Vivimos con la cabeza llena de pendientes, recordatorios y distracciones. Tanto que, aunque estemos físicamente en un lugar, muchas veces la mente está en otro. Según algunos estudios, casi la mitad del tiempo no estás enfocado en lo que haces. Y eso tiene un costo: agotamiento, sensación de vacío, desconexión.
Pero, ojo, no se trata de borrar el pasado ni de olvidarnos del futuro. Se trata de darle al presente (y a quienes tienes enfrente) el espacio que merecen. Porque es en ese espacio donde realmente puedes conocerte, crecer y crear vínculos más profundos.
Conectar de verdad: contigo y con los demás
Conectar no es solo compartir tiempo o hablar mucho. Es estar ahí, sin defensas, sin apuros, sin pensar en qué viene después. Es mirar, escuchar y sentir con atención. Es abrirse a lo que el momento trae, incluso cuando no todo es cómodo o claro.
Esto también pasa en la relación que tienes contigo. Muchas veces tapamos lo que sientes llenándonos de tareas, redes o distracciones. Pero estar presente es parar un poco y escuchar lo que hay adentro. Y cuando te das ese permiso, empieza a aparecer algo más auténtico: te entiendes mejor, te tratas distinto, y desde ahí cambia todo lo que haces afuera.
Ese tipo de conexión es el punto de partida para cualquier proceso de desarrollo personal. Porque crecer no es solo avanzar, también es mirarse, aceptar lo que hay y tomar decisiones desde ahí.
- Artículo relacionado: "¿Qué significa vivir el presente?"
El presente: ese lugar donde todo sí puede pasar
Todo lo que haces, decides o sientes... sucede ahora. El pasado ya quedó atrás y el futuro es solo una idea. Parece obvio, ¿verdad? Pero casi siempre estamos tan atrapados pensando en lo que ya pasó o en lo que podría venir, que se nos escapa lo único concreto: este momento.
Y estar aquí, aunque suene simple, es lo que permite tener claridad. Cuando estás presente, entiendes mejor qué necesitas, cómo te sientes, qué valoras. Estás en condiciones de actuar, de responder en vez de reaccionar. Y también estás mucho más disponible para otros, porque no estás en una constante distracción con tus pensamientos, sino en contacto con lo que está ocurriendo ahora.
Sin esta presencia, las conversaciones se vuelven vacías, las decisiones se repiten por costumbre, y hasta los vínculos se sienten lejanos, aunque haya cercanía física.
- Quizás te interese: "Crecimiento personal: cómo transformar tu vida en 6 pasos"
¿Cómo saber si estás conectando o en automático?
Hay momentos en los que sientes que algo hizo clic. Que estás presente, que hay vínculo, que lo que estás compartiendo tiene peso. Eso es una buena señal de conexión real. Algunas pistas más claras:
- Estás prestando atención de verdad. No solo oyes, sino que escuchas. No solo miras, sino que ves.
- No te molesta el silencio. No sientes presión por llenar el espacio.
- Eres tú, sin máscaras. Puedes decir lo que piensas o lo que sientes sin miedo a que eso no encaje.
- Sientes comodidad estando contigo. No necesitas ruido todo el tiempo, ni ocupación constante.
- Reconoces lo que te pasa. No quieres tapar emociones ni justificar lo que sientes.
Y también pasa al revés: cuando no sales de tu propia forma de ver las cosas, no entras en el mundo del otro. Ahí la comunicación se vuelve plana. No llega. No transforma.
Cómo entrenar la presencia y conectar mejor
Estar presente no es un talento. Es algo que se cultiva con intención. No hace falta cambiar toda tu vida, pero sí haz pequeños ajustes que te ayuden a volver al ahora una y otra vez.
1. Respira con atención
Suena básico, pero funciona. Unos segundos respirando de forma consciente bajan el ruido mental y te devuelven al cuerpo.
2. Pon límites a las pantallas
No hace falta desaparecer del mundo digital, pero sí crea momentos sin distracciones. Un almuerzo, una charla, un rato contigo. De a poco.
3. Empieza con uno o dos objetivos al día
Elige algo puntual para ese día. No por productividad, sino por enfoque. Saber qué quieres del día te mantiene más en el presente.
4. Suelta lo que no está en tus manos
Cuando notes que estás atrapado en pensamientos del pasado o preocupaciones futuras, vuelve. No para negar lo que sientes, sino para dejar de vivir solo en tu cabeza.
5. Crea pequeños rituales
Puede ser escribir al despertar, caminar sin auriculares, tomar un café en silencio. Lo que te ancle. Lo que te devuelva al momento.
6. Siente, aunque incomode
No hace falta resolver todo ya. Pero sí darte espacio para sentir sin querer taparlo. Ahí empieza el verdadero trabajo emocional.
7. Agradece desde lo real
Fíjate en lo que sí está bien hoy (aunque sea algo pequeño) te conecta con el momento. No es optimismo forzado, es atención.
Estar aquí es darte una oportunidad real
Cuando estás presente, todo cambia un poco. Escuchas más claro, actúas con más intención, y tus vínculos se sienten distintos. ¡Claro!, no es que desaparezcan los problemas o las emociones difíciles, pero puedes vivirlas con más calma y sentido.

Escuela Europea De Coaching
Escuela Europea De Coaching
Ampliando futuros: Acompañando a personas y organizaciones a través del Coaching Ejecutivo
Y sí, al principio puede ser todo un reto, especialmente si tu costumbre acostumbre es ir con el piloto automático encendido. Pero con práctica, estar presente deja de ser algo que te “acuerdas de hacer” y pasa a ser parte de cómo vives.
Porque al final, lo único que realmente tienes es esto. Este momento. Y todo lo que se construye parte de ahí.


Newsletter PyM
La pasión por la psicología también en tu email
Únete y recibe artículos y contenidos exclusivos
Suscribiéndote aceptas la política de privacidad