Se suele decir que las mujeres inteligentes son aquellas que llevan una vida independiente. Y no es fácil, porque todavía existen una serie de normas sociales y clichés que tienden a encadenar a las féminas en torno a las labores culturalmente atribuidas a ellas: el cuidado de los hijos y del marido, así como de las personas mayores del hogar.
Por suerte, los tiempos han cambiado y las mujeres pueden elegir a qué quieren dedicarse o con quién quieren compartir su vida… e incluso pueden decidir quedarse solteras. De esto hablaremos en el artículo de hoy.
La imposición del matrimonio: ¿condenadas a formar una familia?
Debemos partir de una reflexión sumaria: cada mujer debe ser libre de elegir su propio destino. Esto incluye la posibilidad de enamorarse, de formar una familia, de no enamorarse nunca o de ir de flor en flor. No hay nada malo en ninguna de estas opciones (ni en cualquier otra).
Ocurre que todavía pesan ciertos estereotipos que sitúan a la mujer en un papel subalterno en nuestra sociedad, especialmente en lo que concierne a cómo debe llevar su vida amorosa y sexual. Los patrones culturales nos afectan a todos, y de forma particular a las mujeres. De ahí, muchos de los refranes y frases recurrentes que pretenden indicar a las mujeres cómo obrar en relación a su vida sentimental y a su maternidad: “mira, con 35 años y todavía no te has casado”, “cásate con Pepito que tiene una empresa y es un buen partido” “al final se te pasará el arroz”... Frases con un calado profundo y que, aun inconscientemente, influyen en la forma en que ellas actúan o dejan de actuar.
Entre la felicidad y la resignación
Otro dicho muy repetido es el que reza que “la ignorancia da la felicidad”. Ciertamente, puede resultar complicado para una mujer inteligente y con inquietudes más allá de lo típico poder encontrar a un hombre con el que poder expresarse libremente y sentirse intelectualmente estimulada. Esto, por no hablar de la sapiosexualidad.
La presión social de su círculo cercano puede ser bastante molesta para la chica que, siendo inteligente, no logre conectar con otra persona (sea del mismo sexo o no, porque claro está que también se puede ser homosexual y bisexual en esta vida), a diferencia de sus amistades, que parecen tener una especie de imán para las relaciones amorosas. Mientras que las segundas pueden reproducir la consigna cultural con menos reticencias, las primeras suelen mantenerse firmes en su postura.
Un estudio lo confirma: las mujeres solteras suelen ser más inteligentes
Entonces, ¿por qué las mujeres más inteligentes tienden a quedarse solteras? ¿Hay alguna razón objetiva por la cual los hombres heterosexuales o mujeres homosexuales no tengan como prioridad mantener una relación afectiva con una mujer inteligente? ¿Existe algún tipo de aversión, consciente o inconsciente, hacia las mujeres brillantes?
Puede que exista un cierto patrón a partir del cual las mujeres más inteligentes son a la vez las más exigentes y, por consiguiente, tienden a permanecer solteras. Es solo una hipótesis, pero podría tener sentido, sobre todo después de la investigación titulada “¿Por qué los hombres inteligentes eligen a mujeres menos inteligentes?”, que ha sido publicada en Daily Mail y en Elite Daily, entre otros.
En este estudio, el académico John Carney explica que las mujeres menos inteligentes suelen tener mucho más tiempo libre porque no son capaces de obtener beneficios económicos suficientes si estudian más o trabajan más horas de lo común, con lo cual tienden a emparejarse con hombres de mayor inteligencia que, estadísticamente, son los que acostumbran a tener mejores puestos de trabajo y sueldo, lo cual ayuda a ellas a avanzar económicamente y a disfrutar de un tren de vida más alto. Una conclusión, la de John Carney, que, por supuesto, ha desatado una fuerte polémica.
La otra cara de la moneda: los hombres buscan mujeres… no tan inteligentes
Parece, no obstante, que las motivaciones de los hombres a la hora de encontrar pareja también dejan un poco que desear desde un prisma moral. Según argumenta Carney, ellos buscan a una mujer que priorice su relación sentimental y el proyecto familiar sobre cualquier otro aspecto de la vida, y por supuesto hay mujeres, normalmente las ‘no tan inteligentes’, que están dispuestas a asumir esta premisa.
Los peligros y problemas de ser una mujer inteligente
Y es que, como queda patente, ser una mujer inteligente tiene grandes desventajas. Probablemente, si una mujer cualquiera tuviera que elegir entre ser o no ser inteligente, tendría un dilema importante ante sí. Porque, aunque a priori todas elegirían ser inteligente, la realidad es que gozar de una mente privilegiada conlleva cuantiosos problemas para afrontar la vida real.
Se suele decir, y creo que es un tópico que no va nada desencaminado, que las mujeres ‘tontas’ (si se me permite la expresión) no son tomadas en serio por los hombres. Pero, de hecho, las mujeres inteligentes sí son tomadas en serio por los colegas masculinos, quizá demasiado en serio, hasta el punto que las perciben como rivales y no tanto como potenciales parejas.
Así las cosas, las mujeres de cualquier parte del planeta viven en una constante tensión: si son menos agraciadas intelectualmente son percibidas frecuentemente como poco más que objetos sexuales y amas de casa, y si son mujeres inteligentes, son percibidas como una amenaza indeseable, como un competidor para ese puesto directivo en la empresa.
Profundizando en el estudio
El estudio de Carney fue realizado a un total de 121 personas de nacionalidad británica. Los resultados han dado mucho que hablar: siendo preguntados por relaciones de pareja heterosexuales en las que la mujer tenía una inteligencia claramente superior, los encuestados percibían a éstas como problemáticas y menos deseables.
Cuando se les formulaba la pregunta a la inversa (siendo el hombre el más inteligente de la relación), los encuestados no reportaban ningún viso de crítica ni censura hacia ellos, sino todo lo contrario: los percibían como más deseables.
Estereotipos de género que tardarán en destruirse
Estamos ante una prueba más de los distintos estereotipos que, en pleno siglo XXI, siguen explicando por qué las mujeres sufren discriminación en algunos ámbitos de la vida. Estos prejuicios de género hacen mella también en las mujeres con gran capacidad intelectual, ya no únicamente en el terreno laboral con fenómenos como el techo de cristal sino también en las relaciones sociales y sentimentales, donde parece que ser inteligente es percibido como algo, a la práctica, indeseable.
¿Es imprescindible tener pareja para ser feliz?
Vivimos en una sociedad que nos exige tener una vida ordenada: empleo estable, pareja formal y, a cierta edad, hijos y formar una familia y un hogar. Es un planteamiento que debemos cuestionar. Para algunas personas, este modelo de vida puede ser totalmente acorde a sus expectativas e ilusiones, y esto es plenamente respetable. Pero nuestra generación todavía sigue aceptando sin más algunas tradiciones e imposiciones culturales.
Algunas mujeres, presas de este contexto moral, buscan incesantemente hombres que las aprecien y con los que compartir la vida. En las facultades españolas, las mujeres ya son mayoría. Esto significa, entre otras cosas, que en el futuro es bastante probable que haya más mujeres que se decanten por tener una pareja con una menor cualificación académica que ellas. Estamos ante una nueva realidad social confusa: a la vez que son más las mujeres que pueden desarrollar carreras académicas y laborales potentes, los hombres no están todavía dispuestos a renunciar a su posición de hegemonía intelectual en el seno de la pareja, hecho que está provocando que muchas mujeres ‘inteligentes’ se queden solteras.
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