Para poder liderar bien a un equipo, se necesita disponer de un conjunto de capacidades, habilidades y estrategias.
El liderazgo no es una cuestión de jerarquía, es decir una cuestión de quién es el jefe y quién el empleado; el liderazgo es una cuestión de actitud, de quien guía y se compromete con la actividad desempeñada por todos.
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A continuación vamos a ver más a fondo la figura del líder y su relación con los equipos de los que se encarga, para así poder comprender más a fondo cómo liderar mejor, tanto viendo lo que se debe hacer como lo que no.
La figura del líder
Para saber cómo liderar mejor, lo primero que se tiene que entender es qué es un líder. No se debe confundir esta palabra con la de jefe o del encargado del grupo. Un líder es, por muy sorprendente que pueda parecer, quien logra que los demás también lleguen a ser líderes, que se adquieran las mismas capacidades que las que tiene el líder y que le han permitido llegar hasta donde está.
En los últimos años, la idea de que se nace siendo líder está siendo bastante refutada. Más que una característica que se tiene de forma innata es algo que se puede trabajar. Eso sí, para conseguir ser un auténtico líder, alguien que ayude a guiar al equipo para que todos consigan tener éxito, se requiere de mucho esfuerzo y entreno diario. No es algo tan sencillo como aplicar unos pequeños “tips” y confiar en que el proceso venga solo: hay que cambiar la forma con la que nos relacionamos con las personas a nuestro cargo.
¿Cómo liderar mejor?
A continuación veremos 11 aspectos a tener muy en cuenta a la hora de gestionar un grupo de trabajo o de cualquier índole. Más que consejos, son formas de comportarse que el líder debe incorporar tanto en su propia conducta como en las dinámicas del grupo en general.
1. Involucrar a todos
Es muy importante involucrar a todas las personas en el proceso de creación y definición del proyecto o del negocio.
Claro está, esta estrategia implica dedicarle mucho tiempo y esfuerzos, dado que se trata de tener en cuenta todas las opiniones y propuestas de quienes integran el equipo de trabajo. Incluso, al principio, puede dar la sensación de que no se tiene del todo el control.
Sin embargo, trabajar duro para conseguir alcanzar un objetivo común, pactado de forma más o menos democrática, no solo conseguirá que los implicados vayan ganando más conocimiento sobre cómo se deben hacer las cosas, sino que, además, se sentirán más motivados en la consecución de su éxito.
2. Fomentar la toma de decisiones
Entrenar a las personas para que practiquen la toma de decisiones de forma independiente, aunque corran el riesgo de equivocarse, es un aspecto que todo líder debe tener en cuenta.
Tener un fallo no debe ser visto como ser incompetente, sino como una oportunidad para aprender. No solo aprendemos con el ejemplo, sino también equivocándonos y sabiendo qué hemos hecho para que no nos haya salido.
A medida que los trabajadores tengan más libertad para tomar sus propias decisiones, más se responsabilizarán sobre las mismas, adquiriendo mayor autonomía y comportándose de forma independiente y participativa en la empresa.
Si cada trabajador tiene se siente totalmente responsable de sus funciones y es consciente de que sus compañeros dependen de ellas, lo tendrá muy en cuenta a la hora de escoger qué días descansar o a qué hora tomar el café. Se sacrificará y esforzará para que el grupo tenga éxito.
3. Mantener el contacto con todos
Es fundamental que el jefe no sea visto como alguien frío y distante, que solo aparece cuando quiere oír cómo ha ido un proyecto tras pasar el tiempo que él ha estipulado como plazo.
Es de vital importancia que quien quiera transformarse en buena figura como líder mantenga una comunicación periódica e individual con cada persona del equipo. Esto se puede hacer de forma formal o informal, en función del tipo de empresa y qué reglas tengan en la misma.
Con unos 15 minutos semanales es suficiente. En ese período de tiempo, se debe hablar sobre los objetivos, las metas, las dificultades y los logros que se hayan logrado o planteado desde la última reunión.
Esta es la mejor manera de conocer si cada uno de los trabajadores está realizando su trabajo satisfactoriamente, si se siente cómodo con lo que hace y si tiene algún aspecto a comentar.
4. Reconocer su trabajo
Hay días buenos y días malos. Es muy frecuente que los jefes solo tengan en cuanto lo malo que han hecho sus trabajadores, e ignoren por completo todos sus logros, por muchos que sean.
Pero la verdad es que los éxitos de una empresa o cualquier otro tipo de organización dependen del trabajo en equipo. Sin los éxitos individuales de cada uno de sus trabajadores, la empresa no iría a ninguna parte.
Es por esto fundamental que el líder reconozca el trabajo de sus empleados, de forma explícita, y les agradezca la labor que están realizando. Los comentarios que se hagan hacia el trabajador deben ser concretos, positivos y directos, especificando qué ha hecho bien y por qué le ha gustado.
De esta forma, además de fomentar un buen ambiente, en el que los trabajadores se sienten apreciados por su jefe, se les motiva para seguir esforzándose y lograr más éxitos.
5. Buena comunicación
Es frecuente que en los lugares de trabajo todos, tanto el jefe como los trabajadores, se pongan una máscara hecha de apariencias y superficialidad.
Esta máscara se corresponde con el rol profesional esperado, lo que creemos que se espera de nosotros. Generalmente, con esta fachada no somos muy auténticos, usando un lenguaje excesivamente cordial, distante y limitarnos a hacer lo que nos han mandado.
Un líder debe tener la capacidad de establecer una comunicación auténtica con su equipo, sin apariencias. La comunicación debe ser humana, sincera y genuina y, para que esto se logre, el primero que debe dar ejemplo es el líder, descubriéndose a sus empleados.
Para conocer si la empresa va bien, es necesario que el líder fomente un buen entorno comunicativo.
