El duelo es uno de los fenómenos psicológicos más intensos y, mientras dura, más dolorosos emocionalmente.
Al basarse en una situación de pérdida, va de la mano de la necesidad de adaptarse a una nueva realidad en la que echamos en falta a algo o a alguien. Por ello, el malestar emocional muchas veces se une a cambios objetivos en nuestro entorno: no poder hablar con alguien, ver transtormado el lugar en el que vivimos, etc. Es, por ello, una experiencia que no todo el mundo ve fácil de gestionar.
Para comprender mejor la naturaleza del duelo psicológico, entrevistamos a la psicóloga Ana María Egido, coautora del libro Duelo y resiliencia: guía para la reconstrucción emocional.
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Entrevista a Ana María Egido: comprendiendo el proceso de duelo
Para conocer las ideas clave que ayudan a comprender el duelo, enrevistamos a Ana María Egido, psicóloga de El Prado Psicólogos y coautora junto a Rosario Linares del libro Duelo y resiliencia: guía para la reconstrucción emocional, publicado en la editorial Oberón.
¿Cómo surgió la idea de escribir el libro?
El duelo, ya sea por una ruptura de pareja o por el fallecimiento de un ser querido, es uno de los motivos por los que muchas personas acuden a nuestra consulta.
A pesar de que el duelo es algo universal, es decir, algo por lo que todos los seres humanos vamos a pasar alguna vez a lo largo de nuestra vida, observamos que existe mucho desconocimiento sobre él y esto hace que las personas lo vivan con mayor sufrimiento.
Es por este motivo que nos pareció útil poder escribir un libro dirigido a la población general, de manera que quien lo lea pueda familiarizarse con el proceso y entenderlo mejor.
Por otro lado, también quisimos darle un enfoque práctico, por lo que en la primera parte del libro hablamos sobre qué es el duelo y qué se siente cuando vamos transitando sus etapas, y en la segunda, nos centramos más en qué podemos hacer para sobrevivir a un duelo de manera resiliente.
Nos sentimos muy agradecidas, a lo largo de estos meses nos están llegando muchos comentarios de personas y colegas de profesión que han recomendado el libro tanto a pacientes como a personas conocidas que están pasando por un duelo porque lo consideran una guía completa que ayuda a entender el proceso y alivia emocionalmente a aquellos que están pasando por él.
¿Tendemos a pasar por alto la existencia de formas de duelo que no tienen que ver con que se haya muerto alguien importante para nosotros?
Normalmente la palabra duelo nos lleva directamente a pensar en la muerte de un ser querido, pero existen otras pérdidas y acontecimientos que pueden hacer también que pasemos por él.
En el libro hemos guiado el proceso de duelo basándonos principalmente en la pérdida por fallecimiento y las rupturas sentimentales, pero más allá de esto, hemos querido ofrecer una visión que pueda ser útil de manera general para las personas que estén pasando por cualquier tipo de duelo, para que de esta forma, puedan identificar el dolor que les produce y tengan recursos para afrontarlo.
Dependiendo de cada persona, existen otras pérdidas que pueden hacer que pasemos por un duelo. En un capítulo del libro hemos querido recoger algunas de ellas haciendo referencia al duelo perinatal, ya que hemos encontrado que muchas parejas lo sufren sin poder expresar su dolor ni ver reconocida su pérdida.
Es una manera de reivindicar y poder llamar la atención de manera que podamos entender que los padres que han perdido un hijo antes de nacer o en sus primeros días de vida se enfrentan a un proceso muy doloroso de duelo que pocas veces es legitimado o reconocido tanto por los profesionales sanitarios como por la familia, ámbito laboral o círculos más cercanos.
Nos hemos encontrado casos en los que nos cuentan cómo las mujeres que sufren un aborto son ingresadas en la misma planta que aquellas que ingresan para dar a luz, compartiendo habitación con ellas.
Otra de las demandas que tienen es en relación al reconocimiento del duelo. Nos comentan que las personas de su entorno familiar, laboral o social no entienden que se sientan tristes por tanto tiempo, no les prestan la atención o ayuda que necesitan, o intentan consolarles mientras les alientan a tener otro hijo pronto.
Otra de las pérdidas que citamos, porque nos parece muy importante hacerla visible para que se tenga en cuenta por el alto nivel de dolor que produce, es la muerte de una mascota. Las personas que pasan por un duelo por la pérdida de su mascota necesitan ser acompañadas, necesitan su tiempo para poder sobreponerse a la pérdida, y el no reconocerles este proceso sólo dificulta el que puedan recuperarse de una manera adecuada. Los animales forman parte de la vida de las personas que los cuidan y dejan un tremendo vacío tras su muerte, por ello consideramos importante respetar y validar su dolor.
Más allá de las pérdidas que citamos, existen otro tipo de circunstancias que pueden desembocar en un proceso de duelo, como son la pérdida de la salud (pérdida de capacidades físicas o cognitivas), el duelo migratorio (cambio de país de residencia principalmente) o la pérdida de un empleo, entre otras.
