Son muchos los tipos de fobia de los que hemos hablado en Psicología y Mente, algunas muy raras o extrañas como es el caso de la tripofobia. Y es que las fobias comparten muchos síntomas en común y son trastornos de ansiedad bastante frecuentes.
Todos los seres humanos podemos sentir miedo, que es una emoción adaptativa que ha permitido que la especie humana haya sobrevivido al paso de los siglos. Ahora bien, esta emoción adaptativa puede convertirse en una situación que produce gran malestar e incluso terror irracional ante algunos estímulos que para nada son peligrosos.
De hecho, una de estas fobias es la catoptrofobia o eisoptrofobia. El miedo irracional hacia algo tan cotidiano como mirarse en el espejo.
El miedo a los espejos, ¿de qué se trata?
El miedo a los espejos o catoptrofobia es una fobia específica que pertenece al grupo de los trastornos de ansiedad, pues su síntoma característico es el malestar y la gran ansiedad que las personas con fobia sufren. Dentro de los trastornos fóbicos existen tres grupos: la fobia social, la agorafobia o las fobias específica. Respecto a este último caso. aparecen ante la presencia de algunos objetos o situaciones concretas, como pueden ser las arañas (aracnofobia), el hecho volar en avión (aerofobia) o, en este caso, la presencia de espejos o el hecho de mirarse en ellos.
Las fobias causan que la persona que las sufre intente evitar la situación u objeto temido y, por ejemplo, no acuda a lugares donde puede encontrarse con los estímulos fóbicos, algo que puede alterar la normalidad su vida. Quizás en el caso del miedo a los espejos, esta patología raramente afecta de manera muy negativa a la vida de la persona excepto por el malestar que causa, a diferencia de otras fobias como la claustrofobia, que el paciente sea incapaz de subirse en el transporte público para ir a trabajar, dificultando así su vida laboral y social.
Ahora bien, puede ocurrir que estas personas eviten, por ejemplo, ir a casa de sus amigos para no tener que afrontar el miedo. No hay que olvidar que los espejos son objetos bastante comunes, y el malestar puede presentarse en cualquier momento, a diferencia de otras fobias en las que la persona entra muy rara vez en contacto con el estímulo fóbico, como las serpientes.
En ocasiones, la catoptrofobia puede confundirse con la espectrofobia, que es el miedo a la existencia o aparición de espectros o espíritus, pues las personas con este trastorno fóbico pueden tener miedo a ver su propio reflejo en el espejo y pensar que la figura puede salirse de dicho objeto.
¿Qué causa la catoptrofobia?
Las fobias pueden tener distintas causas; sin embargo, la mayoría de expertos coinciden en que los miedos irracionales son aprendidos. Hasta hace tan solo unas cuantas décadas, la creencia era que las fobias eran genéticamente heredadas, pero esta visión cambió a raíz de las investigaciones del condicionamiento clásico, un tipo de aprendizaje asociativo que originalmente descubrió un fisiólogo ruso llamado Iván Pavlov.
Éste personaje pretendía experimentar con la saliva de los perros y por eso les traía comida. Pues los canes salivan cuando van a comer para facilitar el proceso de digestión. Pavlov se dio cuenta de que al principio los perros salivaban con la presencia de la comida, pero que tras varios ensayos, la sola presencia del investigador provocaba que los perros salivasen incluso sin que la comida estuviera presente. Esto quería decir que los perros habían asociado la presencia de Pavlov a la comida y, por tanto, el científico provocaba la respuesta que originalmente provocaba comida a solas.
El aprendizaje del miedo en humanos
Los experimentos de Pavlov fueron el comienzo de un nuevo paradigma en la Psicología: el Conductismo. Pero esta corriente no se hizo popular hasta que John B. Watson lo popularizó en Estados Unidos y, como consecuencia, en el mundo. Watson experimentó con un niño pequeño para que éste tuviera miedo a ciertos estímulos, es decir, le provocaba una fobia Este estudio es uno de los más polémicos de la psicología, y recibe el nombre del “experimento del pequeño Albert”.
Además de esta teoría, otra hipótesis que que se barajan en torno al origen de las fobias es que algunos estímulos son más propensos a ser aprendidos porque estamos biológicamente preparados para ello para evitar la desaparición de nuestra especie. Por eso, cuando aprendemos algo, se producen mecanismos que tienen poco que ver con la razón y la lógica, y por eso cuesta superar una fobia pese a que somos conscientes de que el miedo es irracional.
Por otro lado, esta fobia puede desarrollarse por superstición o por falsas creencias, pues existe la creencia popular de que romper un espejo supone que la mala suerte nos va a acompañar durante siete años.
Los síntomas de la catoptrofobia
Los síntomas de los diferentes tipos de fobias, ya sean específicas o complejas (fobia social y agorafobia), son comunes entre éstos. La ansiedad es sin duda el rasgo más característico, que va acompañado de un gran malestar y un intento de evitación de los espejos. La persona puede experimentar la fobia cuando ve los espejos o ante su imagen en los espejos.
En general, se habla de tres tipos de síntomas de la catoptrofobia:
- Síntomas cognitivos: experiencia de miedo, gran ansiedad o angustia. Pensamientos de evitación.
- Síntomas conductuales: realizar conductas de huida o evitación del estímulo.
- Síntomas físicos: pulso acelerado, taquicardias, dolor de cabeza, malestar estomacal, etc.
Cómo superar esta fobia
Por suerte, las fobias tienen cura, y el tratamiento psicológico funciona muy bien para este tipo de trastornos. Puesto que su origen es aprendido, la Terapia Cognitivo Conductual ha demostrado ser eficaz y el pronóstico en la recuperación de los pacientes es muy bueno.
Dentro de este tipo de terapia es frecuente que se utilicen algunos métodos como las técnicas de relajación o las técnicas de exposición. Un tipo de técnica de exposición muy empleado es la desensibilización sistemática, que consiste en exponer al paciente de manera gradual al estímulo fóbico mientras aprende estrategias de afrontamiento más adaptativas. Por ejemplo, es posible comenzar por enseñarle imágenes al paciente de algunos espejos, y al finalizar la terapia éste es capaz de coger un espejo con sus propias manos y mirarse en él sin ningún tipo de miedo.
Ahora bien, este tipo de terapia, que funciona tan bien, pertenece a las terapias de segunda generación, pero las de tercera generación, que son más recientes, también se han mostrado efectivas para cualquier trastorno de ansiedad. Entre estas últimas destacan: la Terapia Cognitiva Basada en Mindfulness y la Terapia de Aceptación y Compromiso.
En casos extremos, el tratamiento farmacológico también es una acción terapéutica a considerar, pero siempre debe combinarse con la psicoterapia para que los síntomas se mantengan a lo largo del tiempo.