El trastorno del espectro autista, también conocido como TEA por sus siglas, es un trastorno del neurodesarrollo. ¿Sabías que se calcula que 1 de cada 100 niños tiene autismo? Aunque cada vez se conocen más los signos de alerta que se dan en la infancia, muchas personas reciben el diagnóstico mucho más tarde.
Los avances en las investigaciones científicas han aportado información muy importante que detallaremos en este artículo. Se ha visto que los niños y niñas con autismo tienen un cerebro hiperconectado. Explicaremos qué quiere decir esto y qué implica en la vida de los niños con autismo. Además, también hablamos sobre el desarrollo cerebral en el autismo.
¿Qué entendemos por un cerebro “hiperconectado”?
Cuando hablamos de un cerebro hiperconectado estamos haciendo referencia a un cerebro que, en algunas áreas, tiene más conexiones de lo habitual. Esto supone que hay una comunicación excesiva entre estas áreas, es decir, están demasiado conectadas entre ellas y poco conectadas con otras zonas más lejanas.
Vamos a ayudarnos de una metáfora para que se vea más clara la explicación. Si las áreas cerebrales en cuestión fueran dos puntos en un mapa, podríamos ver que existen miles de caminos que las unen. La cuestión es que muchos de esos caminos se cruzan constantemente y eso puede hacer que las personas que los transitan se confundan e incluso se pierdan. Sin embargo, en la conexión con otros puntos del mapa los caminos son escasos y muy difíciles de recorrer.
Esta forma de funcionar a nivel cerebral tiene consecuencias a la hora de percibir y procesar la información. Por eso se considera que esta teoría es una buena forma de explicar la diferencia que experimentan las personas con autismo a la hora de interpretar el mundo.
Los EEG (electroencefalograma), las resonancias magnéticas funcionales (fMRI) y los análisis de redes estructurales son herramientas que permiten el estudio de este fenómeno. A raíz de estas investigaciones se han descubierto patrones cerebrales distintos en las personas con TEA mostrando dicha conectividad mayor en determinadas áreas cerebrales.
Desarrollo atípico del cerebro en el TEA
Habitualmente, el diagnóstico del trastorno del espectro autista se realiza mediante diversas entrevistas clínicas en las que se observa a las personas y se analizan determinadas conductas. Además, se exploran diferentes aspectos de su desarrollo evolutivo y se administran pruebas psicométricas. Todo esto puede hacer que el proceso se vuelva largo y que muchos casos puedan pasar desapercibidos.
Una de las investigaciones más importantes en este sentido fue realizada en 2013. Mediante el uso de resonancias magnéticas funcionales analizaron la actividad cerebral de niños con autismo y niños neurotípicos. Pese a que puede resultar sorprendente, encontraron que los cerebros de los niños con autismo mostraban una excesiva conectividad funcional en las áreas cerebrales relacionadas con el procesamiento social, emocional y del lenguaje.
Esta híper conexión, aunque a priori podríamos pensar que es algo bueno o positivo, no tiene por qué ser algo eficiente. De hecho, el estudio señala que a mayor hiperconectividad, mayores eran también las dificultades observadas (y reportadas por los padres de las criaturas) a nivel social.
Hoy en día se sabe que el cerebro de los niños que se encuentran dentro del espectro autista tiende a crecer más rápido que el de los niños neurotípicos. Esto puede llevar a la falta de especialización, es decir, pueden tener algunas áreas cerebrales menos organizadas.
Un estudio realizado en 2014 encontró que se podían identificar alteraciones en la conectividad del cerebro de las criaturas incluso antes de que muestres síntomas conductuales de autismo. Estudiaron a bebés de 14 meses con alto riesgo de autismo y vieron que ya presentaban una mayor híper conectividad. Posteriormente fueron diagnosticados con TEA.
¿Qué implica la hiperconectividad en la vida de los niños/as con autismo?
El hecho de que ciertas áreas cerebrales estén híper conectadas puede manifestarse de diversas formas. Es decir, se puede traducir en determinadas interferencias en el funcionamiento del día a día.
En primer lugar, puede darse una hipersensibilidad ante determinados estímulos visuales, auditivos y táctiles. Las personas con TEA pueden sentirse sobrecargadas a nivel sensorial y, de hecho, es algo que ocurre con frecuencia. Parece que este procesamiento excesivo de la información sensorial podría explicarse mediante la hiperconectividad.
Cuando esto sucede, el organismo está tan abrumado que se desborda y busca recursos para volver a la regulación. Así pues, no es extraño que en algunas ocasiones se produzcan estereotipias (conductas o movimientos repetitivos).
Además, la híper-conectividad también se relaciona con la rigidez mental. Se considera que el exceso de conexión puede dificultar el cambio de foco atencional y la adaptación a los cambios o las nuevas situaciones.
Por último, esta característica también se ha relacionado con las dificultades sociales que caracterizan al trastorno del espectro autista. Los estudios sugieren que puede ser una explicación para las problemáticas observadas en relación con la empatía, la teoría de la mente y la comunicación no verbal.
¿Qué aportan estos estudios?
Todo lo expuesto hasta el momento permite una mejor comprensión sobre el trastorno del espectro autista. El cerebro de una persona con autismo no es defectuoso ni tiene nada malo, sino que funciona diferente. Está conectado de forma diferente y, por eso, procesa la información de forma diferente.
Tener esto en cuenta nos permite acompañar de forma más empatía a las personas que tienen esta condición. Además, estos hallazgos son beneficiosos también a la hora del diagnóstico porque permiten identificar señales de forma prematura.


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