La convivencia y el respeto hacia el otro y hacia uno mismo requieren una conciencia sobre lo que significa la cultura desde la infancia. “Cada niño porta su cultura. Es decir, con sus saberes, haceres, normas, creencias, valores, rituales y emociones. Desde ahí aprende y enseña”, recalca a Psicología y Mente Alejandra Castiglioni, fundadora del proyecto Interculturalidad e infancias.
Castiglioni, educadora y experta en el tema, trabaja con equipos interdisciplinarios, entre ellos algunos psicólogos como el doctor Juan Augusto Laplacette. Buscan repensar la escuela como un espacio en el que las infancias reconozcan lo que sus cuerpos simbolizan entorno a un contexto y a su diálogo con los demás, considerando que todas las culturas tienen valor y sentidos para aportar, sin preeminencia de ninguna sobre otra.
La educación intercultural, que favorece dinámicas de inclusión, no solo fomenta la empatía y el respeto, sino que enriquece el desarrollo cognitivo de los niños y su salud mental, apuntan los expertos. La literatura, por ejemplo, es un puente muy potente para fomentar la escucha, el respeto, la autoestima y la curiosidad. “Justamente esa es la riqueza de los libros y donde está la potencia de la apertura hacia otras culturas.
Existe la posibilidad de que los niños se identifiquen con un personaje que está en otro contexto, pero a la vez encuentren sus diferencias. Cuando leo mis cuentos a infancias que viven en otras latitudes, no dejo de sorprenderme de cuántas cosas compartimos”, expresa Laplacette, quien sostiene gran parte de su trabajo como terapeuta en los cuentos que escribe e ilustra.
Cambiar la mirada des del mundo adulto
Cuando las infancias están en sus primeros años no suelen tener prejuicios, que llegan desde el mundo adulto. Las representaciones sociales de cada persona están compuestas por ideas limitadas, y si no hay una voluntad de repensarlas es muy fácil caer en prejuicios, especialmente ante lo que se considera diferente.
La psicología infantil y la pedagogía reconocen que es clave reflexionar con los adultos sobre sus propias creencias y visiones, particularmente cuando se trata de casos en los que las infancias sufren discriminación o, al contrario, discriminan. “En un mundo que tiende a deshumanizar es fundamental cuestionar nuestra mirada sobre los demás, reconociendo que en ella anidan prejuicios”, explica Castiglioni, y añade que “la diversidad cultural nos invita a completar relatos históricamente invisibilizados, negados o exotizados”. Relatos que mutan a lo largo de siglos y continúan operando en las infancias.
En su opinión, hoy más que nunca, necesitamos pensamiento crítico y construcción colectiva del conocimiento. No se trata solo de nombrar culturas, sino de construir con ellas. “Creo que el largo plazo se construye en el aquí y ahora, y si pensamos en efectos deseados elijo el de crear escenarios más justos y dignos para las infancias, abrigando el deseo de la transformación social”, concluye la experta.
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