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¿Qué es el Festival Holi y qué significa en la cultura hindú?

Te contamos en qué consiste la festividad hindú que celebra la llegada de la primavera.

Festival holi significado cultura hindú

La última luna llena del mes de Phalguna (es decir, entre los meses de febrero y marzo) India se levanta al unísono para celebrar su día más esperado: el festival Holi. Esta festividad hindú no solo se conmemora en todos los rincones del país, sino que extiende su influencia hasta el Nepal, Pakistán, Sri Lanka e incluso a lugares tan alejados como Rusia y el Caribe, donde existen comunidades indias que mantienen vivas sus tradiciones.

Pero ¿qué es, exactamente, el festival Holi? ¿Y qué importancia tiene dentro de la religión y la cultura hindú? En el siguiente artículo te contamos todo lo que es necesario saber de esta popular festividad de la India que celebra la llegada de la primavera.

¿Qué es el festival Holi?

En la actualidad, el festival Holi es conocido en todo el mundo y se ha popularizado enormemente, incluso entre personas no hindúes, por su alegría y su colorido. Durante las celebraciones del Holi, las personas cantan y bailan por la calle al son de música tradicional y de Bollywood, mientras se lanzan unos a otros unos polvos de color denominados gulal. A nadie le importa acabar cubierto de capas y capas de pintura; es la alegría de Holi, es el canto jubiloso del comienzo de la primavera.

En efecto, esta festividad hindú celebra el inicio de la estación y de los nuevos comienzos. La retirada del invierno y la explosión de color y de luz que conlleva la recién estrenada primavera es un símil de la renovación interior, el olvido de los miedos y el gozo de abrazar un nuevo renacimiento.

Por ello, en la noche anterior al festival, los hindúes encienden hogueras por toda India. El fuego brilla majestuoso bajo la reluciente luna llena, mientras los fieles realizan una serie de rituales que tienen como objetivo expiar todos los males y participar de la renovación cósmica. Se trata de una tradición muy antigua que hunde sus raíces, como suele suceder, en la leyenda.

El virtuoso Prahlada y la malvada Holika

Son varias las leyendas que pueden situarse como el punto de partida de las celebraciones Holi; entre ellas, la historia del virtuoso príncipe Prahlada, su malvada tía Holika y Hiranyakashyap, su padre, un temido rey asura que pretendía ser adorado por toda la humanidad.

Los asuras eran criaturas a medio camino entre lo humano y lo divino, y, por lo tanto, poseían ciertos poderes contra los que los mortales no podían luchar. A menudo son considerados también una especie de demonios. Hiranyakashyap, el padre de Prahlada, era un rey asura tiránico que odiaba al dios Visnú con toda su alma y, por supuesto, no quería que nadie le fuera devoto. Algunos dicen que el sombrío odio del asura provenía de la muerte de su hermano, el también asura Hiranyaksha, a manos de Visnú.

Por ello, el tirano no podía soportar que su hijo, el príncipe Prahlada, fuera un devoto del dios. Todavía más: Prahlada se negó a abandonar el culto a Vishnu para adorar a su padre. La cólera de Hiranyakashyap fue tan grande, que decidió acabar con la vida de su propio hijo. Para ello, pidió ayuda a su hermana, la malvada Holika.

Holika poseía un manto que tenía la propiedad de resguardarla del fuego. Así, la mujer-demonio se acercó a su sobrino Prahlada y le pidió que la acompañara en un ritual. El joven, solícito y bondadoso, accedió. El ritual consistía en sentarse sobre una hoguera, algo que Holika podía hacer sin miedo, puesto que el manto le protegía. No así Prahlada que, desde el instante en que se sentó sobre las llamas, comenzó a sentir una quemazón que fue en aumento. El joven estaba condenado a perecer abrasado.

Sin embargo, Visnú, el dios a quien el joven era devoto, acudió en su ayuda. Lanzó una ráfaga de aire sobre la pareja, tan fuerte, que el manto de Holika se desprendió de su cuerpo. La malvada mujer, libre de la prenda que la salvaguardaba, murió quemada en pocos segundos. Pero Prahlada, protegido por su devoción al dios, salió intacto.

El hinduismo interpreta este relato como la victoria del bien sobre el mal, de la luz sobre las tinieblas. Prahlada, bueno y virtuoso, recibe la recompensa divina, mientras que Holika (de quien, por cierto, toma nombre el festival) recibe un justo y merecido castigo por su iniquidad. Poco después, el mismo Visnú, reencarnado en el feroz Narasimha, destruye al malvado rey asura.

