La salud mental perinatal se ha consolidado como un campo prioritario dentro de la Psicología clínica y de la salud. Y no es por casualidad: el proceso de embarazo, gestación y parto lleva siglos sin ser revisado, dado que lo asumíamos como algo tan natural que solo cabía preocuparse por el bienestar del bebé; pero desde que ha aumentado la sensibilización sobre la salud mental, las cosas han cambiado. Hoy, el bienestar de la madre cada vez es más valorado.
Sin embargo, cuando se trata de personas trans gestantes, el conocimiento disponible sigue siendo limitado y fragmentario. Aun así, la literatura reciente permite identificar patrones, factores de riesgo y necesidades específicas que resultan fundamentales para la investigación, la práctica clínica y el diseño de políticas públicas.
Cosas que debes saber sobre la salud mental perinatal en personas trans gestantes
En este artículo te enseñaré cinco claves para comprender la salud mental perinatal en personas trans gestantes desde una perspectiva psicológica informada y crítica. Lo que leerás aquí puede serte de ayuda tanto si eres alguien con una identidad de género disidente, como si eres pareja o familiar de una persona trans a la que se le asignó sexo masculino al nacer.
1. Una evidencia emergente, todavía insuficiente
La investigación sobre salud mental perinatal en personas trans gestantes es todavía incipiente. Predominan los estudios cualitativos, las revisiones de alcance y los mapeos de literatura, mientras que los estudios cuantitativos centrados específicamente en síntomas como depresión perinatal, ansiedad o trastorno de estrés postraumático siguen siendo escasos. Esta limitación metodológica no implica ausencia de malestar, claro, sino más bien una invisibilización histórica de estas experiencias dentro de la investigación perinatal.
Las revisiones disponibles coinciden en señalar que las personas trans y no binarias gestantes se enfrentan a una mayor vulnerabilidad psicológica en comparación con la población cisgénero. Factores como la disforia de género, la falta de reconocimiento social y la escasa competencia cultural de los sistemas sanitarios aparecen de forma recurrente como elementos de riesgo.
Para la Psicología, este vacío empírico supone un desafío, pero también una oportunidad para desarrollar diseños de investigación más inclusivos y sensibles a la diversidad de género.
2. Disforia de género y cambios corporales durante la gestación
El embarazo implica transformaciones corporales intensas que, en personas trans gestantes, pueden interactuar de manera compleja con la identidad de género. Numerosos estudios cualitativos describen que la gestación puede intensificar la disforia de género, especialmente cuando los cambios físicos son socialmente interpretados de forma femenina o cuando se pierde el control sobre la narrativa del propio cuerpo.
Desde un punto de vista psicológico, esta intensificación de la disforia no debe entenderse como inevitable ni universal. Algunas personas trans gestantes describen el embarazo como una experiencia neutral o incluso afirmativa. Sin embargo, el riesgo aparece cuando estos cambios corporales se combinan con contextos sociales y sanitarios que refuerzan la normatividad cisgénero, invalidan la identidad de la persona o imponen prácticas asistenciales poco flexibles. La vivencia subjetiva del cuerpo durante la gestación se convierte así en un eje central para comprender el bienestar o malestar psicológico perinatal.
3. Estrés de minoría y vulnerabilidad psicológica
El modelo de estrés de minoría resulta especialmente útil para analizar la salud mental perinatal en personas trans gestantes. Este modelo plantea que la exposición crónica a estigmatización, discriminación y expectativas de rechazo incrementa la carga de estrés psicológico, lo que a su vez eleva el riesgo de problemas de salud mental.
Durante el embarazo, el parto y el posparto, este estrés puede intensificarse. El miedo a la transfobia en contextos sanitarios, la hipervigilancia constante y la anticipación de experiencias negativas contribuyen a estados de ansiedad sostenida. En el periodo posparto, estos factores pueden interactuar con la vulnerabilidad emocional propia de la transición a la parentalidad, aumentando el riesgo de depresión posparto o de sintomatología traumática asociada al parto. Desde la Psicología perinatal, resulta crucial integrar el estrés de minoría como variable explicativa y no reducir el malestar a factores individuales.
4. El papel del contexto asistencial en la salud mental perinatal
La atención perinatal se desarrolla en sistemas profundamente generizados, tanto en su lenguaje como en sus protocolos. Para muchas personas trans gestantes, el contacto con servicios de salud se convierte en una fuente adicional de estrés psicológico. La falta de formación específica, el uso reiterado de pronombres incorrectos o la patologización de la identidad de género generan experiencias de invisibilización y maltrato simbólico que pueden tener un impacto directo en la salud mental.
La literatura subraya que una atención afirmativa no solo reduce el malestar psicológico, sino que actúa como factor protector. La Psicología tiene un papel clave en la formación de equipos interdisciplinarios, en el diseño de intervenciones sensibles al género y en la creación de espacios terapéuticos donde la experiencia perinatal de las personas trans gestantes sea validada. El contexto asistencial no es neutral: puede convertirse en un factor de riesgo o en un recurso fundamental para el bienestar.
5. Hacia una psicología perinatal inclusiva y basada en la evidencia
Una de las conclusiones más relevantes de la literatura es que no existe una única forma de vivir la gestación siendo una persona trans. Algunas narrativas describen el embarazo como un proceso reparador o coherente con la identidad personal. Pero ojo, incluso en estos casos, las barreras estructurales y la falta de reconocimiento institucional pueden generar sufrimiento psicológico evitable.
Para avanzar hacia una Psicología perinatal verdaderamente inclusiva, es necesario desarrollar instrumentos de evaluación específicos, promover estudios longitudinales y diferenciar claramente identidad de género y orientación sexual en la investigación. Asimismo, resulta fundamental incorporar la voz de las personas trans gestantes en el diseño de programas de prevención y de intervención clínica. Solo desde un enfoque que combine rigor científico, perspectiva de género y ética del cuidado será posible responder adecuadamente a las necesidades de este colectivo.


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