Todo el tiempo nos dicen que debemos perseguir nuestros sueños. Y paradójicamente, en la misma frase se oculta la palabra “deber”.
Un sueño es algo privado que solo cada uno de nosotros crea conforme a deseos, esperanzas, modelos y fantasías que guardamos y armamos desde niños. Algunos son más convencionales que otros: casarnos, estudiar, o lograr una carrera (si puede ser exitosa, mejor). ¿Son solamente esos los sueños, los proyectos o los anhelos a alcanzar en la vida?
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¿Qué es un anhelo?
Anhelo es el deseo interno de conseguir algo. En su etimología anhelo implica “respirar con dificultad”.
Se puede pensar que un deseo o un anhelo es aquello que, durante el proceso de su cumplimiento, nos impide respirar con calma. Un anhelo bajo estos términos es aquello que nos hace sufrir, que nos propone una dificultad a sortear. Disiento con la primera parte, y es de esto que se trata el artículo.
Muchas veces encaramos sueños que no nos son propios, o que simplemente tienen una parte de ellos teñida por "lo que debe ser", por lo que con el tiempo que se espera que sean, y no tanto por lo que de verdad queremos. Anhelar algo es animarse a mucho más que a obtener resultados.
La vida nos propone situaciones que no nos vienen fáciles. y esas, sobre todo, son las que rodean a lo que llamamos deseos. Como si los deseos o logros simples y sencillos no tuvieran el mismo valor que los costosos y sacrificados. "Con sufrimiento y mucho esfuerzo se consiguen los sueños", dice el saber popular.
Darle entidad a este concepto que transita cómodo por nuestras venas, producto de enseñanzas culturales trasmitidas inocentemente desde la propia familia, desde la sociedad, conteniendo en su esencia el valor del sacrificio, no debería ser considerado el resultado de un deseo.
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Un proceso constante
Los deseos son entidades maravillosas, y lo digo así porque tienen peso y corporeidad en nuestro interior. Vivir con deseos nos garantiza el vivir mismo y la existencia. Cuando perdemos el deseo por algo, por alguien y consecuentemente por nosotros mismos, la vida se aleja para darle paso a la oscuridad y al temor. Nos vuelve pequeños e indefensos.
Por eso, no se trata de tener grandes deseos solamente, sino varios y continuos. Deseo que sea un buen día, encontrar el amor que busco, poder levantarme cada mañana deseando algo más, o lograr aquel puesto de trabajo que tanto quiero, y seguir deseando. Querer ser un buen líder, comprender a mi equipo desde la empatía y poder transmitir y disolver aquellos sacrificios innecesarios. Todos esos son deseos, y no son mensurables.
Es por esto que debemos ser transgresores, pero no al modo adolescente donde me arriesgo por ideales sin medir las consecuencias; debemos ser transgresores adultos, saliéndonos de lo establecido, pero evaluando los caminos y las consecuencias de nuestras acciones. Un sueño sin un método es una quimera peligrosa.
Lo sueños implican fuerza y pasión, pero no sacrificio. Si lo pensamos desde este ángulo el obstáculo que se nos presente solo será uno más de tantos, y será nuestra elección seguir o no. Es en esa decisión donde se ahoga el sacrificio y nos volvemos adictos a soñar y a perseguir nuestros ideales.
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La importancia de saber apartarse del camino establecido
Seamos trasgresores de la zona de confort, de las normas que no nos corresponden, de los valores que otros nos enseñaron, y analicemos qué queremos de verdad, no para mostrar, o para tener el reconocimiento fugaz y volátil del afuera.
Centrémonos en cada pequeño sueño que nos haga felices. Revindiquemos el valor de ver a nuestros hijos crecer en el camino de la libertad de la elección interna, veámoslos decidiendo su futuro y no arrojados a él. Recordemos la sensación plena de cuando fuimos capaces de decir aquello que tanto nos costaba. Respiremos lento, cuando evoquemos aquel cambio de trabajo que nadie recomendaba.
Cuando comprobamos que la madurez y el bienestar interno dependen de nosotros, de ser trasgresores adultos y formados para ser felices, que se trata de aprender a priorizar, sin duda descubriremos que la felicidad está más cerca de lo que pensamos.
Cree en cada pequeño logro, no lo pienses como sacrificio y no te centres en lo que te cuesta transitar ese camino, míralo como pasos que te acercan a donde quieres ir o a aquello que quieres lograr; no te centres en el resultado, mira el tiempo y la dedicación que le ofreces a tu sueño, y si no sale tal cual lo esperabas, entiende que no hay una sola forma de lograrlo. Sé plástico, flexible al resultado. El valor se encuentra en ti, allí está una de las formas secretas del verdadero bienestar.
Silvana Weckesser
Silvana Weckesser
Magister En Psicología. Especialista en Clínica.Escritora
A sentirse bien, se aprende. No tienes porque hacerlo en soledad, solamente trae tus sueños.