Últimamente, y gracias al auge de los nuevos métodos curativos que van más allá de la ciencia tradicional, el chamanismo está bastante en boga. Sin embargo, y como suele suceder, la mayoría de las personas tienen un concepto equivocado o tergiversado acerca de en qué consiste el chamanismo, una de las prácticas religiosas más antiguas de la humanidad, y de la que sabemos bastante poco.
Una de las teorías que han cobrado más fuerza es la que habla que, en el Paleolítico, casi todas las comunidades humanas practicaban el chamanismo. Sólo mediante esta universalización puede entenderse que, actualmente, existan retazos chamánicos en la mayoría de las culturas, algunas tan alejadas de sí como lo son Siberia y Sudamérica, por ejemplo.
¿Practicaban entonces el chamanismo nuestros antepasados prehistóricos? Y, ¿qué es el chamanismo? En este artículo intentamos hacer un resumen de en qué consiste está práctica tan arcaica, que ha marcado profundamente el sentido religioso de la humanidad.
¿Qué es el chamanismo?
Se denomina chamanismo a una práctica religiosa de orígenes arcaicos, principalmente ligada a la magia, las adivinaciones y a las visiones espirituales. En realidad, el concepto original está bastante alejado del que poseemos hoy en día; una deformación fruto de la desinformación y de la vulgarización del término.
En su origen, el chamanismo fue una práctica que pretendía unir el mundo terrenal con el espiritual, por lo que está íntimamente conectada con culturas arcaicas que veían el universo como un gran misterio, del que la vida en la tierra era sólo una manifestación. En este sentido, el chamán era la figura encargada de conectar ambos mundos, el visible y el invisible, y servía así de puente entre la comunidad y los dioses.
Por supuesto, para que el chamán pudiera ejercer esta misión debía estar imbuido de ciertos dones, especiales y únicos, que el resto del grupo no poseía. El don principal era una predisposición natural al éxtasis o trance, durante el cual el chamán “viajaba” astralmente a otros mundos y recogía las manifestaciones de los dioses y de los espíritus, cuya voluntad era imposible de averiguar de otro modo.
Como puente entre el mundo invisible y el visible, el chamán tenía también dones curativos, puesto que trabajaba con energías sobrenaturales que no provenían del mundo terrenal. Así, la figura chamánica se convertía en la base no sólo religiosa de la comunidad, sino también vital y, a menudo, de supervivencia.
Los orígenes del chamanismo
Etimológicamente, la palabra chamán proviene de las lenguas tungu, unas comunidades oriundas de Siberia. Desde ellas se transmitió al ruso y, a partir de este, al resto del mundo. Hasta no hace muchos años (y, de hecho, el fenómeno sigue estando presente en muchas comunidades), en Siberia y Asia central encontrábamos muchas culturas que seguían teniendo el chamanismo como eje central de su vida.
Pero no sólo eso; en muchas de las culturas americanas persiste la práctica chamánica, por lo que podemos hacernos una idea, en base a su universalización, de que el chamanismo es tan antiguo como las primeras comunidades humanas. Muchos antropólogos han estudiado el fenómeno chamánico en las culturas prehistóricas; entre ellos, Jean Clottes y David Lewis-William, que propusieron la teoría de que las pinturas parietales del arte paleolítico eran un claro indicio de prácticas chamánicas. Según esta teoría, los animales y las figuras geométricas representados serían el fruto del trance del chamán, y poseerían, así, un sentido religioso y totémico.
¿Por qué se dio el chamanismo de forma casi simultánea en diversas y variadas comunidades humanas? ¿Quiere decir ello que dicha práctica religiosa es mucho más antigua de lo que creemos y que, a partir de un primer grupo o grupos reducidos se extendió al resto del mundo, a través de la emigración del Homo Sapiens?
Las características básicas del chamanismo
A pesar de que el chamanismo es un fenómeno complejo, podemos rastrear cuáles son sus características básicas si nos atenemos a las diversas investigaciones al respecto y a la comparación etnográfica de las diversas culturas chamánicas todavía existentes. Vamos a revisarlas una a una.
1. El “puente sagrado”
Un primer punto en común que observamos es el concepto de puente que enlaza el mundo visible con el invisible. Esta misión conectora recae en el chamán, un ser dotado de poderes especiales que lo diferencian del resto de miembros del clan.
Porque, a pesar de que el chamán ha seguir unos ritos iniciáticos para poder desarrollarse como tal, debe ser también una persona poseedora de un talento natural que le permita percibir elementos que se escapan de lo ordinario. En otras palabras, el chamán es un ser fuera de lo común que puede conseguir la visión completa del cosmos, no sólo de una pequeña parte (que es lo que representa la vida terrenal).
2. La capacidad de éxtasis o trance
Esta es quizá la característica más importante, y puede que también la más famosa. Las capacidades innatas del chamán deben permitirle llegar a estadios a los que el resto de los individuos del grupo no pueden, ni deben, acceder. Para ello, el chamán debe entrar en éxtasis o en trance, mediante el cual va escalando estadios de conciencia hasta penetrar en el universo más oculto, sólo reservado a él, a los espíritus y a los dioses. De este mundo, el chamán rescata la información necesaria que ayudará a la comunidad en su vida en la tierra.
Para el antropólogo Luc de Heusch (1927-2012), existen dos vías para acercarse a este universo oculto y sagrado. La primera sería a través de la posesión, en el que el intermediario pierde la conciencia de sí mismo y pasa ser un mero objeto de las “voces” de arriba. Por otro lado, el chamanismo significaría una segunda vía, que para de Heusch no implicaría la pérdida completa del psiquismo del individuo; así, el chamán es capaz de acceder a estadios superiores sin abandonar su personalidad e integridad psíquica.
En términos biológicos y científicos, este éxtasis o trance puede conseguirse mediante varias vías. Por un lado, claro está, tenemos el consumo de sustancias que alteran el funcionamiento del cerebro, por lo que, en consecuencia, pueden sobrevenir “visiones” o experiencias sobrenaturales. Pero existen otros métodos para conseguir el tan ansiado trance: una fuerte inanición, un agotamiento extremo o una fiebre alta pueden tener exactamente los mismos efectos alucinatorios.
Es por ello por lo que los primeros ascetas cristianos, que se retiraban al desierto y practicaban un ayuno severo, eran poseídos por “visiones celestiales”. En cualquier caso, el chamán es el único del grupo que tiene acceso a estas visiones, y es el encargado de hacerlas llegar a los demás, así como de interpretarlas. Es lo que el historiador de las religiones Mircea Eliade (1907-1986) llamó el “maestro del éxtasis”.
3. La capacidad sanadora
Por último, una de las características esenciales del chamán es su capacidad sanadora. En tanto que único individuo con acceso a lo sagrado, esta figura se imbuye de los secretos de la vida y de la muerte, que puede administrar en la tierra sobre los vivos. El chamán tiene la capacidad, pues, de dispensar tanto vida como muerte.
Se han estudiado casos de curaciones chamánicas como las famosas curaciones por canciones, en los que el chamán interrumpe accesos febriles a través de cantos sagrados que revierten positivamente en el enfermo. En la historia contemporánea existe un caso muy llamativo, el del monje Rasputín, que era capaz, con solo rezar y a través de la imposición de las manos, de curar los ataques de hemofilia del heredero al trono ruso.
La ciencia está todavía muy lejos de poder explicar estos fenómenos, pero la verdadera pregunta es: ¿realmente deben estar reñidos ambos procesos? ¿Puede que existan fenómenos que lleguen a donde la medicina tradicional no puede? Como siempre, la polémica está servida.