No es ninguna novedad que el consumo de bebidas azucaradas no es lo más adecuado para nuestra salud. Hoy en día conocemos los múltiples efectos que pueden tener este tipo de bebidas sobre nuestro organismo. Habitualmente relacionamos estas consecuencias con aspectos como la obesidad, las caries o la diabetes.
Sin embargo, un reciente estudio ha encontrado que consumir refrescos de forma frecuente podría estar relacionado con la aparición de la depresión. Esto no es una simple curiosidad, sino que estos hallazgos refuerzan una vez más la importancia de cuidar tanto de nuestra salud física como mental. En este artículo explicamos cómo se llevó a cabo el estudio mencionado, cuáles fueron los resultados y qué implicaciones tienen.
¿Qué es la depresión?
La depresión es una enfermedad mental caracterizada por un estado de ánimo bajo, tristeza persistente, fatiga extrema, pérdida de interés en actividades que antes eran placenteras, sentimientos de vacío, desesperanza, culpa o inutilidad que, además, cursan con alteraciones en los patrones de sueño y alimentación.
La intensidad de los síntomas se mantienen en el tiempo y pueden variar en su intensidad. Aunque socialmente se utiliza con frecuencia el término “deprimido/a”, no debemos minimizar la gravedad que esta situación puede conllevar. En muchas ocasiones aparecen pensamientos de muerte y en algunos casos se dan conductas autolesivas o incluso suicidas.
La Organización Mundial de la Salud (OMS) estima que casi un 6% de la población mundial adulta padece depresión. Estos datos son realmente alarmantes puesto que esta enfermedad interfiere en todas las áreas de la vida de una persona y puede afectar a su entorno también.
Un nuevo estudio relaciona el consumo de bebidas azucaradas y la depresión
Un estudio, publicado recientemente en la revista JAMA Psychiatry, señala que el consumo de bebidas azucaradas —además de empeorar la salud física de las personas— puede estar relacionado con un mayor riesgo de padecer depresión, especialmente en las mujeres.
¿Cómo se llevó a cabo?
Existen estudios previos en los que se relaciona el consumo habitual de refrescos con un mayor riesgo de obesidad, diabetes tipo 2, enfermedades cardiovasculares y cáncer. Además, cada vez más investigaciones se centran en explorar el impacto que este tipo de bebidas pueden tener sobre la salud mental.
El Centro Alemán de la Investigación de la Diabetes quería averiguar si existe una relación directa entre el consumo habitual de refrescos y el trastorno depresivo mayor (TDM) y, en ese caso, comprender los procesos implicados. Para ello, analizaron datos de 932 personas —405 con el diagnóstico de TDM y 527 controles sanos—.
Resultados principales
Los resultados fueron claros: se observó una correlación entre el consumo de refrescos y el diagnóstico de depresión. En el caso de la gravedad de los síntomas, también se observó dicha correlación.
Algo llamativo fue el hecho de que esta conexión se observó especialmente en mujeres. Es decir, el consumo elevado de refrescos azucarados se relacionó con un 17% más de probabilidades de desarrollar un trastorno depresivo, así como también se vinculó a la presencia de síntomas más graves.
Los investigadores encontraron que en las mujeres que bebían refrescos azucarados con mayor frecuencia el número de bacterias del tipo Eggerthella en el intestino. Ya, en estudios anteriores, se había demostrado que está bacteria es más común en personas con depresión.
No obstante, este estudio representa la primera evidencia de que la Eggerthella podría ser el elemento que juega un papel mediador a nivel biológico entre la ingesta frecuente de refrescos azucarados y el trastorno depresivo mayor o el desarrollo de sus síntomas.
Sorprendentemente, los investigadores no encontraron un aumento de esta bacteria en los hombres que consumían refrescos con frecuencia. En esta línea, tampoco existía correlación con los síntomas depresivos. A día de hoy, no se conocen los motivos por los cuales este efecto solo se da en mujeres.
¿Por qué es importante la microbiota intestinal?
La microbiota intestinal, también conocida como flora intestinal, es el conjunto de microorganismos —bacterias, hongos y virus— que viven de forma habitual en el intestino. Podríamos decir que la microbiota intestinal es como un ecosistema en el que todo funciona de forma coordinada para crear un equilibrio perfecto.
Cuando este equilibrio se rompe, las afectaciones pueden ir desde alteraciones en los procesos digestivos hasta problemas tanto en el sistema inmunitario como a nivel cerebral. Aquí entra en juego un concepto clave: el eje intestino-cerebro.
Este sistema permite que el aparato digestivo y el cerebro se comuniquen entre sí mediante tres vías: la neural (mediante el nervio vago), la inmunológica y la metabólica. De esta forma, el estilo de alimentación que tenemos puede influir en nuestra salud mental.
¿Qué implicaciones tienen estos resultados?
¿Significa esto que dejar de beber refrescos cura la depresión? No. Con la información disponible hasta el día de hoy, no se puede decir que dejar de consumir bebidas azucaradas vaya a poner fin a los trastornos del estado de ánimo.
La depresión es una enfermedad multicausal, es decir, diversos factores intervienen en su aparición y, por eso, reducir el tratamiento a dejar los refrescos es simplificar demasiado. Cada persona es única y, por lo tanto, es crucial adecuar las intervenciones a las necesidades individuales.
Además, no podemos olvidar que el estudio señala que aumentan las probabilidades de desarrollarlo, pero eso no implica que todas las personas que beben refrescos vayan a tenerla. Lo que sí podemos entender de este estudio es que reducir el consumo de bebidas azucaradas puede ser beneficioso y prevenir su aparición, especialmente en mujeres.
Más allá del consumo de refrescos, es importante tomar consciencia de los alimentos y los líquidos que ingerimos. Tener una dieta equilibrada es crucial para el cuidado de nuestra microbiota y, como consecuencia, nuestra salud mental. Además, también es importante cuidar el resto de aspectos como el sueño, la actividad física, etc.
Por último, no debemos minimizar nuestras emociones y las cosas que nos pasan. Si sentimos tristeza de forma persistente, o cualquiera de los otros síntomas, y el malestar es intenso, es recomendable pedir ayuda profesional especializada.


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