El año 2012 se llevó a cabo el juicio contra Thierry Tilly. Este personaje, que en apariencia puede parecer alguien más bien normalito, fue el responsable de una de las mayores estafas llevadas a cabo en Francia, y uno de los más crueles secuestros.
Conocido por la prensa francesa como el Leonardo da Vinci del lavado de cerebro, Tilly se encargó de manipular y robar a una de las familias aristócratas más antiguas del país galo, los de Védrines.
La historia de cómo llegó a conocer a estos nobles y engañarlos hasta el punto de poder hacer con ellos lo que quisiera deja sin aliento. Es un caso de manipulación mental tan aberrante que solo se podrá entender en su plenitud si se sigue leyendo este artículo.
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Thierry Tilly, el caso del gurú de Monflanquin
La historia de una década de manipulación psicológica comienza en París, el 1999. Uno de los miembros de la antigua familia de Védrines, Ghislaine, fue la que tuvo la mala suerte de encontrarse con el gurú lavacerebros, y quien sirvió de caballo de Troya para Thierry Tilly, haciendo que conociera a su rica familia.
Ghislaine estaba buscando a alguien quien le ayudara a actualizar su sede parisina de su escuela secretarial de sistemas informáticos. Un amigo suyo, abogado, le había recomendado los servicios de Thierry Tilly, quien tenía amplios dominios sobre el tema. Resulta curioso saber que Ghislaine de Védrines y Tilly se conocieron debido a una simple deuda. El amigo de Ghislaine le había recomendado los servicios de Tilly porque Tilly le debía dinero, y trabajando para de Védrines se zanjaría una deuda.
Cuando se conocieron, Ghislaine quedó embrujada por la limpia apariencia de Tilly, y esto la llevó a cometer el que probablemente fue el peor error de toda su vida: confiar en él. Ghislaine empezó a contarle algunos detalles privados de su vida, como el hecho de que su marido se encontraba deprimido o que su hijo no daba señal de querer prosperar en la vida. Además, le contó cómo en la familia de Védrines se estaba generando una tensa situación a causa de la herencia del padre de Ghislaine, en 1995.
En el año 2000 Ghislaine invitó a Thierry Tilly a un festival en Monflanquin, en el que ella era la organizadora principal. Ghislaine le propuso acudir al castillo que poseía su familia en esa localidad y así darle la ocasión de conocerla. La familia de Védrines no estaba muy unida, y seguramente fue esto lo que permitió que Tilly fuera, con el paso del tiempo, ganando una mayor influencia sobre ella. Este encuentro fue el momento preciso que le permitió actuar y cambiar el destino de los de Védrines para siempre.
La familia de Védrines estaba en aquel momento compuesta por los siguientes miembros. Ghislaine y su marido, Jean Marchand, junto con sus hijos, François y Guillemette. Los hermanos de Ghislaine, Charles-Henri, ginecólogo y político local, y Philippe, un ejecutivo jubilado de Shell Oil. Sus esposas eran Christine y Brigitte, y los hijos del Christine y Charles-Henri: Diana, Amaury y Guillaume. La matriarca de la familia era Guillemette d’Adhemar.
Empieza la manipulación psicológica
Aprovechando la situación de reunión familiar, Thierry Tilly reveló a la familia cuál era su verdadera misión. No había conocido a Ghislaine en París para ayudarla con sus sistemas informáticos, sino para advertirles a ella y familiares del peligro que estaban corriendo. Les dijo que él era un agente especial al servicio de Francia y que, incluso, tenía conexiones con la OTAN.
Pasado un tiempo, y ganando una mayor confianza en la familia de Védrines, les acabó de desvelar la amenaza al completo. Informó a la familia que eran descendientes de una antigua rama perteneciente al Orden del Temple, llamada ‘L’Équilibre du Monde’ (El equilibrio del mundo). Esta organización se encargaba de asegurarse de que el mundo no llegara a su fin cuando aparecía las más malvadas fuerzas del infierno.
