Entendemos el concepto de migración como el cambio de residencia de un lugar a otro. Esta ha existido desde siempre. Recientemente podemos ver por los medios de comunicación que se ha intensificado gracias a problemas políticos, económicos, sociales o bien ambientales tales como los incendios ocurridos en California.
Existen diferentes tipos de inmigrantes que se encuentran en una situación obligada a abandonar su país. Por ejemplo: deportaciones, asilo político, cambio de residencia, cambios laborales que obligan a cambiar de ciudad o país, cambiar de ambiente o probar “suerte”. Estos mismos pueden ser o no permanentes.
El duelo migratorio
El inmigrante puede encontrar serios obstáculos internos para integrarse al nuevo ambiente. Suele presentar mecanismos de disociación e idealización por el nuevo ambiente que está experimentando y desvalorización y angustias persecutorias por el lugar y gente y bienes que ha dejado.
La disociación le sirve para evitar el duelo, resentimiento, remordimiento y sobre todo las ansiedades depresivas que se agudizan cuando se trata de una migración voluntaria. Las motivaciones de la migración influyen en las condiciones internas para afrontarla, tomando en cuenta la personalidad previa del individuo y el momento vital en que se encuentra.
La migración es una de las experiencias más importantes que provocan estrés, ansiedad y depresión inclusive trastornos disociativos o psicóticos por los cambios de adaptación de la persona; también existen sentimientos de emoción y esperanza. En cualquiera de los casos existe en el individuo: frustración, incertidumbre e incluso culpa.
Pero a qué se debe esta frustración; esta puede darse porque si la situación por la que hace su cambio de residencia fue obligada por ejemplo el desplazamiento de los poblados en guerra, desarrollando consigo más problemas emocionales que no tenían consigo; estas personas afrontan un stress tan fuerte que pueden sentir miedo, confusión dudas y dolor emocional. El migrante individual presenta extrañeza familiar y se siente culpable por los familiares y amigos que dejó en su lugar de origen. Esta afectación está influenciada por la edad, sexo, su cultura y por la que se va de su país de origen.
Por ejemplo, en los niños existe un impacto muy fuerte ya que les crea sentimientos de inseguridad, miedo y nostalgia por las personas que han dejado. El irse es morir un poco y deben elaborar un duelo tanto el que se va como los que se quedan.
Las etapas del duelo
La migración es como una muerte y por eso tiene que pasar por las mismas etapas que un duelo:
- Existe la fase de negación donde todavía no nos convencemos de lo que ha sucedido y actuamos como si nada estuviera sucediendo.
- Rabia o protesta, y nos preguntamos porque nos tuvimos que ir, ¿por qué me sucedió a mí? La rabia se puede sentir cuando está siendo difícil el cambio y se nos dificulta adaptarnos a éste, al lugar nuevo por ser diferente y nos da miedo.
- Fase de negociación y culpa. En esta fase entendemos los pros y contras de nuestra decisión y en la mayoría de los casos sentimos culpa por haber dejado a nuestros seres queridos.
- Etapa de depresión y tristeza es cuando ya vemos consumado el hecho de haber migrado y entramos a la etapa de adaptación y resignación. Esta depresión puede entorpecer el actuar de la persona en el nuevo lugar, aumentando más cuando hay problemas con el idioma y las costumbres.
- Por último, viene la etapa de aceptación. Este proceso no es lineal y cada persona según su personalidad y circunstancias ya que la vive de manera diferente. Aquí entra el proceso de gratitud al conectarte con lo bueno que estás encontrando. Puedes comenzar a perdonar si alguien te hizo daño y provoco que te fueras de tu país.
Existe una diferencia en la elaboración del duelo de manera normal o patológica. Existen dos tipos de culpa, una persecutoria que puede presentarse con somatizaciones, melancolía e inclusive psicosis; y otra depresiva que presenta una tendencia reparatoria verdadera que permite la correcta elaboración del duelo.
La identificación melancolía ante el que se va es parecida al proceso de duelo por la muerte de alguien ambivalentemente querido o bien un lugar u hogar. Pueden aparecen síntomas hipocondriacos y somatizaciones cuando existe la partida de alguien muy importante y significativo para la persona. Esto puede darse por el deseo de controlar el objeto ausente en el cuerpo.
Una experiencia para crecer
Como podemos imaginarnos este proceso es muy parecido al de la pérdida y adquisición de experiencias nuevas. La manera de enfrentar estas etapas es hablando al respecto, aceptando realmente cómo te sientes. Cuando el dolor psíquico no es tolerado como un sufrimiento depresivo puede llegar a transformarse en un sentimiento persecutorio por lo que el irse es vivido como una “expulsión del hogar” aun cuando haya sido una decisión propia.
Después se puede vivir el dolor de la separación de manera maniaca con sentimientos de culpa, pero también pueden existir sentimiento de éxito por abandonar a los que se quedan. Por otro lado, las personas que se quedan experimentan sentimientos de abandono y pérdida con sentimientos de rabia hacia el que está migrando. Esto puede darse por diversas situaciones desde la envidia hasta sentir abandono por la persona.
La experiencia de inseguridad que sienten los inmigrantes recién llegados están determinados no solo por la incertidumbre y ansiedades frente a lo desconocido, sino también la inevitable regresión que esas ansiedades conllevan; los hace sentir desamparados.
Existen varias pérdidas que experimentan los inmigrantes como son sus pertenencias muy importantes, la pérdida transitoria de las capacidades yoicas y de su propia identidad; debido al impacto de la migración. Es crucial que exista una figura confiable que ayude a neutralizar estas ansiedades y temores a lo nuevo que se puede asemejar a cuando el bebé se siente solo al buscar el rostro de la madre. Una figura confiable puede ser el hecho de comenzar con hacer vínculos con otras personas que ya experimentaron algo similar o hacer comunidad, por ejemplo, de su mismo habla. De no establecer este tipo de vínculos existe la probabilidad de ocio, vicios, adicciones para “justificar” su sentir o no sentir.
Bowlby (1960) al estudiar la teoría del apego observó que el niño al tener figuras confiables en su vida, se calmaba la angustia de separación. Cuando la persona tiene objetos buenos interiorizados es más fácil su adaptación al nuevo ambiente, pero aun así necesita encontrar gente con la que se sienta bien recibida y protegida.
Las reacciones persecutorias están relacionadas a estos objetos internos. El individuo recurre así a diferentes mecanismos de defensa como son la disociación para contrarrestar estas ansiedades persecutorias y depresivas; a la vez también evitar los sentimientos de confusión por no tener bien diferenciado lo viejo y lo nuevo.
Otro mecanismo es la idealización del lugar nuevo al que llega que provocan estados hipomaniacos por lo son transitorios. En este mecanismo vemos relacionadas las ansiedades depresivas con los sentimientos de pérdida de lo que se está dejando y la adaptación maniaca que logra la identificación rápida al nuevo lugar tratando de olvidar el propio.
Otros al contrario no desean dejar atrás ni sus costumbres, ni el idioma y buscan relacionarse con personas que tengan su mismo lugar de origen. La lengua materna llega a ser muy investida a la hora de migrar a un lugar donde se habla un idioma distinto a la lengua materna. A la lengua materna está ligada a las vivencias infantiles, sentimientos relacionados a las primeras relaciones de objeto, a los padres.
Otra circunstancia importante es que a veces la migración provoca el revivir nuestra situación edípica ya que pueden simbolizar los dos lugares a los padres que ante los cuales surge un sentimiento ambivalente y conflictos de lealtades. Recuerda que si necesitas apoyo o estás en una situación similar no dudes en pedir ayuda.