No hace tanto (tan solo unas décadas) la cultura solo estaba al alcance de unos pocos. De una élite, incluso podríamos decir. Porque, si bien la escolarización obligatoria es bastante antigua, la verdadera divulgación cultural, exenta de tópicos y prejuicios (y, sobre todo, ejercida por verdaderos profesionales) es relativamente reciente.
En realidad, el auge de la divulgación cultural ha venido de la mano de la revolución digital. Las redes sociales son el nuevo vehículo que aprovechan los profesionales de la cultura para hacerla llegar al público, que cada vez es más amplio debido, precisamente, al enorme alcance de internet.
Por supuesto, este crecimiento de posibilidades de divulgación en el ámbito de la cultura entraña también aspectos negativos, que examinaremos en su apartado correspondiente. De momento, introduzcamos qué es la divulgación cultural y cuál es su importancia para la sociedad.
¿Qué es la divulgación cultural y por qué es importante para la sociedad?
La divulgación cultural es el proceso por el cual los profesionales de la cultura (ya sean individuales o colectivos, como museos o fundaciones) hacen llegar el conocimiento cultural al gran público.
En otras palabras; no se trata de una divulgación de conocimiento de tipo académico, como el que se lleva a cabo en las universidades, sino en un sentido mucho más amplio. A través de la divulgación cultural las personas ajenas al mundo de la cultura pueden acceder a información veraz y contrastada y, al mismo tiempo, amena y entretenida.
La importancia de la divulgación de la cultura en la sociedad radica en que, a través de ella, el público general puede obtener conocimientos que, de otra forma, le serían inaccesibles. Para ello es necesario que el profesional que divulga la información sea, además de riguroso, cercano y accesible: el lenguaje académico, complejo (y, a menudo, confuso) no es una buena opción si pretendemos llegar a personas que no tienen formación en el tema.
El largo camino de la divulgación cultural
La cultura fue, en el pasado, patrimonio de unos pocos. En la Edad Media estaba depositada en los monasterios y, más tarde, en las universidades; pero siempre restringida a unas familias concretas.
De hecho, hasta la Ilustración no se pensó en la posibilidad de extender la cultura a todos los públicos. Y, aún así, el Siglo de las Luces siguió siendo de las luces solo para unos pocos; de nuevo, la élite escogida para el verdadero saber. Mientras, el resto de la población era, en su mayoría, analfabeta.
Durante los siglos XIX y XX fue madurando la idea de "educación para todos", y con ello se inició el auge de la enseñanza pública. Sin embargo, esta educación era general y muy, muy adulterada, dependiendo del régimen del momento y de las circunstancias sociales.
Si bien con los inicios de la televisión encontramos indicios de divulgación cultural para la masa, si queremos hablar de verdadera divulgación de la cultura debemos esperar a principios del siglo XXI, cuando empiezan a extenderse como la pólvora las redes sociales, que conectan a millones de personas en todo el mundo. Este es, en realidad, el verdadero punto de partida del fenómeno.
Las redes sociales y la conexión global
Mediante las redes sociales, el profesional puede llegar en poco tiempo a millones de personas en todo el mundo. Esta es la verdadera revolución en el ámbito de la divulgación: de este modo, el conocimiento trasciende las barreras geográficas y temporales y llega a personas que, de otro modo, no podrían acceder a ello.
La nueva tecnología ha propiciado, además, que se geste un nuevo lenguaje, mucho más atractivo y ameno, que permite que las personas no introducidas en la materia puedan comprender conceptos complejos. El profesional debe saber, en este caso, como "reciclarse" y aprender a cambiar su registro, desde el más académico, circunscrito al ámbito universitario, hasta el más ingenioso, ameno y creativo.
¿Qué ventajas da comunicar con un lenguaje cercano? Primero, el receptor percibe al profesional como alguien "no tan diferente" a él mismo, lo que lo predispone a escuchar. El lenguaje atractivo y fluido, por otro lado, conecta con este público lego y hace que su interés en la materia aumente. Todo ello, por supuesto, tiene como principal resultado la divulgación de conocimiento de una forma sencilla y práctica.
¿Qué ventajas tiene la (correcta) divulgación cultural?
Conseguir que el receptor nos escuche y aprenda con lo que decimos tiene enormes beneficios sociales. Porque no solo se enriquece quien escucha, sino que, a través de esta difusión, se establecen lazos que cohesionan de forma más profunda a los miembros de la sociedad.
Por ejemplo: si conseguimos difundir la historia de un monumento emblemático de nuestra ciudad conseguiremos que quienes viven en ella sean más conscientes de su patrimonio, así como de compartir un beneficio común. Esta idea de "beneficio común" estrecha lazos y cohesiona a las personas.
Por otro lado, la divulgación cultural es un acto de justicia social. El conocimiento no puede estar reservado a una élite, como antaño, sino que debe ser patrimonio de todos. Finalmente, la difusión de la cultura es una pieza fundamental para que las personas conozcan de dónde vienen y, en consecuencia, puedan mirar con mayor realismo su futuro.
¿Qué desventajas tiene la (mala) divulgación cultural?
Pero no todo son ventajas. La divulgación cultural es una herramienta muy poderosa que comporta numerosos beneficios, pero si no se realiza correctamente puede acarrear exactamente lo contrario: confusión, prejuicios y malentendidos.
El profesional tiene que estar preparado para esta tarea. Primero, debe ser un profesional cualificado; es decir, el conocimiento que transmite debe estar debidamente contrastado. En nuestra era de las redes sociales, por desgracia, abundan los supuestos profesionales que, en realidad, no tienen formación en el tema que tratan, o muy escasa.
Si la persona que divulga no está capacitada, el resultado puede ser contraproducente, puesto que puede conseguir que se divulguen bulos e información no contrastada, que lo único que hace es confundir al público. Por último, debemos tener en cuenta que un lenguaje ameno y atractivo no implica perder el rigor, imprescindible para que la divulgación cultural sea exitosa.


Newsletter PyM
La pasión por la psicología también en tu email
Únete y recibe artículos y contenidos exclusivos
Suscribiéndote aceptas la política de privacidad