Sí, es cierto que las apariencias, para bien o para mal, importan mucho hoy en día. Pero no es menos cierto que en muchos aspectos de nuestras vidas, o incluso en aquellos que son más importantes, lo estético deja de ser tan relevante en las relaciones humanas.
A fin de cuentas, de nada sirve una cara bonita o una buena habilidad a la hora de elegir la ropa si no se conocen ni los principios más básicos para mantener una amistad o una relación de pareja.
Y es que por mucho que digan, la belleza interior no es algo aislado dentro de cada persona, sino que se manifiesta a través de sus acciones y de su manera de exteriorizar su pensamiento. A fin de cuentas, por muy interior que sea, si no hacemos lo necesario para llevarla a la práctica y hacer que influya en nuestras relaciones, no existe.
Afortunadamente, del mismo modo en el que podemos cuidar más o menos de nuestra imagen, la belleza interior también puede ser desarrollada invirtiendo un mínimo de tiempo y esfuerzo en ello. Veámoslo.
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¿Qué es la belleza interior?
La belleza interior es el conjunto de habilidades sociales que facilita el establecimiento de vínculos personales más o menos estables. Si la belleza convencional llama la atención, la belleza interior no solo es capaz de llamar la atención; también consigue que la gente se mantenga al tanto de lo que hacemos y quiera seguir en contacto.
Así pues, la belleza interior no es en sí una cualidad, sino un conjunto de características que son muy valoradas por los demás y que influyen en nuestra capacidad para socializar y incluso para conectar emocionalmente con los demás. Se trata de un grupo de características que nos llevan a establecer vínculos afectivos que no siempre tienen por qué ser amorosos, pero que suelen ir de la mano del cariño, la empatía y la comprensión.
Cómo desarrollar este tipo de belleza
A continuación encontrarás varios consejos útiles para saber cómo desarrollar belleza interior.
1. Haz una lista de tus defectos y fortalezas
Este es un primer paso muy útil para conocer cuál es la situación presente, en qué momento de la evolución personal nos encontramos y cuánto camino tenemos por delante. Para ello, puedes apuntar en una hoja de papel, en formato de lista y organizándolo todo en dos columnas, cuáles son tus defectos y tus fortalezas, tal y como tú te percibes.
A partir de la acción anterior, ordena por prioridades cuáles son aquellas debilidades en las que quieres trabajar más para mejorar en ellas, y de qué manera te puedes servir de tus fortalezas para que ello sea más fácil. Una versión alternativa de esto es anotar cómo planeas ser aún mejor en aquello en lo que ya destacas positivamente, unque es recomendable empezar por los aspectos en los que no te gustas tanto, para que no existan fuertes desequilibrios.
2. Haz una lista con lo que crees que creen sobre ti
Este es un segundo paso para detenerte a analizar qué es lo que debes mejorar y qué no desde el punto de vista de los demás.
Para ello, anota otras dos columnas de fortalezas y debilidades tuyas, pero desde el punto de vista de los demás en general. Es mejor no ceñirse al criterio de un grupo de personas reducido, porque esto daría más fuerza a los sesgos y a los posibles prejuicios por parte de ese grupo. La idea es escribir algo que represente a “los demás” en general.
Una vez hecho lo anterior, analiza hasta qué punto esos posibles defectos se fundamentan en algo real, y hasta qué punto son valoraciones equivocadas. Piensa que prácticamente nadie ajeno a ti te conoce completamente, porque todo el mundo te conoce en tanto que os relacionáis en un contexto muy determinado.
Una vez hecho esto, ordena por prioridades aquello que crees que urge más cambiar acerca de ti, según lo que crees que es el criterio de otros. ¿Se parece a lo que has hecho en el paso anterior en el que te centrabas en tu punto de vista? De la combinación entre estas dos listas aparecen los aspectos a trabajar más para desarrollar belleza interior, aunque deberías darle más importancia a tu criterio que al de los demás.
3. Trabaja en tus valores
En la belleza interior siempre deben existir una serie de valores que nos guíen y que establezcan qué es aquello que queremos para nosotros y para los demás. Ser consistente en este aspecto nos ayuda a conectar más y mejor con el resto, ya que expresa compromiso con unas ideas del bien común.
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4. Aprende las habilidades de comunicación básicas
Muchas veces, la imagen que los demás tienen de nosotros aparece dañada por no saber comunicarnos bien. Aprender estas habilidades tan fundamentales es de lo más útil que puedes hacer, incluso si te lleva meses o años. Saber practicar la escucha activa, acostumbrarse a ser asertivo, procurar que las conversaciones sean útiles para ambos… Todo ello hará que tus interacciones sociales se enriquezcan.
5. Acostúmbrate a pensar en las necesidades del resto
Muchas veces, podemos llegar a pasar por alto qué es lo que los otros quieren o qué es lo que importa para el resto. Solucionar esto a través de la práctica y de la auto-corrección constante nos permite consolidar otro de los grandes pilares de la belleza interior: la capacidad de no pensar solo en uno mismo.
6. Haz que tu día cuente
El desarrollo personal puede llegar a constituir una fuente de motivación muy potente. Por eso, más allá del tiempo dedicado a tus responsabilidades, procura no caer en una vida rendida a la pasividad y al tiempo libre pasado sin hacer nada (si bien esto último es importante para descansar). Lee, aprende, conoce nuevos lugares... cualquier cosa que creas que te ayuda a crecer como persona.