¿Por qué no nos gusta sentir dolor? ¿Por qué lo rechazamos? ¿Por qué lo evitamos a toda costa? ¿Por qué no nos gusta hablar de él, si hace parte de nosotros como experiencia humana? Exploremos todas estas incógnitas...
Comprendiendo el dolor físico
El dolor físico es una clara señal del sistema nervioso central de que existe algo que no va bien donde sentimos incomodidad, fastidio, desagrado, molestia en el cuerpo; y todos estos malestares están alertando al cuerpo físico que hay que prestarle atención a la dolencia incurrida en nuestro organismo. Pero ¿qué pasa con el dolor emocional? ¿El dolor del alma? ¿El dolor en el corazón? ¿ese que sientes clavado en tu pecho? Sigamos…
Comprendiendo el dolor emocional
El dolor emocional, del alma, personal, aquel que sientes como una punzada en el corazón, aquel que por cierta experiencia vivida invade todo tu ser, aquel que es difícil de explicar con palabras, aquel que te hace contraerte, aquel que también está conectado con el cuerpo; solo se puede sentir. Este dolor es un regalo de cielo, del perfecto diseño humano con que nos hicieron a todos y si está ahí presente y lo sentimos es porque tiene un propósito, aunque en el momento no lo veamos. Este dolor emocional tiene un firme sentido (o muchos) y si logras ver más allá este dolor te está diciendo que algo en ti necesita atención. Entonces, más allá de ignorarlo, te está contando que lo voltees a ver, que pongas tus ojos sobre esto, es una clara señal de humo en tu vida. ¿Qué nos está queriendo decir? Para qué está ahí en ti, en mí, ¿en nosotros?
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El origen del malestar
Todo radica y empieza a través de una emoción y al mismo tiempo toda emoción viene de un pensamiento, pero por ahora concentrémonos en las emociones. Estas emociones desencadenan mi sentir y de igual manera mi dolor.
El dolor es una emoción que no ha sido transitada…todavía. Que no ha podido ser acomodada en ninguna parte dentro de nosotros, como un caballito de madera en su vaivén, el dolor es algo de lo que nadie habla y se suele dejar a un lado, apartado, escondido, oculto, rezagado. Sin embargo, lo que hace el dolor en nuestras vidas es ayudarnos a encender la luz en el cuarto oscuro, como la linterna en el bosque oscuro, hay que apuntarlo, mirarlo de frente y darle entrada. Es como ese sistema de alarma perfecto y bien estructurado que se activa y se enciende en nuestra casa o apartamento en ausencia de ladrones. El dolor es un recurso de nuestra alma que requiere ser abrazado y reconocido, no ignorado.
El dolor es una realidad incómoda
Solemos darle la espalda al dolor, porque definitivamente no nos gusta sentirlo. No nos gusta esa incomodidad que viene de dentro de nosotros sin saber bien de donde exactamente. Rechazamos con vehemencia aquello que me hace vulnerable y frágil ante mí misma y ante los demás. Nos ponemos máscaras para seguir ocultando nuestras emociones, nuestros sentimientos, nuestras tristezas. No obstante, si nosotros como cocreadores de nuestra experiencia de vida, seguimos insistiendo el NO sentir para no voltear a ver este dolor (que es un gran regalo de la vida), seguiremos perpetuando esta molestia, volviéndose una bola de nieve difícil de deshacer.
Mi invitación es que lo veamos más allá del componente negativo. Sentir y abrazar nuestras emociones, las que sean, especialmente aquellas que no nos gustan tanto. Solo cuando veamos que el dolor se ha hecho presente para mostrarnos algo, decidamos asumirlo, dejar que nos invada, y hablemos con total claridad y honestidad de él, ahí desaparecerá, se esfumará como el águila en las montañas para dar paso a una nueva emoción, por consiguiente, a un nuevo sentimiento, el que sea, y de esta manera como llegó, también se irá, eso sí cuando haya cumplido su misión en nosotros y lo hayamos podido ver, reconocer y sentir…sobre todo SENTIR con ojos diferentes.
Carolina Pineda Portales
Carolina Pineda Portales
Coach de vida y transformación
La pregunta es: ¿Qué nos está queriendo decir en este momento de nuestras vidas este dolor que siento en mi alma? Esta respuesta, es muy personal y cada uno lo sabe si interioriza y va hacia adentro, no importa el tiempo que tome. Ya se dio el primer paso.
Así que la invitación es agradecer al dolor y su función porque Dios, el universo y el amor pensaron y crearon todo sin hilos sueltos, sin cabos sueltos. El dolor también tiene su sabiduría innata.