Por raro que pueda parecer, once miembros de la familia, desde nietos hasta la abuela, se creyeron las historias de Tilly, y empezaron a obedecer sus designios y recomendaciones. Quien no se creyó esta fantasía fue el marido de Ghislaine, Jean Marchand. Él nunca se fio de Tilly, e incluso llegó a pensar que su esposa y él estaban teniendo una aventura. Trató de convencer a Ghislaine de que estaban siendo engañados, pero ella no le escuchó y, obedeciendo a Tilly. Finalmente, se divorció de Marchand, prohibiéndole volver.
De hecho, a partir de aquel entonces, Jean Marchand fue considerado persona non grata en la familia de Védrines, llevando a cabo un ritual de deshonra delante de Marchand, el cual consistía en tirar un guante y un ramo de flores secas. De esta forma, Marchand era reconocido por la familia como miembro del mal, de las fuerzas que querían matar a los de Védrines y robarles su fortuna. Marchand volvió a París, pero al llegar vio que sus cuentas bancarias habían sido vaciadas por Ghislaine, a petición de Thierry Tilly.
Llegados a este punto, el daño ya estaba hecho. La familia estaba inmersa en el embrujo del gurú. Les ordenó que tenían que vaciar todas sus cuentas bancarias y dar el dinero a una organización misteriosa llamada Blue Light Foundation (Fundación de la Luz Azul). Si hacían esto, Tilly les dijo que conseguirían quedarse a salvo bajo la protección de esta fundación. El dinero iría a parar al Jacques Gonzalez, patrón de la organización, quien destinaría el dinero para construir hospitales en China.
El desmantelamiento de una fortuna
Durante cerca de diez años, toda la riqueza de los de Védrines fue desmantelada para ir a parar a esta misteriosa organización que, claro está, era una estafa. El dinero sirvió a Tilly y Jacques Gonzalez para permitirse todo tipo de lujos, varias residencias, vinos, coches y relojes caros y un holgado estilo de vida. La fortuna estafada rondó los 5 millones de euros, yendo a parar la mayor parte de ese dinero a las Islas Caimán.
Pero la estafa económica no es la gran maldad llevada a cabo por Thierry Tilly. Este pintoresco personaje, quien si es observado por las fotos parece un hombre normal, corriente y moliente, consiguió llevar a cabo el secuestro de toda la familia, haciéndolo por voluntad propia.
En 2003 consiguió que la familia abandonara su castillo en Monflanquin y fueran a parar a una residencia en una localidad cercana, llamada Talade. Allí vivieron recluidos desde ese mismo año hasta el 2008. Thierry Tilly les prohibió usar calendarios y relojes. De esta manera, garantizaba que los once miembros de los de Védrines secuestrados quedaran por completo desorientados. los quería aislados del mundo.
Llegados a este punto de la historia, el hecho de que la familia hiciera caso a Tilly se explicaba porque, visto como un auténtico gurú en parte debido a los sacrificios que les había estado mandando hacer, si él les decía de hacer algo, ellos lo veían como una verdad que indudablemente se debía llevar a cabo.
El caso empieza a trascender por los medios de comunicación
Fue a partir del 2008 en el que, a raíz de los extraños sucesos que estaban ocurriendo a los de Védrines, y en especial las denuncias puestas por Jean Marchand, que la prensa empezó a difundir lo que, por aquel entonces, era un rumor. Conocidos ya como ‘les reclus de Monflanquin’ (los reclusos de Monflanquin), la solitaria y aislada vida de los de Védrines estaba volviéndose conocida.
Esto supo aprovecharlo Tilly, quien lo utilizó para darle fuerza al relato de las fuerzas oscuras, que se estaba manifestando en ‘mentiras’ de que habían sido secuestrados. Teniendo ya cierto protagonismo en la prensa local, Thierry Tilly decidió hacer trasladar a toda la familia hasta Oxford, Reino Unido. Así, conseguiría evitar riesgos, alejándolos de cualquier vínculo familiar con personas del exterior, y poder mantener controlada la situación con la prensa.
La palabra de Tilly sobre los de Védrines ya era absoluta, y aprovechó esto para ponerlos los unos contra los otros, para así poder tener todavía más control sobre la familia y, además, evitar cualquier huida. Llegó a hacer creer a los hermanos de Védrines que uno de ellos, Amaury, tenía tendencias pedófilas. A otros de que entre los suyos tenían a francmasones infiltrados. E incluso llegó a hacerles tener miedo de cualquier persona del exterior, por muy inofensiva que pudiera parecer.
