El doxing es uno de los últimos ejemplos del acoso adaptado a los tiempos recientes. Es una muestra de cómo nuestra manera de dañar a los demás evoluciona a la vez que se van desarrollando las nuevas tecnologías.
Concretamente, se trata de un tipo de acoso basado en el udo de Internet y del poder que este espacio virtual tiene a la hora de perjudicarnos, hasta el punto de hacer que le tangamos miedo. Lamentablemente, además, el doxing es cada vez más común, y se ceba especialmente con las mujeres. En este artículo veremos en qué consiste.
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¿Qué es el doxing?
Una de las características por las que Internet suele ser valorado más positivamente es que nos deja hacer casi de todo manteniendo un relativo anonimato. Sin embargo, este anonimato puede llegar a ser, en realidad, un espejismo. Puede que la red de redes sea un lugar en el que resulta habitual navegar con una máscara puesta, pero también es cierto que da la posibilidad de que miles de personas vean datos privados sobre nosotros o que, incluso, algunas consigan averiguar cosas de nuestra vida que difícilmente podrían llegar a saber si no fuese por Internet. Con algunos conocimientos de informática o programación, unos cuantos clics bastan para retirar la máscara que se antepone entre una eprsona real y un foro o una red social.
El doxing es, técnicamente, un conjunto de estrategias destinadas a recopilar información de un objetivo, ya sea persona física u organización. Sin embargo, a la práctica no tiene por qué quedarse simplemente en almacenar estos datos, y se utiliza este tipo de información privada como una forma de acoso por Internet, amenazando y extorsionando con hacer público lo que se ha descubierto sobre la víctima.
Normalmente, el doxing se aprovecha de la huella digital que dejamos al navegar por Internet, al dejar comentarios y al registrarnos e interactuar con páginas web para, a partir de esos pocos datos, ir estirando del hilo y encontrar cosas como el lugar de residencia, el nombre de los amigos más cercanos, las aficiones, las opiniones políticas… o incluso confesiones y vídeos comprometedores.
Una forma de acoso por Internet de largo alcance
En una época en la que una fotografía desafortunada publicada en Facebook puede costar el despido del puesto de trabajo, el doxing supone una manera de extorsión que prácticamente no tiene límites. Si una fotografía, un vídeo o una historia publicada en Twitter llegan a alcanzar unas cotas de difusión que se acercan a lo viral, una persona puede pasar a recibir docenas de burlas y amenazas de la noche a la mañana, de parte de personas que no conoce y no conocerá pero que, a la vez, tienen el poder de maltratarla psicológicamente.
El doxing es especialmente utilizado para eliminar la influencia de competidores en el ámbito político o el laboral. La información sobre el pasado de ciertas personas puede ser publicada a la vista de todos desde cuentas anónimas de Twitter, por ejemplo, y hacer que cada vez participe más gente en su difusión, mediante una especie de efecto de bola de nieve.
Además, en estos casos la verdad puede juntarse con la mentira. Acompañar las falsedades con unos datos, vídeos o imágenes que son de verdad permite darle veracidad a un conjunto en el que la mayor parte de las cosas son inventadas, y todo esto para dañar a alguien de manera remota. En todo caso, independientemente de la veracidad de lo difundido, la huella dejada por este tipo de información en Internet es permanente, y se puede llegar a ella años después de que todo haya ocurrido.
Los menores son los más expuestos
El doxing frecuentemente va de la mano del ciberbullying, y sus efectos en los jóvenes son especialmente perjudiciales. Por un lado, el final de la etapa de la niñez y la adolescencia son momentos de la vida en los que la pertenencia al grupo suele tener una importancia capital, y verse expuesto de esta manera puede llegar a ver peligrar la posibilidad de recibir aceptación social o, incluso, a hacer que sea más posible que el bullying aparezca o se intensifique. Además, al ser un tipo de amenaza para el que no se está preparado, la indecisión sobre el qué hacer y la dependencia de los adultos llevan a la aparición de unos niveles de estrés y ansiedad muy altos.
Sin embargo, los adolescentes y los niños no son el único grupo demográfico especialmente vulnerable a este tipo de prácticas. El doxing es un tipo de violencia simbólica que también afecta mucho a las mujeres.
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Un problema que afecta especialmente a las mujeres
Según un reciente estudio, el doxing como forma de amenaza por revelación de datos personales afecta sobre todo al sexo femenino. Concretamente, una de cada 4 mujeres españolas que han sido acosadas por Internet han sufrido alguna vez de sus efectos, a través de amenazas por difundir datos que pueden dejarlas en una situación de vulnerabilidad.
¿Cómo se explica esto? Parte de ello tiene que ver con la facilidad con la que se estigmatiza a las mujeres. El efecto de difundir cierta información privada no tiene el mismo efecto si la víctima es una mujer, dado que sigue estando relativamente normalizado que se juzgue a las personas asociadas a ese género. Esta disparidad hace que la eficacia de este tipo de amenazas sea mayor a la hora de dominar a las víctimas, que en el caso de hacer lo que se les pide, pueden llegar a estar cada vez más expuestas, al ir generando más y más información confidencial.
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