Por tu experiencia profesional, ¿crees que quienes han pasado por más situaciones de duelo tienden a sentir menos malestar, sin necesidad de haber ido nunca a terapia con este motivo de consulta?
Es una pregunta compleja, ya que esto depende de cada caso en particular. Vamos a ver algunos escenarios posibles en relación a esto.
Existen personas que han sufrido pérdidas anteriores sin elaborar y en las que la pérdida actual reactiva estos duelos anteriores no elaborados, por lo que aunque ya hayan sufrido estas experiencias antes, la pérdida actual puede hacer que lo lleven peor, y muchas veces les lleva a la consulta.
Por otro lado, si las tareas del duelo se han llevado a cabo adecuadamente, el haber sobrevivido de manera adaptativa a otras pérdidas puede hacer que las siguientes se afronten desde estas experiencias que al final nos enseñan que hemos podido sostener el dolor, por lo que también podremos hacerlo ahora.
Pero es importante tener en cuenta que cada duelo es un mundo, y depende no tanto de haber tenido experiencias de duelo anteriores, sino del momento en el que sucede la pérdida, el vínculo o la relación que se tenía con esa persona y las circunstancias de la pérdida.
¿Puede el duelo llegar a evolucionar hasta convertirse en depresión?
El duelo es un proceso que hace que la persona conecte con el vacío y la tristeza más profunda, que durante un tiempo te “aparta” de la vida tal y como la vivías antes para poder reestablecerte y encontrar un nuevo sentido que te ayude a seguir adelante. Muchas personas pueden confundir estos estados con una depresión y en la mayor parte de los casos esto se va resolviendo a través del paso del tiempo y de ir cumpliendo las tareas del duelo.
Se convierte en depresión cuando el doliente no puede resignificar el sentido de su vida, cuando se estanca y sigue viviendo volcando su atención en la persona que ya no está, cuando no puede desenvolverse con normalidad en las diferentes áreas de su vida, cuando el nivel de sufrimiento no se va haciendo más soportable y la persona sigue viviendo con mucho malestar a pesar de que haya pasado un tiempo considerable.
En estos casos sería necesaria la intervención de un profesional de la salud mental para que el duelo no se enquiste y desemboque en otros desórdenes psicológicos.
¿Cuál es el momento en el que una persona debería plantearse acudir a terapia para tratar su malestar por duelo?
Como he mencionado anteriormente, uno de los momentos clave para acudir a terapia para tratar un duelo es cuando ha pasado un tiempo prudencial y la persona sigue sin poder restablecer su vida, cuando el malestar (culpa, abatimiento, ira, soledad) le desborda y siente que no tiene recursos o la suficiente fuerza para tolerarlo.
También es recomendable acudir de modo preventivo, es decir, si sientes que, aunque haya pasado poco tiempo de la muerte, la ayuda y acompañamiento de un profesional puede ayudarte a encaminar el proceso de duelo, aportándote información sobre el proceso que vas a vivir y ofreciéndote recursos que te ayuden a aliviar el dolor. El trabajo terapéutico en el duelo es muy importante y es clave para ayudar a que los dolientes lo vivan con menos perturbación.
Lamentablemente, debido a la pandemia por COVID-19, la sociedad ha tenido que enfrentarse a nueva manera de vivir el duelo. ¿Cuáles son sus características o qué lo hace diferente?
Uno de los temas más mencionados durante esta pandemia ha sido el duelo de los familiares que han perdido a seres queridos a los que no han podido acompañar ni dar una despedida digna.
El duelo por COVID-19 nos ha traído ciertas peculiaridades que debemos tener en cuenta. Por un lado, en algunos casos, y sobre todo al principio cuando no disponíamos de los suficientes medios e información, han existido casos en los que los propios familiares, profesionales o cuidadores han podido ser vectores de contagio. Para estas personas, los sentimientos de culpa y de ira son, si cabe, mucho más acusados, pudiendo derivar en un duelo complicado.
Otra de las características de este duelo es que acentúa la impotencia, los sentimientos de culpa, el miedo, la ira y la soledad. Los dolientes pueden sentir un intenso malestar por no haber podido acompañar, porque a su ser querido no se le haya podido ofrecer la ayuda y atenciones que necesitaba, porque no se le ha podido despedir, porque no han podido recibir el cariño de otros seres queridos al estar confinados. Esta experiencia nos ha recordado la imprevisibilidad de la muerte.
Por último, me gustaría destacar la importancia de los rituales de despedida y el acompañamiento en los últimos momentos de vida. En el relato de las personas que no han podido despedir a sus seres queridos, podemos apreciar lo necesario que es el poder despedir el cuerpo para empezar a aceptar lo que ha sucedido y minimizar la sensación de irrealidad, el funeral tiene un gran valor de reparación tanto a nivel interno para empezar a elaborar la muerte como a nivel social, dándonos la oportunidad de poder hablar de lo que ha sucedido, de lo que sentimos para poder así darle un sentido y para recibir el cariño y la cercanía de las personas que nos quieren y constituyen nuestra red de apoyo.
El hecho de que los familiares no hayan podido hacerlo o lo hayan hecho de forma rápida y sin apenas allegados, ha sido uno de los dramas de esta pandemia.
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