En las últimas décadas, el fenómeno que algunos autores denominan “ruptura familiar” es cada vez más habitual, pero no por ello menos complejo. Y es que no existe una fórmula de manual que una pareja pueda seguir a rajatabla cuando decide divorciarse. De hecho, así como son diversos los motivos por los cuales dos personas pueden llegar a tal punto, asimismo son distintos los términos en los que lo hacen. Un divorcio que finalice en buenos términos (a pesar de los desacuerdos evidentes que han llevado a la pareja al distanciamiento) es lo idóneo, especialmente en los casos que hay hijos de por medio.
En relación con esto, y de acuerdo con la literatura científica, una de las principales razones por las que el divorcio puede ser una experiencia sumamente estresante para los niños es el conflicto entre ambos padres. Además, una posibilidad dentro de los divorcios turbulentos es que, en marco de los choques y discusiones entre padres, se ponga en juego la custodia de los hijos. Por esa razón, la relación entre la psicología y la recuperación de la tenencia de los hijos es el asunto que abordaremos en este artículo.
Motivos por los que recuperar la custodia
Una mala relación con el otro progenitor no siempre es el único motivo por el cual un padre o madre podría desear la recuperación de la custodia de los hijos. Existen diversas causas que resultan en una custodia monoparental y que, a futuro, uno de los padres puede pretender revertir. Es posible que las circunstancias a nivel económico se hayan modificado luego del divorcio —materializándose en, por ejemplo, un nuevo sitio en el cual vivir con los hijos—, y por lo tanto sea viable una custodia compartida. Claro está, también hay situaciones delicadas en las que uno de los dos progenitores haya alegado en el pasado algún tipo de agresión o maltrato por parte del otro hacia los hijos; o que algún servicio social haya retirado la custodia por creer que existe algún tipo de riesgo hacia los niños.
También podría suceder que otros familiares quisieran ser tutores de los menores en tanto consideran que los padres no están en condiciones de tener a los hijos a su cuidado.
No obstante, alguno de los progenitores podría disentir con ello y desear recuperar la custodia. En este caso, es necesario que un perito psicólogo lleve a cabo una evaluación de competencia parental. Dicha evaluación se fundamenta en la aplicación de la metodología científica con el fin de analizar si la persona que desea demostrar su capacidad para la tenencia de los menores está en condiciones de ello. El resultado de la evaluación es la configuración de un informe de aptitud parental, el cual tiene el carácter de documento. En éste se expone el estado psicológico de la madre o padre en cuestión, el contexto en el que pretende custodiar a los hijos, y la relación de estos factores con el hecho de tener a los niños a cargo.
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El rol de la psicología en la recuperación de la custodia
Habiendo señalado esto, es posible determinar que sí, la psicología podría ayudar a alguien a recuperar la custodia de los hijos, siempre y cuando la persona esté en condiciones de hacerlo. El rol del profesional psicólogo es siempre trabajar en conjunto con el juez para determinar de la manera más objetiva posible si un padre o madre tiene las capacidades de escucha suficientes para con sus hijos, si éstas se adecúan a la edad que los hijos tienen, si es capaz de identificar las necesidades emocionales de los menores pero las propias también, etcétera.
De acuerdo con Reder y colaboradores, en un contexto de valoración judicial, se sugiere que para el ejercicio de la parentalidad es necesario disponer de distintas competencias relacionadas a tres áreas diferentes, las cuales deberá evaluar el psicólogo tomando los saberes científicos como marco de referencia. Éstas son las siguientes:
1. Funcionamiento personal
En primera instancia, el psicólogo en marco de un contexto judicial debe evaluar que el progenitor sea capaz de reflexionar sobre su propia conducta, sobre la repercusión que tienen sus comportamientos sobre los demás y sobre sí mismo; también otras variables como la resiliencia —es decir, la capacidad de adaptarse con flexibilidad a situaciones adversas a la vez que se recupera de períodos de crisis— o la agencia personal. Estos aspectos apuntan a evaluar las competencias del padre o madre respecto a sí mismo, más allá de lo vinculado a su maternidad/paternidad (pero que, sin embargo, repercute en cómo se relaciona con sus hijos).
2. Competencias asociadas al rol parental propiamente dicho
Por otra parte, el profesional de la psicología evalúa el compromiso del progenitor con la tarea parental, los métodos disciplinarios que considera adecuados para la crianza de los hijos, los cuidados físicos y emocionales que practica con ellos, y la aceptación de la responsabilidad parental.
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3. Competencias relacionadas a la relación con el niño
También es fundamental que en el informe de aptitud parental se plasmen ciertos aspectos vinculados específicamente a la relación con los hijos, siendo estos la empatía, el interés del progenitor en las experiencias y el bienestar del niño, el diálogo con éste y el reconocimiento de sus necesidades, todas ellas en el marco del momento del desarrollo en el que se encuentre.
Azor & Asociados
Azor & Asociados
Psicología clínica, pericial y aeronáutica
La psicología más allá del contexto judicial
Por último, es necesario señalar que la incidencia de la psicología en la recuperación de la tenencia de los hijos no se reduce al rol del psicólogo en el contexto judicial. Cuando está presente el deseo de recuperar la custodia suelen haber muchas emociones involucradas. A veces, son muy intensas. Además, si este deseo está acompañado de un proceso judicial, la situación en su totalidad puede tornarse algo sumamente angustiante. Por esa razón, la psicología en el área clínica, específicamente la psicoterapia, puede ser clave en el afrontamiento de este escenario.
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