La etapa de las torturas
Es llegados a este momento cuando se produce lo peor del caso, lo cual sirvió en el juicio para añadir torturas y actos de barbarie en la acusación contra Thierry Tilly. Una vez reunida la familia en Oxford, encargó a una de los miembros, Christine, ir a Bruselas, en donde tendría que ir a recoger un tesoro depositado en una cuenta bancaria belga. Christine, llamada por Tilly como la elegida, tenía la misión de traerlo y, con él, podrían llegar hasta el lugar donde se encontraba el secreto para salvar el mundo.
Tilly le hizo creer que ella había sido elegida por una misteriosa red de grandes personalidades a nivel internacional y la cabeza de la cual era Jacques Gonzalez, quien se decía estar directamente relacionado con el por aquel entonces rey de España, Juan Carlos I. Mientras se llevaba a cabo la misión, el resto de la familia sobreviviría haciendo trabajos muy alejados de su cómoda vida nobiliaria: jardineros, camareros, dependientes de comercio, limpiadoras…
Pese a la misión dada a Christine, no se le informó de a dónde tenía que ir a buscar el tesoro, ni tampoco sabía el número de la cuenta bancaria. Es por ello que cuando Christine volvió de Bélgica, lo hizo con las manos vacías. Tilly aprovechó esto y, para lograr todavía más control sobre la familia, montó en cólera, acusando a Christine de la miseria de la familia, y decidió que sería castigada de forma especialmente cruel.
El marido de Christine, Charles-Herni, y Ghislaine fueron los encargados de torturarla siguiendo las órdenes del gurú. La tortura consistía en evitar que Christine se durmiera, pellizcándole los lóbulos de las orejas, mientras ellos se sentaban delante de ella en un taburete. Hizo creerles de que Christine no quería cooperar o era demasiado débil para llevar la misión y que por ello debía sufrir.
Además, para reducirla a un simple animal, Tilly solo le permitió hacer unas cosas a expensas de otras. Si Christine bebía agua, entonces perdía el derecho de ir al baño. Cuando tuvo la necesidad de orinar, tuvo que hacerlo recluida, delante de su marido y cuñada. Thierry Tilly le hacía visitas, enfurecido, amenazándola. Le decía que nunca volvería a ver a sus hijos y que sería entregada a soldados senegaleses. Llegó a agredirle físicamente.
La detención de Tilly
Afortunadamente, el inicio del fin de este infierno se dio en 2008. Philippe, cuñado de Christine, fue el primero en abandonar Oxford. Regresó a su país en julio de ese año y una vez llegado, se puso en contacto con Jean Marchand, ex-marido de Ghislaine, y Daniel Picotin, abogado especializado en sectas. Para marzo del año siguiente, Christine también consiguió liberarse de sus cadenas, aunque dejando a su esposo e hijos detrás.
Aunque años antes Jean Marchand había denunciado el caso ante las autoridades galas, la policía francesa no había sido capaz de hacer nada sin el testimonio particular de quienes habían sufrido el lavado de cerebro. Afortunadamente, con Philippe fuera, ya tenían suficientes pruebas como para iniciar la búsqueda y captura de Thierry Tilly. La policía británica también decidió colaborar, interviniendo el teléfono de la residencia en Oxford.
De esta manera, Tilly informó a la policía, sin saberlo, de que en breves estaría realizando un viaje a Suiza. Fue firmada una orden de arresto internacional contra el gurú, quien fue detenido finalmente en Zúrich el 21 de octubre de 2009. Sin embargo, pese la detención del Leonardo da Vinci de la manipulación, la familia de Védrines todavía se encontraba bajo su influjo.
Es a partir de entonces que comienza un proceso terapéutico de recuperación de la mente de los de Védrines. Daniel Picotin inició dos misiones de lo que se llama asesoramiento de salida, una técnica inventada por Steven Hassan en 1978 que sirve para desconectar la mente lavada de personas quienes han estado atrapadas en sectas. Evocando recuerdos previos a su esclavitud, Picotin consiguió hacer que los miembros de la familia fueran lentamente volviendo a poner los pies sobre la tierra.