Hogueras de purificación

En recuerdo a la historia de la virtud de Prahlada y de la maldad de Holika, los hindúes encienden hogueras la noche anterior al festival Holi, en un ritual denominado Holika Dahan (literalmente, ‘la quema de Holika’). A través del fuego, simbólicamente “destruyen” todo lo malo, personificado en Holika, la malvada mujer-demonio que pereció entre las llamas.

Esta cremación simbólica no es exclusiva de la tradición hindú. En muchas otras culturas del mundo encontramos la idea del fuego como elemento que expía los pecados y los malos pensamientos; sin ir más lejos, nuestras propias hogueras de San Juan, realizadas en este caso en el solsticio de verano, tienen una connotación semejante. También en la noche de San Juan es tradición tirar al fuego objetos de los que deseamos desprendernos, con el objetivo de comenzar de nuevo, así como fragmentos de papel en los que escribimos todo lo malo que deseamos destruir.

Así pues, el Holika Dahan, el primer día de la celebración de Holi, constituye una “limpieza interior” que permitirá dejar paso a lo bueno que conlleva la llegada de la primavera. Se trata de una purificación del alma, necesaria para poder abrazar con total plenitud la alegría desenfrenada que se desencadenará al siguiente día, cuando se celebra la festividad Holi, protagonizada por los colores, la risa y la música.

Radha y Krishna, los amantes cósmicos

Al día siguiente del Holika Dahan, desde muy temprano, los hindúes empiezan a celebrar el día grande de Holi. Las impurezas han quedado atrás; todos están preparados para celebrar el regocijo de la primavera y de las nuevas oportunidades. En todos los rincones, en todas las localidades (por muy pequeñas que sean), los fieles salen a la calle a bailar y a reír, mientras se lanzan unos a otros los polvos de colores o gulal, bien directamente con la mano (en este caso, en seco), bien mediante pistolas de agua, conocidas como pichkaris, en las que se mezcla el pigmento con el líquido.

Este segundo día de celebración se conoce como Rangwali Holi (de rang, ‘color’). La festividad está muy ligada a la leyenda del dios Krishna y su amada, la gopi (pastora de vacas) Radha. Cuenta la mitología hindú que Krishna estaba enamorado de Radha, pero tenía miedo de que ella lo rechazara por el color de su piel, que era muy oscura, mientras que la de ella era clara como el sol. La madre del dios, Yashoda, le recomendó que pintara la cara de la pastora del color que deseara. Así lo hizo Krishna, de un modo tan juguetón, que ambos se divirtieron echándose colores uno a otro.

En recuerdo de la entrañable escena, los hindúes, hombres, mujeres y niños, se lanzan gulal unos a otros en el día de Holi. La fiesta, sin embargo, no se celebra de igual forma en todos los lugares. Por ejemplo, en el estado indio de Uttar Padesh es costumbre que las mujeres de la aldea de Barsana sean “atacadas” con colores por los hombres de Nangdaon, el lugar donde la tradición sitúa el nacimiento del dios Krishna. Ante el “ataque”, ellas se defienden con palos, en un ritual denominado Lathmar Holi o, literalmente, ‘Holi con palos’.

En Bengala occidental, por otro lado, durante Holi se celebra el Basanta Utsab o ‘Fiesta de primavera’, totalmente dedicado a la pareja divina, Radha y Krishna. Las estatuas de ambos son paseadas por la ciudad y acompañadas por la devoción de los fieles. En Maharashtra, en el centro-oeste de India, la festividad Holi o Rangpanchami se celebra cinco días después de la luna llena, por lo que es la más tardía. Esto es, precisamente, lo que significa su nombre: Rang, ‘color’, y Panchami, ‘quinto día’.

En cualquier caso, y a pesar de las diferencias, el denominador común de todas las fiestas de Holi es el color. La jornada se convierte en una auténtica orgía de colores, y los participantes acaban cubiertos hasta la raíz del pelo de tonalidades brillantes y alegres. Pero nadie parece molestarse por ello, más bien al contrario; es su manera de dar la bienvenida a la estación y de celebrar el amor de Radha y de Krishna. No en vano, Holi es la fiesta del amor, del renacimiento y de la fertilidad.

Colores que hablan

El gulal o polvo de colores que se usa en Holi es, en la actualidad, sintético. La producción artificial de pigmentos para la celebración empezó en el siglo XIX; pero, con anterioridad, eran las mismas familias quienes fabricaban los pigmentos, a partir de plantas como la cúrcuma y la henna, poseedoras, por cierto, de grandes beneficios para la piel.

Las hojas y las flores de estas plantas se dejaban secar al sol y, posteriormente, se molían para convertirlas en polvo. Cada planta estaba destinada principalmente a un color: mientras que la henna producía el verde, la cúrcuma estaba destinada al amarillo y el kumkun, al rojo. El hermoso e intenso azul, que recuerda la piel del dios Krishna, se extraía del índigo y del hibisco azul.

