En su teoría del desarrollo cognitivo, Jean Piaget dividió el crecimiento de las capacidades cognitivas en la infancia en cuatro etapas: sensoriomotora, preoperacional, de las operaciones concretas y de las operaciones formales.
A continuación nos centraremos en la etapa preoperacional, la segunda de ellas, en la cual se destacan aspectos como una visión muy egocéntrica, inicios del pensamiento simbólico y la creencia de que todo objeto está vivo.
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¿Qué es la etapa preoperacional?
La etapa preoperacional es un estadio dentro de la teoría del desarrollo cognitivo de Jean Piaget, sucediendo a la etapa sensoriomotora y viniendo antes que la de las operaciones concretas y las operaciones formales. Esta etapa se da entre los 2 y 6 años y su nombre se debe a que, cuando Piaget la conceptualizó, pensaba que los niños de esas edades no eran capaces de realizar operaciones mentales abstractas, estando muy influenciado su pensamiento por cómo percibían las cosas inmediatas.
La etapa preoperacional presenta unos cuántos logros con respecto a la sensoriomotora. Entre los más importantes están el hecho de que, como cabría esperar, las capacidades cognitivas han ido desarrollándose hasta tal punto que el niño posee capacidades como hacer uso de imágenes internas, manejar esquemas, tener lenguaje y usar símbolos, los cuales serán fundamentales en el desarrollo de la conciencia propia.
El principal hito de esta etapa es brindarle al niño de un mayor conocimiento representativo, mejorando su capacidad de comunicación y aprendizaje. Empiezan a usar herramientas de persuasión para conseguir aquello que desean, como juguetes o dulces. Sin embargo, al no entender del todo la lógica, todavía no son capaces de manipular la información de tal manera que se aseguren de satisfacer su deseo o hacerles ver al resto de personas su punto de vista.
A medida que el niño va creciendo, va viviendo cambios en la forma de entender y captar las ideas, a la vez que las expresa mejor. Es decir, construye experiencias acerca de lo que pasa a su alrededor, y progresivamente va formando un pensamiento más coherente y lógico. Además, empiezan a ser capaces de entender que algo puede representar otra cosa, es decir, comienza el uso de símbolos, haciendo que objetos se transforman, de forma momentánea, en otra cosa (p. ej., una cuchara es un avión).
Se denomina preoperacional porque el niño todavía no es capaz de usar la lógica de tal forma que transforme, combine o separe ideas eficientemente. No entiende la lógica concreta, con lo cual no es capaz de manipular la información mentalmente y tomar el punto de vista de otras personas.
En la etapa preoperacional hay dos subestadios.
1. Subestadio simbólico y preconceptual (2-4 años)
El niño se vale de imágenes concretas para entender el mundo, pero no adquiere ideas abstractas o generalizables todavía. Las palabras tienen un significado en función de su experiencia vivida, no en función de lo que se le haya explicado sin haberle dado un ejemplo real que lo represente.
Se vale de preconceptos, los cuales van muy unidos a su experiencia sensorial, motivo por el cual es tan importante que los niños de 2 a 4 años se relacionen mucho con la naturaleza para ir expandiendo su mundo.
2. Subestado intuitivo o conceptual (4-7 años)
La mente del niño está dominada por la percepción inmediata. La intuición juega un papel fundamental en esta etapa dado que implica la interiorización de percepciones en forma de imágenes representativas que prolongan los esquemas sensoriomotores sin coordinación racional. Es decir, el niño, en base a lo que ha visto, intuitivamente se atreve a generalizar lo que ya sabe.
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Características de esta etapa
Jean Piaget atribuyó varias características a los niños que se encuentran en la etapa preoperacional.
1. Centración
La centración es la tendencia del infante a concentrarse en un solo aspecto de un objeto o situación a la vez. Es decir, los niños que se encuentran en esta etapa tienen problemas para pensar en más de una característica y tenerlas todas en cuenta de forma simultánea.
La situación contraria, es decir, ser capaz de desplazar su atención en otro aspecto, tanto de la misma situación u objeto como de otro, es la descentración y, tarde o temprano, la van adquiriendo.
Igualmente, su capacidad para descentrarse varía en función del tipo de situación. Les resulta más fácil cambiar el foco de atención en situaciones no sociales que en aquellas que sí lo son.
2. Egocentrismo
El pensamiento y la comunicación de los niños en esta etapa es típicamente egocéntrico. Con egocentrismo nos referimos a que su forma de ver y describir las cosas gira en torno a su experiencia, es decir, están centrados en sí mismos.
Así pues, los niños preoperacionales asumen que lo que ellos ven, oyen y sienten también lo están viendo, oyendo y sintiendo los demás.
