El Trastorno Obsesivo-Compulsivo (TOC) es un trastorno de ansiedad que se caracteriza por la presencia de obsesiones y/o compulsiones. Las obsesiones son pensamientos, imágenes o impulsos recurrentes e intrusivos que causan ansiedad o malestar. Las compulsiones son comportamientos repetitivos que se realizan en respuesta a las obsesiones con el fin de reducir la ansiedad o prevenir algún evento negativo.
El TOC puede interferir significativamente en la vida diaria de una persona y afectar su capacidad para trabajar, estudiar o relacionarse con los demás. La etiología del TOC no se conoce completamente, pero se cree que es el resultado de una combinación de factores biológicos, psicológicos y ambientales.
Los tratamientos más habituales para el TOC son la psicoterapia y los medicamentos, y aunque se pueden implementar de forma separada, el tratamiento de primera elección debe de ser la psicoterapia, ya que el tratamiento farmacológico, que en ocasiones puede ser necesario, está encaminado a tratar el estado emocional del paciente, derivado de una historia padeciendo TOC.
¿Cómo es el abordaje psicoterapéutico del TOC?
Es importante destacar que el tratamiento del TOC es un proceso individualizado y puede requerir tiempo y paciencia para encontrar el enfoque adecuado, y como en otros problemas de salud mental, tiene mejor pronóstico cuanto antes se actúe al respecto.
A una persona con cierta perspicacia y algunos conocimientos básicos sobre el cerebro, no se le escapa que, como en otros problemas de salud mental, las bases neurológicas, fisiológicas, orgánicas, físicas o incluso genéticas del TOC, son meras especulaciones e hipótesis, que implican una complejidad de tal calibre, que si seguimos un principio científico básico como el de parsimonia, tendríamos que verificar solo cuando termináramos de descartar el peso de la cultura o la educación en la etiología del trastorno.
En cuanto a las hipótesis psicológicas de como se origina el trastorno o de qué lo causa, la mas habitual, es presuponer que los pensamientos intrusivos causan ansiedad, esto provoca que se conviertan en obsesivos y por tanto las compulsiones sean intentos de calmar la ansiedad. Si uno deja de mirar a los síntomas como fenómenos con entidad propia, y se empeña en observar cuando surgen, en qué circunstancias, de qué están hechos, inmediatamente se da cuenta de unas cuantas cosas.
La persona que sufre aquello que se ha dado en denominar un TOC, elabora de una forma muy básica cualquier tipo de conflicto que puede estar teniendo. No es capaz de salir por sí mismo de categorías rígidas, con muy pocos matices y complejidades.
No habla de emociones, de sentimientos, todo está intelectualizado. Es como si los pensamientos fueran el termómetro de sus emociones (y ciertamente lo son). Debido a lo anterior, les cuesta mucho conectar su experiencia cognitiva con lo que les sucede. Para ellos no hay conexión entre su forma de pensar y los sucesos del día, porque tampoco la hay entre sus emociones y sus cogniciones.
Aunque es un trabajo arduo y complicado, según se va avanzando en la conexión entre todas las facetas de la experiencia, se van volviendo más hábiles a la hora de establecer relaciones y de entender lo que les ocurre.
“Todo Psicología” en Santa Cruz de Tenerife
Aunque en esencia, después de la terapia, a las personas que sufren TOC les sigue pasando lo mismo, el conectar todas las facetas de la experiencia, les permite buscar soluciones en sus vidas, no a nivel de ideas y/o ritual, por lo que no se vive como anormal, ajeno o invasivo, cualquiera que sea la forma de pensar.
Una vez más, al igual que sucede con las alucinaciones, los delirios, y cualquier otro síntoma en la experiencia psicológica de una persona, el comprender, el poder entender cuál es su sentido, que dice de uno mismo, que funcionalidad tiene o de dónde proviene, es fundamental para poder normalizar y aprender a convivir con él, o hacerlo aceptable y/o admisible.
El miedo, por ejemplo, no se cura, pero una persona que sufre ataques de pánico, por ejemplo, después de la terapia no es que pierda el miedo, es que entender cuál es el factor de su vida que lo motiva, le permite implementar soluciones sólidas, y por tanto el experienciar el miedo, se normaliza y no es amenazante, se convierte en una experiencia desagradable pero que es parte de la vida y de lo normal. Lo mismo sucede con el TOC, que además, también se ha considerado como un trastorno de ansiedad como las crisis de angustia o los ataques de pánico.
Además, no solo el paciente hace cosas distintas en torno al síntoma, cuando comprende más sobre él, también los profesionales. De hecho, creo que en psiquiatría o en psicología, se hace algo que no suele hacerse en otras áreas de conocimiento aplicado: eliminar los síntomas (señales) sin tener una explicación del motivo que los causa.
En arquitectura, si el edificio presenta una grieta (síntoma) la taparemos (desde luego) pero limitarse a eso sería asumir un riesgo enorme. En medicina, quitar un dolor de estómago sin explorar al paciente y tener una explicación de qué lo causa, exactamente igual. En agricultura, aplicar un plaguicida sin tener una explicación de dónde procede la plaga, sería pan para hoy y mucha hambre para mañana.
Por tanto, si recordamos la etiología de la palabra síntoma (síntoma=señal), deberemos extraer toda la información posible sobre el mismo, para entender qué funcionalidad tiene en la vida de la persona y conseguir que integre la sintomatología, hasta ese momento ajena y desconectada de su vida, a su cotidianidad y su experiencia.
Por tanto, nuestra forma de abordar el problema tiene un primer objetivo: entender cómo funciona cada aspecto del mismo. Una vez conseguimos vincular e integrar el contexto vital y personal con los pensamientos y conductas del paciente, podremos encontrar juntos soluciones productivas y menos superficiales de lo que el paciente pueda obtener una mejoría sustancial.