Una de las características de la infancia es que en esta etapa se es especialmente vulnerable a ciertas situaciones que dejan en nosotros una fuerte huella emocional.
A veces, esta clase de experiencias producen un malestar duradero y alteran las actitudes y patrones de comportamiento del niño o niña, convirtiéndose en un problema. La terapia a través de EMDR es una de las maneras en las que los psicólogos pueden ofrecer apoyo profesional en estos casos, y en esta ocasión entrevistamos a una experta en el tema para comprender el uso de esta herramienta. Es Cristina Cortés, psicóloga del centro de psicoterapia Vitaliza, en Pamplona.
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La terapia con EMDR en niños y niñas: ¿cómo funciona?
La intervención terapéutica con EMDR para niños y niñas es una manera de ayudarles a integrar recuerdos y emociones que desbordan a los más pequeños. En esta entrevista a Cristina Cortés, del centro Vitaliza, veremos en qué consiste este tipo de terapia y cómo se utiliza en un centro de psicología.
¿Qué es, desde la perspectiva de un profesional de la salud mental, la terapia EMDR?
La terapia EMDR es una intervención terapéutica centrada en el trauma, y reconocida para tal fin por la Organización Mundial de la Salud (OMS) por su efectividad. Los clínicos se dieron cuenta en seguida que podía ser de mucha utilidad en otras situaciones y contextos terapéuticos, como así lo avala la investigación que se ha venido desarrollando durante estos últimos años, con unos resultados muy prometedores.
Podemos considerar a EMDR como un abordaje psicoterapéutico en el tratamiento de diferentes y muy variadas problemáticas emocionales, siembre secundarias a experiencias que nos han desbordado o desbordan en momentos difíciles de nuestra vida y que terminan apareciendo en forma de fobias, ataques de pánico, duelos no resueltos o estrés postraumático derivado de accidentes, desastres naturales, guerras, muertes imprevistas.
¿Y desde la perspectiva del paciente?
Desde la perspectiva del paciente llama la atención la utilización de los movimientos oculares o la estimulación bilateral que se utilizan en algunas fases del protocolo. La estimulación bilateral es un elemento clave de la intervención cuando se procesan las memorias traumáticas o perturbadoras.
¿Cuáles son las particularidades de la terapia EMDR aplicada a niños y niñas? ¿Es más útil en esta franja de edad?
La terapia de EMDR en niños y adolescentes tiene en cuenta, sobre todo, el desarrollo madurativo del niño, niña o joven, adaptándose a sus características madurativas, así como la edad en la que se produjo la situación traumática o adversa.
No debemos olvidar que al acceder a esas memorias se pueden activar memorias de estado, que condicionan los recursos con los que se responde en ese momento, algo que también debe ser tenido en cuenta a la hora de adaptar adecuadamente el protocolo EMDR. Igualmente es muy importante incluir a los padres en el proceso terapéutico, haciendo que sean partícipes de la evolución y de la mejoría de sus hijos y potenciando así la conexión y la seguridad que sienten estos en la relación con sus padres.
Desde mi perspectiva y experiencia clínica, EMDR es una intervención que facilita la terapia en múltiples problemas y dificultades a lo largo del desarrollo. El desarrollo en sí mismo es una conquista de habilidades y recursos que a veces puede superar al niño y más si el sistema familiar está pasando por diferentes situaciones de estrés, pérdidas, etc.
EMDR es una terapia joven, y su aplicación y adaptación a la población infantojuvenil es aún más joven. Los resultados clínicos en la población infantil y juvenil son buenos y los últimos estudios realizados, así lo corroboran. Aun así, se necesita más investigación. La Asociación EMDR España participa en un estudio que se está realizando sobre la Escala de Experiencias Familiares en la infancia.
