Si algo caracteriza al amor, es que es irracional, confuso y turbulento. Sabemos que tiene un impacto muy potente sobre nuestros hábitos y sobre nuestro estado emocional, pero no siempre resulta fácil describir esas sensaciones y reconocer de qué tipo son.
Y es que a diferencia de otras emociones intensas como por ejemplo el miedo o el asco, en el amor la fuente de lo que sentimos casi nunca está clara: ¿es la persona con la que tenemos con una relación, o es algo que esta nos ayuda a recordar?
Las relaciones rebote, que se producen después de haber pasado por una ruptura amorosa de la que aún no nos hemos recuperado, son justamente aquellas en las que lo que mantiene unida la pareja es la manipulación y el miedo a afrontar esa sensación de vacío y que, a la vez, se ven alimentadas por nuestra incapacidad de reconocer lo que realmente sentimos.
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Ocultando carencias afectivas
Cualquier relación de pareja tiene doble filo. Son ilusionantes y fuentes de muchos buenos momentos, pero si terminan pueden llegar a hundirnos emocionalmente.
No podemos controlar la aparición de esa sensación de vacío, frustración y tristeza que nos invade cuando termina una relación en la que querríamos seguir viviendo, pero sí podemos aprender a gestionar de un modo eficaz cómo adaptarnos a este cambio. Muchas personas consiguen superar este duro golpe, pero otras se niegan a aceptar su nueva situación y tratan de enmascarar la realidad. Las relaciones rebote son una de las estrategias utilizadas para conseguirlo.
Iniciar una de esas relaciones rebote es una manera de engañarnos a nosotros mismos obligándonos a actuar y sentir de un modo parecido a como lo hacíamos con esa persona a la que echamos de menos. Lo malo no es solo que manipulemos a alguien para conseguirlo; además, normalmente no somos plenamente conscientes de que lo hacemos.
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¿Por qué aparecen las relaciones rebote?
Del mismo modo en el que mejores efectos especiales pueden servir para crear una película muy inversiva, los amantes sustitutivos que son utilizados en las relaciones rebote son un apoyo para nuestra imaginación, con el objetivo de fantasear cómo sería la vida si esa ruptura no se hubiese producido.
Eso significa, entre otras cosas, que las relaciones rebote son altamente injustas, dado que en ellas hay alguien que está desperdiciando su tiempo, su esfuerzo y sus ilusiones en un proyecto que no tiene futuro porque es el remiendo a una carencia afectiva. Pero significa, además, que en la persona que ha iniciado una de estas relaciones rebote hay un problema psicológico no resuelto: la dependencia emocional.
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La fuente del dolor se llama dependencia emocional
Llamamos dependencia afectiva a un modo de relacionarnos que está muy interiorizado en ciertas personas y que nos pone en una situación de vulnerabilidad sin que nos demos cuenta. Tiene dos facetas: una cognitiva, otra emocional y otra conductual.
Cognitivamente, hace que transformemos nuestro autoconcepto (es decir, la idea que tenemos de nosotros mismos) en algo compuesto por dos personas, de modo que no concebimos nuestra vida sin la persona amada.
Emocionalmente, hace que a lo largo del día cualquier cosa nos haga recordar emociones ligadas a la pareja, con lo cual es muy fácil pensar obsesivamente en ella.
Conductualmente, hace que emprendamos las acciones necesarias para evitar el malestar que produce la ausencia de esa persona. En estas situaciones de añoranza la metáfora del amor concebido como droga queda más clara.
Las relaciones rebote son consecuencia de estos tres efectos. Por un lado, todo lo que nos ocurre nos hace centrar la atención en el malestar que produce no seguir estando en la relación de pareja que añoramos. Por otro, llegamos al extremo de dar falsas esperanzas a otra persona para aliviar ese malestar, y por el otro, en los momentos en los que podamos pensar que estamos manipulando a alguien, el autoconcepto nos lleva a pensar que aunque fuese cierto que salimos con dos personas a la vez (una real y otra imaginada) eso no es malo en sí.
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Cómo reconocer el efecto rebote en el amor
Lo malo de las relaciones rebote es que muchas veces solo pueden ser detectadas por quien está intentando suplir la ausencia de su expareja incorporando a un nuevo amante a su vida.
Esta última persona puede detectar algunos detalles extraños, normalmente relacionados con muestras de infelicidad por parte de la persona con la que sale, pero es muy complicado que sepa identificar lo que la hace actuar así.
Para saber si estás alimentando la existencia de una de esas relaciones rebote, hazte las siguientes preguntas.
¿Intentas cambiar a esa persona para que se parezca a tu ex?
Esta es una acción recurrente en las relaciones rebote. Pedirle a la otra persona que cambie en el contexto de un romance ya es poco apropiado, pero si además de eso el cambio va dirigido hacia una situación en la que la persona se asemeje más a la expareja física o mentalmente, la alarma de probable relación rebote debería empezar a sonar.
¿Piensas de manera recurrente en tu ex en el contexto de la relación?
Si estando con la otra persona es frecuente que evoques recuerdos de esa antigua pareja que echas de menos, es posible que sea justamente eso lo que buscas en esta nueva relación: más situaciones en las que sea posible fantasear con esa persona que ya no está a tu lado.
¿Has salido de una relación turbulenta hace poco?
Cuanto más reciente sea la ruptura de una relación que suponía algo muy intenso para nosotros, más probable será que se trate de una relación rebote. Sin embargo, este hecho por sí solo no es un indicio.
Conclusión: amar bien y amarse mejor Las relaciones amorosas son algo que siempre conlleva sacrificio, y por eso hay que reflexionar antes de iniciar los hábitos de la vida en pareja con alguien. De no ser así, podemos llegar a un punto en el que nos demos cuenta que carencias propias han hecho que otra persona emprenda un camino que no se sustenta en nada, tan solo falsas expectativas de amar y ser amado.