La depresión es un grave problema de salud mental que, actualmente, tiene una gran prevalencia en la población mundial adulta. De hecho, según los datos que ofrece la Organización Mundial de la Salud (OMS), se calcula que el pasado año 2023 sufrían depresión aproximadamente unos 280 millones de personas a nivel mundial.
Estos datos son realmente alarmantes. Es necesario que como sociedad tomemos conciencia de la gravedad de la situación. La inversión de recursos es crucial tanto en el campo de la prevención como en el del acompañamiento, la intervención y el posterior seguimiento para evitar recaídas.
¿Alguna vez te habías parado a pensar que puede haber una relación entre los alimentos que consumimos y las enfermedades mentales? Aquí profundizaremos en el vínculo entre los ultraprocesados y la depresión. Abordaremos también el impacto que esta relación genera a nivel social y mencionaremos algunas recomendaciones.
¿Qué son los alimentos ultraprocesados?
Se considera que son alimentos ultraprocesados aquellos que han sufrido diversos tratamientos a nivel industrial y, como consecuencia, han sido alterados significativamente. Estos productos contienen cantidades considerables de ingredientes que no se usan en las cocinas domésticas (colorantes, saborizantes, grasas trans, conservantes, edulcorantes, etc.) .
Por lo general, suelen ser comestibles diseñados para ser atractivos, con alta palatabilidad y muy duraderos. Además, habitualmente están compuestos por grandes cantidades de azúcares añadidos, sal, ingredientes refinados y aditivos. Por si fuera poco, el valor nutricional que tienen suele ser pobre y carecen de fibra, vitaminas y minerales.
Lamentablemente, se ha observado que tanto la composición como su elevada disponibilidad —suelen ser productos muy asequibles— aumentan la dependencia hacia estos productos. De hecho, un estudio de 2018 sugería que alrededor del 20% de los comestibles consumidos en España son ultraprocesados.
Ha sido especialmente durante los últimos años que se ha enfatizado en la investigación sobre el tema debido al elevado consumo de ultraprocesados y el impacto que generan. En la actualidad se sabe que este tipo de productos se relacionan directamente con el desarrollo de diversas patologías físicas y que tienen una fuerte relación con otras tantas emocionales y cognitivas.
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El vínculo entre los ultraprocesados y la depresión
Cada vez son más los estudios que buscan evidenciar la relación entre el consumo de alimentos ultraprocesados con determinadas patologías. La revista Clinical Nutrition publicó recientemente un estudio que se realizó con 30.000 participantes. En este se encontró una correlación significativa entre el consumo de ultraprocesados con un mayor riesgo de padecer un trastorno depresivo.
Se evidenció que el riesgo de padecer depresión era mayor para aquellas personas que tenían un mayor consumo de ultraprocesados incluso ajustando parámetros como la actividad física, la edad, el sexo y el nivel socioeconómico. Las probabilidades, según el estudio, incrementaron hasta un 42% más para aquellas personas que consumían más ultraprocesados.
Es un dato alarmante teniendo en cuenta la elevada presencia y accesibilidad a este tipo de alimentos. Se considera que uno de los factores que podría estar influyendo en el proceso es la inflamación crónica de bajo grado que generan en nuestro organismo los ultraprocesados.
Dicho estado de inflamación crónica junto con la alteración de la microbiota —y las modificaciones que se producen en los neurotransmisores— que se produce al consumir estos productos de forma habitual se relacionan con la mayor probabilidad de desarrollar un trastorno depresivo.
Otra de las ideas propuestas es que el daño también puede venir determinado por los efectos neurotóxicos que algunos componentes de los ultraprocesados, como los conservantes y los aditivos, pueden tener en el cerebro.
Es cierto que estos hallazgos hablan solo de un estudio y podría ser insuficiente para algunas personas. No obstante, es importante tener en cuenta que estos resultados no se alejan en absoluto, sino que van en congruencia con otros estudios que también han encontrado esta vinculación entre la alimentación y la salud mental.
Su impacto social
Tal y como hemos visto, esta situación supone un gran riesgo a nivel mundial. Un estudio realizado con la Escala de Adicción a la Comida de Yale sugiere que entre el 14 y el 20% de los adultos presentan una adicción a este tipo de productos. Si miramos las cantidades para niños/as y adolescentes no son menos alarmantes, aunque son ligeramente más bajas (12-15%).
Teniendo en cuenta estos números y los ya expuestos también sobre la gran cantidad de población mundial que padece un trastorno depresivo, es crucial que tomemos consciencia de la gravedad de la situación y que los mecanismos encargados tomen cartas en el asunto. La inversión de recursos en la intervención es necesaria, pero la prevención es crucial.
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Recomendaciones
Es interesante revisar con qué frecuencia el consumo de ultraprocesados ha desplazado la ingesta de alimentos reales. Además, también es importante tomar consciencia del impacto que esto genera en nuestros organismos y, especialmente en nuestra salud mental. En caso de considerarlo necesario, se recomienda pedir ayuda a profesionales de la salud.
Javier Ares Arranz
Javier Ares Arranz
Psicólogo especialista en Depresión, Ansiedad y Pareja.
Así pues, cada persona deberá observar, analizar y tomar consciencia de sus patrones alimentarios. Se recomienda priorizar, siempre que sea posible, una dieta rica en frutas, verduras, granos enteros (cereales integrales), grasas saludables y proteínas. Sin duda, este tipo de alimentación supone un factor protector contra la depresión.
Por último, es elemental revisar también los hábitos que se tienen, en general, en relación con el cuidado de su salud (actividad física, descanso, etc.) Es habitual que el consumo de ultraprocesados implique una disminución de la energía que nos puede llevar a descuidar otras áreas cruciales que están directamente implicadas con nuestro bienestar.