La formación específica de EMDR en niños y adolescentes no solo capacita a los profesionales que trabajan con esta franja de edad a utilizar el protocolo de EMDR del desarrollo y adecuarse a las necesidades del niño en cada fase de la intervención, sino que además ayuda a todo terapeuta EMDR que trabaja con población traumática infantil o adulta a manejar adecuadamente los estados infantiles que pueden aparecer durante las sesiones.
¿Cuáles son los problemas que los padres y las madres encuentran en el desarrollo psicológico de sus pequeños y que, al acudir al psicólogo en busca de ayuda, pueden dar paso a una intervención con EMDR?
Las dificultades más generalizadas que se encuentran los padres durante el desarrollo son en torno a la introducción de límites, lidiar con las rabietas, las dificultades para conciliar el sueño, manejo de pesadillas y terrores nocturnos y la ansiedad por separación o el bulling. Muchas de ellas teñidas por la falta de tiempo y la prisa que nos caracteriza como sociedad y que ejercen tanto daño inevitablemente en las relaciones, y en especial en las relaciones de apego entre padres e hijos.
En algunos casos, las dificultades se deben más al hecho de que la crianza activa los modelos de educación y apego de los padres, y estos reviven a modo de redoble de tambor de fondo sus experiencias en las relaciones tempranas, condicionando así sus respuestas con sus propios hijos. En estos casos la intervención recae en la relación, tanto en los padres como en el niño.
En otras son situaciones concretas vividas por el niño, donde se ha visto desbordado en sus recursos de afrontamiento y la experiencia ha generado un impacto emocional del que no logra liberarse.
¿Puede decirse que la terapia EMDR ayuda a reconciliarse con ciertos contenidos de la memoria emocional?
Sí, claro, la memoria emocional depende de nuestra historia relacional y de las situaciones de riesgo o peligro que hemos vivido o percibido. Todas ellas se pueden procesar mediante EMDR. No cambiamos los hechos que nos desbordaron, pero sí el cómo nos situamos ante ellos, con una perspectiva nueva y más amplia.
Cada vez se está utilizando más la terapia EMDR para mejorar los estilos de apego. Comienzan a desarrollarse investigaciones con niños adoptados y en acogimiento que muestran resultados positivos. Concretamente, en nuestro centro, en Vitaliza, estamos llevando a cabo una investigación con EMDR con niños que han sufrido abandono temprano.
Igualmente, se ha llevado a cabo una investigación con EMDR en España, con menores no acompañados inmigrantes, que muestra la evidencia de la reducción de la sintomatología tras la intervención.
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Posiblemente no sea fácil hacer que los pequeños entiendan en qué consiste este procedimiento terapéutico. ¿Cómo se lo explicáis en Vitaliza?
La terapia con los más pequeños se introduce a través del juego, los dibujos, las cajas de arena, las marionetas, los cuentos, etc. A través de estos elementos les vamos explicando en qué consiste la terapia, cómo su cerebro y su cuerpo tienen la capacidad de digerir recuerdos que se han quedado de alguna forma congelados y les hacen sentir mal, cómo todas las noches ellos, sin saberlo, utilizan los MOR (Movivientos Rapidos Oculares), para intentar digerir esos recuerdos, y cómo con EMDR vamos a utilizar esos mismos movimientos oculares para que esas memorias dejen de molestarles.
El cuento ilustrado ¿Cómo puedo salir de aquí? del cual soy autora, ha sido una forma más para explicar e introducir la terapia EMDR tanto a las familias y como a los niños y niñas. Lo cierto es que, en general, no tienen mayor dificultad para entenderlo.
¿Cuáles son los primeros cambios a mejor que los niños y niñas notan en sus vidas tras haber iniciado la terapia EMDR?
En general se produce una reducción de la sintomatología; mejora el humor, se concilia el sueño mejor, aumenta el optimismo. Es curioso, por ejemplo, cómo mejoran tanto la calidad como cualidad de los dibujos. Me encanta cuando dicen, “ya está, se ha ido…” es una forma de decirnos que realmente lo que les dolía ha dejado de hacerlo.