivos.
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Los 10 hábitos de la personalidad obsesiva
Pero... ¿cuáles son las señales que delatan la existencia de una personalidad obsesiva? Para ello hay que fijarse en los hábitos que surgen en el día a día. Los principales son los siguientes.
1. Se planea constantemente
Las personas obsesivas tienden a dedicar mucho más tiempo a hacer cálculos o estimaciones sobre lo que puede pasar en el futuro para, así, mantener viva la idea de que lo tienen todo controlado.
2. Hábitos escapistas
La personalidad obsesiva necesita apoyarse en momentos de escapismo para no tener que soportar constantemente la ansiedad de tener que estar siempre al mando de lo que ocurre. Escapadas de fin de semana, partidas largas de videojuegos o simplemente períodos de aislamiento suelen ser estadísticamente más comunes de lo normal en estas personas.
3. Uso del pensamiento dicotómico
La personalidad obsesiva se fundamenta en un estilo de pensamiento que es muy categórico y que distingue de manera radical lo que está bien de lo que está mal. Es por eso que se pone mucha preocupación en hacer las cosas bien, ya que en caso de fallar no hay matices que permitan amortiguar lo desagradable de esa experiencia.
4. Énfasis constante en la responsabilidad
Estas personas tienen siempre en mente la idea de que, si no se actúa de manera proactiva, las cosas tienden a salir mal, y lo raro es que salgan bien sin siquiera intentarlo. Es por eso que siempre ponen mucha presión sobre las acciones humanas, ya sean de los demás o, en muchos casos, solo en las propias.
5. Evitación de la opción de delegar
La personalidad obsesiva es controladora y, por consiguiente, suele ir de la mano de un hábito característico: no se delega, y hay una clara preferencia por hacer las cosas importantes uno mismo. Dejar cosas en manos de los demás implicaría correr un riesgo que para algunos resulta demasiado alto, y por eso se prefiere tener un control consciente sobre lo que va ocurriendo, aunque esa opción sea más cansada.
6. Búsqueda de la aceptación
Aquellos que tengan personalidad obsesiva tienden a buscar la aceptación de los demás en un grado algo superior que el resto de la población. A diferencia de lo que ocurre con los narcisistas, esto no tiene que ver con la necesidad de mantener una autoimagen muy idealizada e hinchada, sino con la necesidad de creer en las propias capacidades para no sentirse débil ante los problemas del día a día.
Tener una mala imagen pública supone tener delante un espejo en el que nuestras capacidades son cuestionadas, y esto hace que las preocupaciones sobre lo que nos puede suceder puedan asaltarnos con mayor facilidad.
7. Defensa del valor de la justicia y el orden
Esta clase de personas prefiere el orden a lo imprevisible y espontáneo, ya que la segunda opción genera más incertidumbre, preocupaciones y, en consecuencia, pensamientos obsesivos que nos desgastan psicológicamente. Esto se plasma también en su manera de exteriorizar sus ideales, aunque eso no significa que deban ser conservadoras; simplemente defienden la idea de basar las relaciones en pactos bien establecidos y cuya violación conlleve consecuencias compensatorias.
8. Tics y conductas estereotipadas
Algunas personas con esta clase de personalidad muestran acciones estereotipadas en su día a día, sin que lleguen a ser tan graves o invasivas como para que se consideren un síntoma del TOC. Son una manera de dar estructura a lo que se va experimentando, haciendo que cada momento se experimente como algo conectado con los demás y haya una sensación de que todo lo que se vive está integrado en una unidad. Eso sí, la mayoría de estas acciones son involuntarias y casi automáticas.