3. Juego
Aunque los niños de 2 a 7 años juegan, su forma de hacerlo es en paralelo. Es decir, juegan a menudo, e incluso pueden hacerlo varios niños en una misma habitación. Sin embargo, no interactúan, cada uno está absorto en sus cosas y rara vez juegan de forma colectiva.
Aunque es normal que los padres traten de motivar a sus hijos para que jueguen con los demás niños, lo cierto es que de acuerdo con Piaget lo normal en estas edades es jugar sin compartir o crear ningún vínculo con los demás niños de la misma edad. Esto sería debido a que los niños todavía no comprenden la capacidad del habla ni las reglas por las que se rige.
4. Representación simbólica
La representación simbólica es la capacidad de realizar una acción, ya sea por medio de palabras o usando objetos, para representar algo distinto. El lenguaje es la cima de la representación simbólica dado que por medio de fonemas y grafemas somos capaces de representar objetos, ideas y acciones.
Aunque importante, Piaget considera que no es el lenguaje lo que facilita el desarrollo cognoscitivo, sino más bien habría una relación inversa. Es decir, sería el propio desarrollo cognitivo normativo el que promovería el desarrollo del lenguaje y su uso como representación simbólica.
5. Juego simbólico
Relacionado con la capacidad de representación simbólica, los niños preoperacionales son capaces de jugar a algo que no son, como superhéroes, bomberos, médicos… Es decir, pueden representar simbólicamente el ser otras personas.
También son capaces de hacer esto con objetos, como por ejemplo coger una escoba y hacer que es un caballo. Objetivamente, queda claro que se trata de una escoba, y el niño lo entiende, pero también, con la intención de divertirse, lo convierte en su mente en el animal y hace como que monta en él. También es a esta edad que los niños pueden inventarse un amigo imaginario.
En el juego simbólico los infantes van avanzando en sus conocimientos sobre cómo funciona el mundo. Cómo son las personas, los objetos y las acciones que éstos pueden desempeñar. Así, construyen representaciones cada vez más sofisticadas del mundo a partir de sus experiencias. A medida que va en aumento el juego simbólico, más se reduce la visión egocéntrica.
6. Animismo
El animismo es la creencia de que los objetos inanimados, como pueden ser juguetes, lápices, coches o cualquier otro poseen sentimientos e intenciones humanas. Es decir, según Piaget, el niño de la etapa preoperacional considera que el mundo natural está vivo, es consciente y tiene un propósito.
Dentro de esta característica, Piaget detectó cuatro etapas:
La primera va de los 4 a los 5 años, siendo aquella en la que el niño cree que casi todo tiene vida y tiene un propósito.
Durante la segunda etapa, comprendida entre los 5 y 7 años, solo considera como vivos aquellos objetos que se mueven y les atribuye un propósito.
La tercera, entre los 7 y 9 años, el niño solo considera como vivos los objetos que se mueven de forma espontánea.
La última etapa va desde los 9 y 12 año, y en base a lo que ha aprendido tanto de su entorno familiar como de la escuela el niño entiende que sólo las plantas y los animales tienen vida.
7. Artificialismo
El artificialismo es el hecho de que los niños preoperacionales piensen que aspectos del entorno como las nubes, las estrellas, los animales o cualquier otro son fabricados por las personas. Se trata de una característica muy normal a estas edades, mezcla de todavía no conocer cómo funciona el mundo y de su interés en el mundo natural.
8. Irreversibilidad
La irreversibilidad es el hecho de que los niños preoperacionales son incapaces de invertir la direccionalidad de una secuencia de eventos a su punto de partida. Es decir, después de haber hecho una serie de acciones, por ejemplo, con piezas de lego o de cualquier otro tipo de juguete similar, los niños no serían capaces de hacer los pasos inversos para volver al mismo punto en el que estaban al principio.
El experimento de las tres montañas
Piaget quiso comprobar a qué edades los infantes seguían teniendo una perspectiva egocéntrica de la realidad. Para ello, en colaboración con la psicóloga Bärbel Inhelder en 1956 aplicó el experimento de las tres montañas, el cual consiste en presentarles a los niños una maqueta en la que hay tres montañas. En una su cumbre está nevada, en otra hay una casita en lo más alto y en la tercera se encuentra una cruz arriba del todo.
La premisa de Piaget e Inhelder era que si el niño tiene una perspectiva egocéntrica, asumirá que los demás ven la misma perspectiva que él tiene de las montañas. En cambio, si el niño ha superado el egocentrismo, será capaz de entender que los demás no tienen por qué ver exactamente lo mismo que él, y sabrá indicar qué es lo que están viendo. Así pues, el principal objetivo de Piaget e Inhelder era ver a partir de que edad los niños eran capaces de descentrar su atención e indicar lo que otros podrían ver.
