Tras más de cinco años acompañando procesos individuales y de pareja para mejorar la calidad y satisfacción de las relaciones interpersonales, me gustaría realizar una reflexión sobre un tema tan vital como tremendamente difícil de conceptualizar: el amor en la pareja.
He observado que existe en la concepción del amor la idea generalizada de que es una especie de gracia que viene de afuera. Es decir, que depende de la suerte encontrarse con él. En realidad, veo a mis pacientes sedientos de amor.
Detrás de la mayoría de las conductas irracionales y de trastornos psicológicos siempre encuentras a una personita deseando ser amada. Y ese es precisamente la génesis del problema con el amor. ¡Todos están sedientos de amor, pero nadie invierte lo más mínimo en aprender a amar!
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Asperctos de la relación de pareja que podemos aprender a mejorar
A continuación, expresaré aquí una serie de problemas que suelen dificultar que las relaciones de pareja sean plenas y generar mucho sufrimiento en las parejas actuales.
1. La creencia de que el amor consiste en sentirse amado
La creencia de que el amor es sentirse amado y no la capacidad de amar es muy dañina. De ahí que esta creencia genere un nuevo problema: cómo lograr ser dignos de amor.
Para alcanzar ese objetivo las personas pueden pasarse su vida entera persiguiendo el éxito económico, el estatus social o el cuerpo perfecto. Todas esas metas nunca traerán el ansiado amor porque son vías para compensar una situación deficitaria: la falta de amor personal.
Podemos arrastrar esta carencia desde la infancia. Puede que no hayamos sido bien cuidados o reconocidos por nuestros padres. Si nos relacionamos con nuestra pareja desde las carencias emocionales y las historias por resolver, no podremos desarrollar nunca la capacidad de amar al otro y nos sentiremos eternamente insatisfechos.
2. Confundir amor con enamoramiento
Muchas personas creen que cuando desaparece el enamoramiento inicial es que el amor ha abandonado la relación. Creo que las películas románticas y la clásica imagen de cupido lanzando sus flechas sobre las parejas han motivado esta gran confusión.
El enamoramiento es una combinación de emociones de intimidas y atracción que producen una serie de modificaciones químicas en el cerebro. Al principio tendemos a idealizar al otro, y el enamoramiento suele disiparse cuando empezamos a ver sus defectos y la convivencia se asienta en lo real. Si el compromiso de una pareja está condicionado en sentir las mariposas en el estómago, la relación no tendrá mucho futuro.
3. La falta de polaridad sexual
La polaridad de los sexos está desapareciendo, y con ella el amor erótico, que se basa en dicha polaridad.
La sociedad contemporánea tiende a predicar la igualdad identitaria y las personas se encuentran muy confundidas sobre la polaridad natural que poseen. La polaridad masculino-femenino es una realidad biológica que no podemos jugar a saltarnos si queremos cosechar buenos resultados en nuestra relación de pareja.
El sexo puede no ser lo esencial en una relación de pareja basada en el amor, pero es la argamasa que mantiene unidos los vínculos y que aporta color y chispa a la relación.
4. La falta de un propósito en común
En una pareja uno y uno deben sumar más de dos. Las parejas que comparten un propósito u horizonte en común pueden superar los embistes que tarde o temprano traerán las dificultades de la convivencia y los conflictos inherentes a la vida. Este horizonte puede ser la crianza de un hijo en común, un proyecto laboral o un ideal compartido.
Lo importante es que eleve a los integrantes de la pareja más allá de sus necesidades egoicas y de sus carencias emocionales. Cuando en el propósito de la pareja además se incluye el crecimiento mutuo, la pareja puede aprender de los conflictos y crecer a partir de ellos. No hay un lugar dónde el juego de las proyecciones mutuas se muestre tanto como en la pareja.
5. La comunicación cerrada
Aprendemos durante nuestra vida numerosos conceptos y teorías que nunca utilizamos. Sin embargo, algo tan vital para nuestras relaciones como es aprender a comunicarnos suele brillar por su ausencia.
La mayoría de las parejas que suelen acudir a mi consulta suelen reconocer que tienen un grave problema de comunicación. La comunicación cerrada es aquella pauta de interacción que se mantiene rígida porque sus miembros no logran cambiar el estilo comunicativo. Tenemos el clásico ejemplo de la mujer que se queja porque su marido no la escucha y su marido no la escucha porque su mujer siempre se queja. ¿Qué fue antes, el huevo o la gallina? En este tipo de comunicación cerrada cada uno está instalado en la comodidad de atribuir al otro el origen de su propia comunicación.
Para concluir...
La psicoterapia de pareja es un proceso de acompañamiento a la pareja que puede permitir atravesar crisis temporales, cambiar estrategias comunicativas y permitir el crecimiento de los miembros que la componen a través de su relación.
Las sesiones también pueden ser individuales siempre que exista un compromiso mutuo por parte de la pareja para seguir las indicaciones del terapeuta. Si te interesa contar con esta clase de servicio profesional, accede al Directorio de Psicólogos.