Explicación psicológica del caso
De acuerdo con uno de los psiquiatras más importantes de Francia, el doctor Daniel Zagury, Thierry Tilly siguió al pie de la letra todo lo que llevan a cabo los grandes manipuladores, los cuales se pueden encontrar al frente de sectas y grupos de por el estilo. Según Zagury, Tilly cumplió con las siguientes fases cuando estuvo con la familia de Védrines, llevándolos al umbral de la locura.
Primero, se encargó de identificar y aprovecharse de las debilidades de cada miembro. Acto seguido, aprovechando esta ventaja, sembró el miedo con teorías conspirativas, asegurando a la familia que las fuerzas del mal les perseguía. Para fortalecer su imagen de gurú omnisciente, se aseguró de disponer de respuestas para todo. Finalmente, para lograr esclavizar a los miembros de la familia, se encargó de romper todo lazo con el exterior y, también, con los demás familiares, haciendo que dudaran de su propia vida personal.
El suceso del secuestro, llevando a la familia a Oxford, fue lo que le aseguró tener total control tanto física como mentalmente de cada uno de los miembros de los de Védrines. Además, el prohibirles el uso de relojes y calendarios, impidiendo que supieran qué hora y día era, logró desorientarlos y cambiar su noción del paso del tiempo.
Durante el juicio, Thierry Tilly fue evaluado psicológicamente. Lejos de encontrar la mente de una persona con un trastorno psicótico, se vio que Tilly era muy talentoso y extremadamente inteligente. Tenía una memoria muy buena.
Juicio y condena
El juicio contra Thierry Tilly se llevó a cabo en Burdeos el 4 de octubre de 2012. En él, Tilly apareció como si de un sacerdote se tratase, con el peculiar accesorio de unas gafas sin montura. El evento duró cerca de 7 horas, en las cuales el acusado no pareció estar tan preocupado como cabría esperar de una persona a la que se le acusaba de lavado de cerebro, secuestro, tortura y actos de barbarie.
Por aquel entonces, la prensa francesa e internacional ya lo llamaba el gurú de Monflanquin, y el hecho de haber estafado a tres generaciones de los de Védrines era ampliamente conocido en el país galo. También eran conocidos los 5 millones de euros estafados a los aristócratas. Durante el juicio estaban 10 de los 11 miembros que habían sufrido toda la manipulación de Tilly. La matriarca, Guillemette d’Adhemar, había fallecido el año 2010.
El 13 de noviembre de 2012, Thierry Tilly y su cómplice Jacques Gonzalez fueron declarados culpables de lavado de cerebro, además de torturas varias y secuestro. Tilly fue condenado a 8 años, mientras que Gonzalez fue condenado a 4. Además, ambos fueron obligados a reembolsar toda la fortuna estafada. Lamentablemente, de toda la riqueza de los de Védrines, solo pudo recuperarse 220.000 euros, sospechándose que mucho más se encuentra en las Islas Caimán.
El abogado de Thierry Tilly, Alexandre Novion, criticó la sentencia, diciendo que era demasiado dura y que era una muestra de una jurisprudencia liberticida. Criticó que en el caso hubiera habido la intervención de psicólogos y psiquiatras, además de indicar que estaba dispuesto de llevar el caso al Tribunal Europeo de Derechos Humanos. También, el abogado dijo que fue realmente Jacques Gonzalez el manipulador, siendo Tilly tan víctima como los de Védrines.
Tras ser encarcelado, Thierry Tilly nunca tiene durante mucho tiempo a los mismos compañeros de celda, para evitar que los manipule, y apenas ha recibido visitas. Se ha negado a ver a su padre, principalmente porque fue quien ayudó durante el juicio a desmentir varias de los cuentos que el gurú había dicho a los de Védrines e investigadores. Tilly aseguraba que su padre era buzo comando, y que su madre campeona de patinaje. Lo cierto es que el señor Tilly era conductor del ejército retirado, y su mujer era partera autorizada.
Referencias bibliográficas:
- Hassan, S. A.; Shah, M. J. (2019). The anatomy of undue influence used by terrorist cults and traffickers to induce helplessness and trauma, so creating false identities. Ethics, Medicine and Public Health. 8: 97 - 107.
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