Por otro lado, y como sucede en todas las culturas, cada color poseía (y posee) un significado concreto. El rojo es uno de los más importantes, puesto que refleja la fertilidad, el amor y el matrimonio, aspectos directamente relacionados con Radha-Krishna. El verde es el reflejo del nuevo comienzo; ese renacer que constituye la llegada de la primavera y, por tanto, de la renovación y la limpieza cósmicas. Holi no es, por tanto, una simple diversión ‘a color’. Puede serlo para los turistas o para la gente no vinculada al hinduismo, pero para los fieles se trata de algo mucho más profundo, conectado con el gozo del renacimiento tras una adecuada purificación.

Algunas tradiciones de Holi

A pesar de que el color es sin duda el protagonista, en Holi existen otras tradiciones centenarias que los hindúes repiten año tras año. En cualquier festividad del mundo encontramos comidas rituales, habitualmente dulces. Por ejemplo, es usual que en todas las casas, durante Holi, se cocinen gujiyas, unas deliciosas empanadas rellenas de fruta, frutos secos y cardamomo. También son típicas por estas fechas las papri o galletas de trigo, así como el puran poli (pan dulce) y el dahi bhalle (lentejas bañadas con yogur).

Pero si existe un alimento tradicional muy singular en Holi es el bhang, cuyo consumo se remonta a hace más de 3.000 años y que se produce con una mezcla de leche y hojas y brotes de cannabis. Según las creencias hindúes, esta bebida conecta al fiel con los dioses; en concreto, con Shiva, el Destructor. Esta divinidad es importante en el panteón hindú, puesto que su destrucción tiene una función de cambio; sin eliminar lo anterior, no se puede construir nada nuevo. De nuevo, vemos su vínculo con la idea de transformación que entraña la fiesta de Holi.

Por otro lado, la música posee también una importancia capital. Porque, paralelamente a las ‘luchas’ de colores que tienen lugar en la calle (en las que los participantes se ‘encaran’ con todos, incluidos los turistas), se suceden los bailes, que, a menudo, son absolutamente espontáneos. En la actualidad, por influencia de la modernidad, en Holi podemos encontrar también numerosos festivales de música electrónica.

Cuando las diferencias no existen

Todavía queda un elemento más relacionado con Holi para tener en cuenta. Durante la festividad, las tradicionales castas hindúes se anulan y las barreras sociales se rompen. Todos lanzan colores contra todos. No existe la diferenciación, solo las personas; personas unidas por una fiesta repleta de alegría, diversión y esperanza.

El color, de nuevo, tiene un papel principal en este sentido. Y es que, bajo las capas de polvos de pintura, los rasgos faciales se desdibujan y el color de la piel desaparece; todos somos iguales ante los ojos del dios, de la misma forma que Krishna quedó igual que su amada Radha cuando, con su juego, inició la tradición de Holi.

Es inevitable pensar en nuestro Carnaval occidental (celebrado, curiosamente, en fechas similares), también ligado a la supresión de las jerarquías y cuya función fue siempre la de trastocar el orden establecido. Y podemos todavía alargarnos hasta las Saturnales romanas, durante las que la barrera amo-esclavo desaparecía y eran los primeros los que debían servir a los segundos. En los rituales religiosos el tiempo se detiene y el mundo terrenal desaparece, en beneficio de un estatus superior, vinculado íntimamente con la presencia del dios, para quien tiempo y lugar no existen.

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  • BLAU, C., Nueve datos sobre el Holi, el festival más colorido de la India, en National Geographic, 1 de marzo de 2018
  • CLAYTON, M. (2020), Mitología hindú. Una Guía Fascinante de Mitos Hindúes y de Dioses y Diosas Hindúes, Refora Publications
  • ELIADE, M. (2000), Tratado de historia de las religiones. Morfología y dialéctica de lo sagrado, ed. Cristiandad
  • GAUDING, M. (2009), La Biblia de los signos y los símbolos, Gaia Ediciones
  • KINSLEY, D. R. (1979), The Divine Player, Motilal Banarsidass

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Sonia Ruz Comas. (2025, marzo 10). ¿Qué es el Festival Holi y qué significa en la cultura hindú?. Portal Psicología y Mente. https://psicologiaymente.com/cultura/que-es-festival-holi-que-significa-cultura-hindu

Periodista

Licenciada en Humanidades y Periodismo por la Universitat Internacional de Catalunya y estudiante de especialización en Cultura e Historia Medieval. Autora de numerosos relatos cortos, artículos sobre historia y arte y de una novela histórica.

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