Hoy en día, todo va muy rápido y a veces no somos conscientes de ello. Nos vemos arrastrados y atrapados por una inercia que nos va llevando. Además, esto suele ser una gran fuente de estrés de la que nos resulta muy difícil salir.
Claro que ser productivo, poder aprovechar el tiempo y hacer cosas es algo muy positivo, pero en ocasiones hace que perdamos de vista cosas que son importantes para nosotros y nuestro bienestar. A veces actuamos de forma automática y no nos paramos a pensar en qué necesitamos. Está claro que tenemos que atender obligaciones y responsabilidades, pero a veces descuidamos demasiado otro tipo de cosas que son las que nos ayudan a mantener nuestro equilibrio.
Nos centramos tanto en las cosas que “tenemos que hacer” que ya no nos queda tiempo, y a veces energía, para las cosas que “queremos hacer”. Incluso, a veces, también afecta a las cosas que son importantes. Estamos dispuestos a sacrificar muchas de estas cosas sin darnos cuenta siquiera.
La importancia de aprender a priorizar
Aprender a priorizar nos puede ayudar a encontrar el equilibrio entre ambas cosas. Porque cuando sólo atendemos las obligaciones, nos sentimos vacíos, como robots. Y cuando sólo atendemos lo que queremos, nuestra conciencia nos dice que algo no estamos haciendo bien y tampoco funciona. Además, cuando encontramos o tratamos de tener este equilibrio, nuestro bienestar mejora, nos sentimos más tranquilos y disfrutamos más de las cosas.
¿Cuáles son las tres cosas más prioritarias para mí a día de hoy? No las que me gustaría, sino las que veo que dirigen mi vida actualmente. Esta diferencia es muy importante. Todos tenemos en la cabeza las cosas que creemos o nos gustaría que fueran importantes para nosotros y a las que nos gustaría dedicarles tiempo, pero otra cosa es la realidad, y esa es la que manda. En qué invertimos nuestro tiempo realmente. Si somos fieles o no a eso y si somos coherentes con nuestros pensamientos.
Por ejemplo, una persona puede tener la creencia de que la familia es lo más importante, pero a lo mejor en la realidad apenas dedica tiempo de calidad a la familia, por estar trabajando jornadas interminables, dedicar tiempo al móvil o hacer cualquier otra cosa. Y esa persona repite lo mismo un día tras otro sin darse cuenta de lo que está haciendo. Como si de un robot se tratara.
Reflexiona y haz cambios
Hazte la siguiente pregunta y detente a escuchar la respuesta, no de forma automática con lo primero que viene a tu cabeza, sino párate. ¿Qué tres cosas hago por y para mí a día de hoy?
Ahora fíjate si existe al menos alguna respuesta y después trata de ver si esa respuesta coincide con lo que realmente te gustaría que fuera. Fíjate también en cómo te sientes con la respuesta que has obtenido, qué nombre de emoción le pondrías. Date cuenta y empieza por hacer pequeños cambios que te ayuden a acercarte cada vez más a la respuesta que te gustaría. Cuando sientas que lo estás consiguiendo, vuelve a fijarte de nuevo en cómo te sientes, qué nombre de emoción le pondrías ahora.
Y así, es como podemos ir eligiendo y decidiendo para ser nosotros quienes llevemos las riendas de nuestra vida y dejar de ir en automático y a toda velocidad por la vida. Te propongo un ejercicio. Piensa que, si lo que para ti son tus prioridades (por ejemplo, la familia, el tiempo para ti y tus amistades), viniera una persona y no te permitiera tenerlas.
Te impidiera pasar tiempo con tu familia, contigo y con tus amistades. ¿Cómo reaccionarías? Yo te respondo, mal. Probablemente no lo permitirías. Pues ahora date cuenta de que, a veces, esa persona que lo impide eres tú mismo/a. ¿Qué te parece? Evidentemente, hay una parte en la que la vida nos va llevando, pero no nos olvidemos de que hay otra que nosotros podemos elegir y a veces renunciamos a ese poder.