Hasta hace relativamente poco, escribir era una tarea de hombres. Y no porque las mujeres no escribieran; al contrario, la mayoría de ellas, especialmente si pertenecían a las clases acomodadas, pasaban largos ratos dedicadas a la escritura. Pero una cosa era escribir en la intimidad del hogar, y otra muy distinta publicar. No es hasta el siglo XIX que empiezan a proliferar las obras literarias escritas por mujeres y, a pesar de ello, la mayoría vieron la luz bajo un seudónimo.
Existieron sin embargo a lo largo de la historia mujeres que desafiaron las normas establecidas y se decidieron a publicar. Algunas tuvieron la enorme fortuna de poder dedicarse a ello profesionalmente; otras se vieron relegadas al olvido, y solo recientemente se ha rescatado su memoria. En este artículo, os ofrecemos un viaje a través de 6 de las escritoras más importantes de la literatura.
6 escritoras importantes que no hay que olvidar
Las siete mujeres que encontrarás a continuación consagraron su existencia a la literatura, unas con más éxito que otras. La selección se ha basado, sobre todo, en el nivel de conocimiento que la sociedad tiene de ellas. Hemos intentado, por tanto, introducir en la lista a las escritoras más olvidadas, para contribuir a la recuperación de su historia.
1. María de Francia (s. XII-XIII)
La Edad Media trovadoresca no solo fue una época de poetas, sino también de poetisas. Una de las trobairitz (el nombre que se les daba a estas “trovadoras” femeninas) más conocidas es María de Francia, de la que, sin embargo, poco sabemos más allá de la obra que nos ha dejado.
Vivió en Francia durante los siglos XII y XIII, sin que se haya podido concretar su fecha de nacimiento y de muerte. Su producción literaria abarca el periodo 1160-1215, lo que ha ayudado a los estudiosos a establecer una serie de candidatas que podrían haber sido María de Francia. Entre ellas, contamos con María, abadesa de Shaftesbury y medio hermana del rey Enrique II; María, condesa de Boloña, e incluso la mismísima hija de Leonor de Aquitania, que fue, como su madre, una gran mecenas de las artes. Sin embargo, esta última candidatura es poco probable, dado que falleció en 1198, mucho antes de que la producción de María de Francia concluyese.
Entre las obras más destacadas de María de Francia destacan los lais que escribió. Los lais eran composiciones poéticas muy populares en los siglos XII y XIII, que generalmente cantaban al amor cortés y al héroe protagonista de las gestas; ambas temáticas muy usuales en la literatura de la época. En el caso de los lais de María, están escritos en anglonormando, una lengua emparentada con la lengua de oïl, el conjunto de lenguas romances que se hablaban en las regiones de la Francia medieval.
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2. Wallada bint al -Mustakfi (994-1091)
Wallada es una de las poetisas más célebres de Al-Ándalus y una de las personalidades más rebeldes y atractivas de la Córdoba de la época. Era hija del califa Muhammad al -Mustakfi, que reinó como resultado de un asesinato y que, a la postre, murió también asesinado por sus enemigos. Como resultado, Wallada fue princesa durante escasos meses, tiempo suficiente para que germinara en ella la pasión por la refinada cultura tan característica de la corte de los Omeya.
Una vez muerto su padre, Wallada cobra su cuantiosa herencia y se aleja del círculo cortesano. En 1025 funda en Córdoba una especie de “salón literario”, donde enseña poesía y música a las jóvenes. Bella, arrogante y muy culta, Wallada es la mujer más fascinante de la capital omeya; extraordinariamente dotada para la poesía, no tiene rival a la hora de componer versos.
Wallada vivió toda su vida de forma independiente, sin contraer matrimonio y sin vincularse económicamente a ningún hombre. La fortuna que su padre le había dejado era suficiente para vivir holgadamente, dedicada por completo al amor y a la poesía. El amor de su vida fue el también poeta Ibn Zaydún, al que, sin embargo, dedicó crueles sátiras tras su separación, que se cuentan entre las obras más conocidas de Wallada. Unas sátiras que él contestaba en el mismo tono, por cierto.
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3. Murasaki Shikibu (978-1014)
La obra por la que es conocida esta escritora japonesa es la Novela de Genji, un extenso relato que es considerado la primera novela “moderna” de la historia. La historia de la peripecia vital de Genji, un muchacho que intenta encontrar el amor puro en un mundo corrompido por la veleidad y la traición, es un profundo retrato del alma humana, donde muchos autores han querido ver un claro antecedente de las novelas psicológicas del siglo XIX. Pero la cuestión es que Murasaki Shikibu vivió casi mil años antes que Tolstoi y Zola, lo que convierte su obra en un hito indiscutible de la literatura universal y, a ella, en una de las escritoras más importantes.
