En muchos sentidos, somos lo que hacemos y lo que pensamos. Las creencias que interiorizamos y a través de las cuales vivimos definen quiénes somos y, por ejemplo, nos enfocan hacia unos valores morales u otros, nos hacen tener cierto tipo de prioridades, etc.
En este artículo veremos una clasificación acerca de los principales tipos de creencias y el modo en el que nos afectan en el día a día.
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Los tipos de creencias y sus características
Las creencias son fundamentalmente ideas memorizadas acerca de cómo es el mundo y sobre cómo debemos actuar. Concretamente, son esquemas cognitivos, es decir, sistemas de relaciones entre conceptos que figuran en nuestra memoria.
Por ejemplo, para algunas personas el término "antisistema" tiene connotaciones asociadas con el terrorismo y la inseguridad, por lo que al entrar en este tema, sus pensamientos se moverán a través del campo semántico de los actos vandálicos y la violencia; pero para otras, tiene connotaciones positivas asociadas a la democracia participativa y la colaboración, por lo que mediante este esquema se llegará a conclusiones muy diferentes.
Dicho esto, pasemos a ver cuáles son los tipos de creencias.
Según si son normativas o no
Las creencias pueden ser descriptivas o, por el contrario, indicar una dirección en la que deben ir nuestras acciones. Por eso distinguimos entre creencias descriptivas y creencias morales.
1. Creencias descriptivas
Estas creencias son asumidas como un simple calco (imperfecto) de la realidad: muestran lo que hay en el presente, lo queramos o no. Por ejemplo, hay personas que creen que la evolución de las especies sigue una lógica por la cual los individuos deben combatir entre sí para sobrevivir, mientras que otras creen que la evolución también crea marcos en los que quienes más sobreviven son quienes colaboran.
2. Creencias morales o normativas
Este tipo de creencias son las que nos indican lo que está bien y lo que está mal. Por ejemplo, creer que la desigualdad es algo que debe ser combatido.
Según su vinculación con la religión
Históricamente, las religiones han tenido un peso muy importante tanto en la vida de los individuos como en los acontecimientos políticos y sociales. Por eso conviene distinguir entre creencias religiosas y creencias seculares.
3. Creencias religiosas
Las creencias religiosas, como su nombre indica, están ligadas a una religión, independientemente del grado de extensión y popularidad de estas. Eso significa que se adscriben a ideas dogmáticas que no deben ser cuestionadas, a ciertos rituales, y a principios basados en lo sobrenatural.
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4. Creencias seculares
Las creencias seculares no están ligadas a la religión, al menos directamente. Por eso, son todas esas que no pueden ser englobadas en la anterior categoría.
Según el grado de consciencia
En muchos aspectos, hay creencias tan implantadas en nuestra manera de pensar que son inconscientes, automáticas. Esta distinción es confusa porque no es sencillo saber hasta qué punto una idea es inconsciente o no, o si una aparente creencia inconsciente solo surge en momentos de emocionalidad intensa o bajo ciertas circunstancias, o si por el contrario está siempre ahí, latente y escondida.
5. Creencias conscientes
Este tipo de creencias forma parte de nuestro discurso diario, el modo en el que explicitamos nuestras convicciones ya sea de forma hablada o escrita, refiriéndonos a nuestras opiniones.
6. Creencias inconscientes
Las creencias inconscientes se expresan a través de los sesgos, los actos involuntarios y los experimentos mentales. Por ejemplo, una persona que asegura que mentir siempre está mal puede darse cuenta de que realmente no piensa eso si se le plantea una situación en la que no mentir tenga situaciones catastróficas.
Según su utilidad
Las creencias también tienen un impacto sobre la propia calidad de vida. Es por eso que distinguimos entre creencias adaptativas y desadaptativas.
7. Creencias adaptativas
Son aquellas que nos permiten ajustarnos a nuestro día a día sin causar sufrimiento a otros o a nosotros mismos. La terapia cognitiva de Aaron Beck, por ejemplo, se basa en hacer que nuestras creencias fundamentales sean adaptativas.
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8. Creencias desadaptativas
Tal y como su nombre indica, son las que no nos permiten adaptarnos a nuestra vida de un modo correcto, ya que generan estridencias y conflictos tanto intrapersonales como interpersonales.
Por ejemplo, creer que lo correcto es pesar menos de 40 kilos es una creencia desadaptativa relacionada con la delgadez extrema, y lo mismo ocurre con la creencia de que la homosexualidad es antinatural o que hay razas inferiores. En el primer caso esta idea le causa dolor principalmente a uno mismo, mientras que las otras causan sufrimiento a los demás.
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Según si son internas o externas
Las creencias pueden estar dirigidas hacia uno mismo o hacia otros
9. Creencias sobre la propia identidad
Están muy relacionadas con la autoestima, el autoconcepto y las expectativas que ponemos en nosotros mismos.
10. Creencias sobre el entorno
Estas pueden ser creencias sobre la sociedad en la que se vive, amigos y conocidos, etc. Tiene mucha importancia en los llamados estilos de atribución, mediante los cuales atribuimos las causas de lo que vivimos a los demás, a la suerte o a nosotros mismos.