Aspectos tan simples como preguntar qué tal está la familia, que cenó ayer o qué le pareció el partido de fútbol del domingo son formas de iniciar una conversación que pueden llevar a una mejor comunicación entre los miembros del equipo.
A más conversaciones de este tipo, menos barreras existirán entre los trabajadores para exponer los problemas que hayan podido ocurrir en relación a la empresa.
6. Buena actitud
Como líder, se debe mostrar siempre una buena actitud, y no únicamente para lograr tener éxito personal, sino también para influir beneficiosamente en los demás. Si el líder emite buena energía, quienes estén a su cargo quedan impregnados por esta misma.
No es simplemente tener buenas palabras. Es también mostrarlo en el lenguaje no verbal, ir con una sonrisa de determinación en la cara y un caminar de forma enérgica.
Por el contrario, si el líder se muestra agotado y negativo, no se puede esperar que quienes estén a su cargo se muestran excesivamente enérgicos.
7. Establecer metas y objetivos periódicos
Es frecuente que las personas caigamos en nuestra zona de confort con facilidad. Una de las mejores formas de evitar esto es estableciendo metas y objetivos realistas que se puedan realizar en un período de tiempo corto, y que así se renueven con de forma periódica.
Lo bueno de trabajar en equipos de alto rendimiento es que las personas se motivan unas a otras, inspirándose para llegar más lejos y conseguir tener todo listo lo antes posible, sin caer en horas muertas o descansos que se convierten en eternidades.
El líder debe evitar que surjan rutinas tediosas, dado que es la rutina lo que puede matar la imaginación y la productividad. Es por medio de nuevos retos y metas que la mente se activa, incrementándose la curiosidad y la actividad.
8. Expectativas claras y alcanzables
En concordancia con el punto anterior, se deben tener expectativas claras y alcanzables. Para ello, el líder debe haber establecido una correcta comunicación con sus trabajadores, para así conocer qué saben y que no saben hacer, y en qué medida pueden conseguir lo que se les proponga.
También sirve para saber si necesitan algún tipo de ayuda en especial o si hay que reencaminar el proceso.
Es muy importante que las metas expuestas hayan sido debidamente clarificadas, sin ambigüedades. Nadie se siente a gusto ante algo que no ha quedado claro, dado que esto genera frustración y la sensación de no ser capaces de hacer lo que se les pide.
9. Gestionar el conflicto
Los momentos de mayor crecimiento para un equipo son aquellos en los que aparece un conflicto.
Este conflicto puede tener sus cosas buenas y sus cosas malas pero, indudablemente, tendrá muchas más de las segundas si no se gestiona adecuadamente a tiempo. Si no se gestiona el conflicto, se corre el riesgo de que las dinámicas en el equipo sean tan negativas que no sea posible trabajar en él, llevando a su consecuente desintegración.
La persona que dirija a ese equipo tendrá que ser capaz de identificar el conflicto y exponerlo a todos los miembros del grupo, para así poderlo trabajar y gestionarlo. Así, se podrá poner una hoja de ruta hacia donde va el grupo, qué es lo que ha generado ese conflicto y cómo se podrá solucionar, implicando a todos.
10. Dar ejemplo
Para lograr un alto rendimiento en el equipo, es fundamental que el líder predique con el ejemplo. No se puede pedir un comportamiento ejemplar si el jefe o el encargado del equipo hace justo lo contrario.
No tiene sentido que el líder diga que en la empresa o la organización lo primero son las personas si él mismo trata a sus subordinados como basura. Tampoco tendría sentido que pidiera que sus trabajadores fueran puntuales y él mismo llegara tarde siempre.
11. Clima de diversión y confianza
Un ambiente altamente productivo no está reñido con la diversión. De hecho, es el mejor añadido para asegurarse de que el lugar de trabajo se convierte en algo agradable para todos los trabajadores, haciendo que den lo mejor de sí. Como sucede en toda relación, en la laboral, la diversión es algo necesario para mantenerla viva.
Pero además de esto, la empresa debe confiar en las aptitudes de sus trabajadores. No se puede esperar que las personas tengan confianza en la empresa si la empresa no confía en ellas.
Es fundamental que el líder dote al lugar de trabajo en un clima de diversión y confianza, en donde más que visto como un jefe, él sea visto como un dinamizador de las actividades que ahí se lleva a cabo.
Lo que no se debe hacer
De la misma manera que hay una serie de consejos sobre cómo liderar mejor, útiles y eficaces, también existen los errores a evitar, los cuales, en caso de que se den pueden arruinar por completo nuestro buen liderazgo.
Lo principal que debe evitar el líder es permitir que se falte al respeto a los empleados, tanto por su parte como entre ellos. La falta de respeto no se manifiesta únicamente en un insulto o en un comentario grosero. Puede haber poco respeto en la forma en cómo se comporta el jefe hacia sus trabajadores, por ejemplo, no respetando los horarios estipulados, reírse de lo que ha puesto en un informe, poner reuniones sobre temas banales a última hora…
Otro aspecto a evitar es el de fomentar situaciones en las que se humille a los empleados. Está bien decirle a una persona de la que se está a cargo cuándo ha cometido un error, siempre y cuando esto se haga con la finalidad de que lo haga mejor en el futuro y suponga beneficios a largo plazo para la empresa. Lo que no se debe hacer es decirle qué ha hecho mal delante del resto de compañeros, humillándole por no haberlo hecho como se esperaba.
Referencias bibliográficas:
- Nye, J. C. (2011). Las cualidades del líder. Barcelona: Paidós.
- Schultz, D. P. Schultz, Sydney E. (2010). Psychology and work today : an introduction to industrial and organizational psychology. Upper Saddle River, N.J.: Prentice Hall.