Como suele suceder con los personajes (especialmente, femeninos) tan alejados en el tiempo, poco sabemos de su vida. Se intuye que nació en Kioto en el seno del clan de los Fujiwara, que estaban emparentados con la familia imperial. Murasaki empezó a leer y a escribir desde muy pequeña, y su inteligencia y talento llamaron la atención de su padre que, según la leyenda, se lamentó de que “no hubiera nacido varón”.
La Novela de Genji fue un auténtico éxito en Japón. La emperatriz, fascinada por la obra, llamó a Murasaki a la corte, donde permaneció hasta su traslado a un monasterio. La fecha de su muerte es confusa: los expertos apuntan a que falleció alrededor de 1014, a los 40 años, por causas desconocidas.
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4. Phillis Wheatley (1753-1784)
La historia de Phillis Wheatley es una historia de superación. Nació en África, probablemente en lo que ahora es Senegal, y fue raptada cuando era muy niña para ser vendida como esclava en el puerto de Boston. Allí la compró el señor Wheatley, de quien recibió el apellido (como era usual entre los esclavos). El nombre, Phillis, fue tomado de la embarcación que la llevó a América. De su nombre verdadero, su familia y su patria nada se sabe.
Los Wheatley la trataron bien y la educaron prácticamente como si fuera su hija. Pronto, Phillis hizo gala de una inteligencia poco común y de un gran talento para la poesía, que los Wheatley alentaron. A los 14 años, Phillis ya había publicado su primer poema en un periódico de Boston, al que seguirían varios más. La calidad de sus poesías era innegable, pero la sociedad bostoniana de la época, racista y misógina, se negó a creer que una esclava fuera la autora. Así que, para demostrar su autoría, Phillis debió pasar una humillante prueba: ante un tribunal de 18 hombres, fue obligada a recitar sus poesías, además de pasajes de la Biblia y algunos poemas clásicos. Finalmente, los hombres se convencieron del talento de la joven y firmaron un documento que acreditaba que Phillis era, efectivamente, la autora de los poemas.
A pesar de que consiguió publicar un libro de poesía en Inglaterra, el destino fue cruel con Phillis. Falleció con solo 32 años, arruinada y enferma. Al menos, murió libre, pues los Wheatley la habían emancipado en noviembre de 1773.
5. Mary Wollstonecraft (1759-1797)
Hija de la Ilustración y muy comprometida con la reivindicación de los derechos femeninos, Mary Wollstonecraft está considerada una de las escritoras e intelectuales más destacadas de la Europa dieciochesca.
De fuertes y revolucionarios ideales, Mary siempre abogó por una vida libre de las ataduras y las convenciones sociales. Con su íntima amiga y confidente intelectual, Fanny Blood, Mary hizo planes de convivencia, dedicadas ambas al estudio y a la ayuda mutua, lo que pone de manifiesto su nula vinculación con una sociedad que le exigía un matrimonio próspero. Mary fundó una escuela con sus hermanas y con Blood, pero el proyecto fracasó. Fanny, que finalmente se había casado, falleció de parto en 1785, tragedia que dejó una honda huella en la escritora.
Posiblemente, la obra más famosa de Mary Wollstonecraft es Vindicación de los derechos de la mujer, escrita poco después de la Revolución Francesa. Sin embargo, es también autora de novelas tan significativas como Mary (1788) y María (1798, inacabada), ambas una auténtica denuncia a la situación de la mujer.
A pesar de ser una firme detractora del matrimonio, Mary acabó casándose con William Godwin, con quien vivió una relación basada en el amor y el respeto mutuo. Godwin amaba y admiraba a Mary; cuando la escritora murió a consecuencia de una infección postparto, su marido quedó absolutamente devastado. Por cierto, la criatura que nació seguiría los pasos literarios de su madre: Mary Shelley, la autora de Frankenstein.
6. Gertrudis Gómez de Avellaneda (1814-1873)
Infatigable defensora de los derechos de la mujer y abolicionista convencida, Gertrudis Gómez de Avellaneda es una de las escritoras más importantes de la literatura hispanoamericana.
Nacida en Cuba, a los 22 años se traslada a España, donde publica bajo el seudónimo de La Peregrina. Su obra cumbre es, probablemente, la novela Sab, publicada en 1841 y considerada como la primera novela de temática antiesclavista de la historia (anterior en diez años a la famosa La cabaña del Tío Tom, de Harriet B. Stowe). En ella, Gómez de Avellaneda no solo realiza una crítica a la esclavitud y al feroz capitalismo que empieza a despuntar en Occidente, sino que retrata una historia de amor interracial, algo inédito hasta entonces.
Gertrudis escribió también para el teatro, con obras destacadas como Saúl (1849) y Baltasar (1858), muy vinculadas al Romanticismo. También cultivó la poesía, con poemas como La vuelta a la patria, A la luna o A una joven madre en la pérdida de su hijo, repletos de una extraordinaria emocionalidad.
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