La imagen corporal: reflejo de nuestra mente

Así es como la evaluación que hacemos sobre nuestra imagen corporal se plasma en nuestras vidas.

La imagen corporal: reflejo de nuestra mente
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Nuestro cuerpo es nuestro “aparato de comunicación”. Esta es una frase que encontré en un texto sobre comunicación social tiempo atrás. Y, revisando la información que aparece hoy en Internet, podemos ver que la frase alude a la comunicación no verbal, que es aquella forma de comunicación que no ocurre a través de las palabras, sino mediante los gestos, el nivel de escucha del interlocutor, las posturas, la vestimenta y la primera impresión que proyectamos en el contacto inicial con otra persona, entre sus formas habituales.

Entonces, podemos decir que nuestro cuerpo comunica de manera no verbal, desde dicha primera impresión. Sin embargo, en esta oportunidad proponemos un enfoque caracterizado por la fuerza de las representaciones que a partir de nuestro cuerpo físico construimos, tanto a nivel psicológico, como social.

¿En qué momento empezamos a ser conscientes de nuestra contextura o imagen corporal?

Centramos la respuesta a esta pregunta en dos dimensiones: la evolutiva, y la histórica. Al referirnos al campo evolutivo, es a partir de la pubertad, alrededor de los 10 años, en que empieza a surgir la preocupación por la imagen y el peso corporal. Es recién en este momento, en que empieza a tomar forma nuestra identidad, y nos hacemos preguntas sobre cómo somos, quiénes somos y cómo nos ven los demás.

Eric Fromm, fue un psicoanalista judío, alemán, que promueve una nueva conceptualización del psicoanálisis, basada en el ejercicio de la libertad de la persona humana. Él profundiza en el tema de la evolución, y dice que conforme va creciendo el niño, va acortando sus vínculos con sus padres, descubriendo así, progresivamente, su individualidad, y también surge la inseguridad.

Fromm también aborda la perspectiva histórica con relación a la toma de consciencia acerca del desafío que implica la individualidad. Sostiene que en la edad media (S XIV a S XV) las personas solamente eran conscientes de pertenecer a una familia, a un pueblo o a una colectividad. Es recién a finales de la edad media en que empieza a surgir el individualismo. Las personas empiezan a tomar consciencia de que, gracias a su esfuerzo, son capaces de lograr sus deseos u objetivos. Ello empieza a manifestarse, en ese entonces, en las artes y la moda.

Acerca de la moda

La moda podría ser un aspecto relevante al hablar sobre la imagen corporal. Sin embargo, los patrones relacionados con la imagen corporal no han variado, mayormente, a lo largo de la historia, al menos, en el mundo occidental.

Recordemos que el ideal de la figura corporal en la Grecia antigua estaba caracterizado por el hombre esbelto, de hombros anchos y musculosos. Y con relación a la mujer, el ideal de belleza física estaba representado por la diosa Afrodita, quien mostraba un cuerpo de formas bien proporcionadas.

En ambos casos, es decir, tanto en el caso de los hombres como en el de las mujeres, el mantener un peso corporal adecuado o, específicamente, la proporcionalidad de la forma corporal era lo deseable. En aquellas épocas ya se hablaba del “culto al cuerpo”. Curiosamente, esta expresión vuelve a ser (o sigue siendo) tendencia en los tiempos actuales. Ello ha dado lugar a un desarrollo inimaginado, tanto en la ciencia, como en el arte, la moda, la industria, el comercio y las comunicaciones.

La imagen corporal como tendencia en la actualidad

Por lo tanto, es preciso que prestemos atención al componente psicológico que está detrás de este deseo natural de cuidar nuestra imagen corporal, el cual encierra aspectos: cognitivos (pensamientos), afectivos (emociones) y conductuales (acciones). Estos tres aspectos se encuentran interrelacionados.

A nivel cognitivo la mente puede ser implacable cuando se trata de “evaluarnos”, pudiendo generar, con respecto a la propia imagen corporal, pensamientos de vergüenza por la forma de nuestro cuerpo, y de culpa por haberle “fallado” a nuestro cuerpo. Ello repercute en nuestras emociones, específicamente, en el afecto hacia nosotros mismos, llegando a alterar nuestro estado de ánimo de manera persistente, y, por consiguiente, la parte conductual, que tiene que ver con nuestras acciones en el día a día, se ve mermada.

Pero, a nivel social también “evaluamos” a los demás a partir de su imagen corporal, y, en ciertos casos tendemos a estereotipar al otro desde el contacto inicial, guiándonos por nuestra primera impresión.

Sin embargo, el objetivo de este artículo es ofrecer algunas herramientas terapéuticas que ayudan a contrarrestar el malestar que se siente cuando la evaluación que hacemos de la forma de nuestro cuerpo es “desaprobada” por nosotros mismos. Estas herramientas son pilares sobre los que se sostiene la Terapia de Aceptación y Compromiso (ACT, por sus siglas en inglés).

Un primer pilar se basa en ser conscientes de nuestros pensamientos y observarlos, tratando de tomar distancia de ellos; es decir, sin fusionarnos con ellos. Este pilar se conoce como Defusión, porque se entiende como lo opuesto a fusión. Por ejemplo, si estamos haciendo dieta para bajar de peso, repetir una y otra vez: “no quiero comer pizza”, con la idea de que así el deseo de comer pizza desaparecerá, no es conveniente y hasta podría resultar contraproducente, porque se refuerza la presencia de la pizza en la mente, y está probado, científicamente, que el deseo no desaparece. Más bien, la Defusión propone la aceptación del pensamiento: “quiero comer pizza”, sin juzgamiento alguno, sino observándolo con tranquilidad, cada vez que aparezca, sin retarlo. Así, poco a poco se irá desvaneciendo y el deseo de comer pizza se atenuará.

Otro pilar sobre el que se sostiene la Terapia de Aceptación y Compromiso es aquel que consiste en identificar lo que es verdaderamente valioso en nuestra vida. Este pilar corresponde a la herramienta Valores y va más allá de cultivar y actuar de acuerdo con los valores universales. En el modelo ACT los Valores responden a una forma de vida encaminada a cultivar aquello que te hace feliz. Siguiendo con el ejemplo de la pizza, el Valor podría ser bajar de peso, para poder disfrutar de las caminatas, viajes o deportes, con tu pareja, y no tanto, bajar de peso solo por verte bien.

Lourdes De La Puente Arbaiza

Lourdes De La Puente Arbaiza

Magister Psicología educacional - UPCH

Profesional verificado
Santiago de Surco
Terapia online

Sin embargo, el Valor podría no estar directamente ligado a tu apariencia corporal. Por ejemplo, si descubres que la ayuda social te da satisfacción, puedes encaminar tu esfuerzo a encontrar espacios de tiempo para realizar esta ayuda en bien de los demás, y podría ser la herramienta que libera tu mente de los pensamientos que no te ayudan en tu objetivo de bajar de peso.

Finalmente, recuerda que de lo que se trata es que logres verte y sentirte bien, y no precisamente que te vean y piensen que estás bien.

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  • Fromm, E. (2004), El miedo a la libertad.
  • Hayes, S. (2020), Una mente liberada.

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Lourdes de la Puente. (2025, noviembre 20). La imagen corporal: reflejo de nuestra mente. Portal Psicología y Mente. https://psicologiaymente.com/psicologia/imagen-corporal-reflejo-de-nuestra-mente

Doctorada en Psicología

Santiago de Surco

Lourdes De La Puente Arbaiza es Magister Psicología Educacional y y egresada del Programa de Doctorado en Psicología. Se especializa en la atención a mujeres.

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