El método era sencillo. Se enseñaba al niño sujeto del experimento la maqueta y se le decía que podía dar vueltas alrededor y curiosear un poco sobre lo que veía. Pasado un rato, se cogía al niño y se le hacía sentarse en una silla para que tuviera una visión estática de la maqueta. Acto seguido, se cogía una muñeca que se colocaba en varias posiciones de la mesa.
Una vez hecho esto se le presentaba al niño varias fotografías de las montañas, tomadas desde diferentes posiciones. La tarea era que el niño indicara qué fotografía mostraba la misma perspectiva que estaba viendo la muñeca. Así pues, si el niño señalaba la fotografía que se correspondía con su misma visión, el niño todavía era egocéntrico. En cambio, si indicaba lo que veía la muñeca y acertaba, entonces era señal de que había superado su visión egocéntrica.
Tras haber realizado el experimento, Piaget e Inhelder descubrieron que los niños de 4 años tenían una visión prácticamente siempre egocéntrica, dado que solían indicar la imagen que representaba lo que ellos mismos veían y no mostraban señales de ser conscientes de que la muñeca viera algo diferente. Era a partir de los 6 años en los que se empezaba a ver a niños que eran capaces de entender que lo que la muñeca veía era distinto, aunque rara vez acertaron. Quienes sí acertaron casi siempre eran los niños a partir de los 7-8 años.
Crítica a Piaget: El problema de los muñecos de policía
Pero pese a los hallazgos de Piaget e Inhelder en 1956, Martin Hughes argumentó en 1975 que este experimento no tenía sentido para los niños porque era difícil que lo comprendieran. Era demasiado complicado para infantes de esas edades tener que asemejar su propia perspectiva visual con las que se les mostraba en las fotografías y pretender suponer qué era lo que veía la muñeca.
En base a esto, Hughes ideó una tarea que tenía era más fácil de entender para los niños. Mostró a los infantes un modelo que comprendía dos paredes que se cruzaba perpendicularmente, formando una cruz griega que tenía cuatro esquinas. Para el experimento usaba, además, tres muñecos, dos de ellos eran de policías y uno de un ladrón.
Primero, se ubica un muñeco de policía en varias posiciones, y se pedía a los niños que seleccionaran ese mismo muñeco. La finalidad de esto era asegurarse de que el niño comprendía lo que se le pedía, dado que a edades tan tempranas puede ser que el problema no sea el tener una visión egocéntrica, sino el no comprender del todo el lenguaje hablado. En caso de que el niño cometiera errores, se le volvía a explicar la tarea y lo intentaba otra vez. Curiosamente pocos cometieron errores en los primeros ensayos.
Una vez comprobado que los niños entendían el experimento, se daba inicio al experimento en sí. Hughes introducía un segundo muñeco de policía, ubicándolo en el extremo de dos paredes. Se pedía al niño que cogiera el muñeco de ladrón y lo escondiera de ambos policías, es decir, tenía que tener en cuenta dos puntos de vista diferentes.
La muestra con la que trabajó Hughes iba de los 3 a los 5 años y cerca del 90% fue capaz de dar respuestas correctas. En base a esto, Hughes ideó una situación más compleja, con más paredes y un tercer policía, e incluso el 90% de los niños de 4 años tenían éxito. Con esto Hughes demostraba que los niños habían superado su visión egocéntrica apenas con 4 años, siendo capaces de asumir la perspectiva del otra persona bastante más pronto de lo que Piaget había asegurado con su experimento de las tres montañas.
Referencias bibliográficas:
- Borke, H. (1975). Piaget’s mountains revisited: Changes in the egocentric landscape. Developmental Psychology, 11(2), 240.
- Piaget, J. (1929). The child’s concept of the world. Londres, Routledge & Kegan Paul.
- Piaget, J. (1951). Egocentric thought and sociocentric thought. J. Piaget, Sociological studies, 270-286.
- Piaget, J., & Cook, M. T. (1952). The origins of intelligence in children. New York, NY: International University Press.
- Piaget, J., & Inhelder, B. (1956). The Child’s Conception of Space. London: Routledge & Kegan Paul.
- Hughes , M. (1975). Egocentrism in preschool children. Unpublished doctoral dissertation. Edinburgh University.
- Tamis-LeMonda, C. S., & Bornstein, M. H. (1996). Variations in Children’s Exploratory, Nonsymbolic, and Symbolic Play: An Explanatory Multidimensional Framework. Advances in infancy research, 10, 37-78.
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