La gratitud es un sentimiento que nos hace apreciar y reconocer las cosas buenas que tenemos o hemos recibido por pequeñas sean. Desarrollar una mente abundante, agradecida, que valore lo bueno impacta directamente en nuestro bienestar y en nuestra salud.
Cuántas veces nos hemos podido encontrar con una persona que tiene un discurso constante basado en la queja, en lo que no tiene, en lo que está mal o puede salir mal… cómo nos sentimos nosotros cuando escuchamos a una persona así, sólo con escucharla. Cómo nos transmite esa negatividad y sentimos que “nos chupa” nuestra energía.
Imagínate ahora cómo sería vivir constantemente ahí, en ese discurso. Para muchas personas esto es una forma de vida, instaurados en la queja, en lo que les falta y obviando completamente todo lo que sí tienen, lo que está bien, lo que funciona en ellos y en su alrededor. Esto afecta directamente a nuestra energía, a nuestro estado de ánimo, nuestro diálogo interno, a nuestra autoestima, a cómo nos relacionamos con los demás y nuestro entorno.
Por lo tanto, trabajar la gratitud, también tendrá un gran impacto en nosotros. Ya son muchos los estudios que han indicado el bienestar a todos los niveles que nos genera agradecer. A nivel físico, se ha encontrado que mejora el sistema inmune, la salud cardiovascular, la calidad de sueño… A nivel psicológico aumenta la felicidad, sensación de bienestar, reduce el estrés, mejora la autoestima… También mejora nuestros vínculos y nuestras relaciones con los demás.
¿Cómo puedes entrenar tu gratitud?
No cabe duda de que aprender a agradecer nos ayudará a apreciar y disfrutar plenamente de la vida.
1. Escribir
A modo de diario o simplemente anotando tres cosas por las que ese día te sientas agradecido/a. Y piensa en pequeño. No esperes a que pasen grandes cosas en tu vida para sentirte agradecido. Fíjate en las cosas más pequeñas, las que siempre están ahí delante de tus ojos y que normalmente pasan desapercibidas.
Cosas como, levantarte cada mañana, comer una comida que te guste, haber descansado bien, recibir un abrazo o un mensaje de alguien, disfrutar de un café tranquilamente o de haber pasado un buen rato con amigos, con alguien de tu familia o tus hijos, etc… Siempre será mejor escribirlo para tomar más conciencia, pero si no, piensa en esto cada día.
2. Piensa en alguien con quien te sientas agradecido por algo
Puedes escribir una nota o directamente decírselo a esa persona. Decir “gracias” a otras personas tiene un gran efecto en nosotros. Así como cuando alguien nos da las gracias personalmente. Es un gesto que suele resultarnos muy agradable por lo que hacerlo nosotros, también lo será para nosotros y para los demás. Nos sentimos muy bien ahí.
3. Intenta ver el lado positivo de las cosas y situaciones que te ocurren
Tanto de las situaciones difíciles como de situaciones cotidianas. Intenta ver qué te está enseñando esa situación, que te puede aportar o descubrir. Que ha podido ocurrir de bueno gracias a que esa situación ha pasado aunque no la hayas elegido.
4. Quiérete
Piensa en cosas positivas tuyas propias, de tus habilidades, capacidades, forma de ser y agradece por ello, por tener esas cosas que te hacen la persona que eres y que te ayudan cada día en tu vida a conseguir tus objetivos, a establecer las relaciones que tienes, a desempeñar tu trabajo, etc…
Conclusiones
Con pequeños gestos y con pararnos a reflexionar un poco cada día podemos cultivar esta gratitud que tantos beneficios tiene para nosotros. Empieza poquito a poco, pero empieza.


Newsletter PyM
La pasión por la psicología también en tu email
Únete y recibe artículos y contenidos exclusivos
Suscribiéndote aceptas la política de privacidad












