Las plantas son maestras, y en su inmensa sabiduría nos enseñan la importancia de los ciclos, y de cómo estos se componen de momentos o etapas, cada uno absolutamente necesario para que el siguiente pueda existir.
La sabiduría de las plantas
La orquídea es una de las plantas más apreciadas por la belleza de sus flores, pero al mismo tiempo es una de las plantas que más nos enseña acerca del reposo y la necesidad de permanecer recogidos durante largos periodos de tiempo para poder compartir luego los frutos del descanso. A pesar de las expectativas y de la ilusión que genera para quienes cuidan estas plantas poder contemplar sus flores, no hay manera de acelerar este proceso, la planta necesita meses para fortalecer sus hojas, sus raíces, sus tallos, antes de poder crear y compartir su magia.
Crear: qué maravillosa acción, es el punto al que deseamos llegar y más en medio de una sociedad que nos exige brillar, dar, innovar una y otra vez, ser productivos. Sin embargo, qué gran presión, y que conflicto puede generar este afán de dar, sin tener tiempo de antes darnos.
Byung Chul Han, filósofo contemporáneo, nos habla de la sociedad del cansancio, una sociedad en la que no hay tiempo para aburrirnos; no producir, desconectarnos de la tecnología, desaparecer, se define como un acto de egoísmo e irresponsabilidad, a menos que se dé dentro de los días y momentos permitidos. Una sociedad que nos hace olvidar que necesitamos parar y contemplar para crear y existir.
¿En qué momento empezamos a comprender la agricultura y a diseñar mejores formas de siembra? ¿En qué momento empezamos a utilizar los ciclos de la luna para entender el movimiento de las mareas y desde aquí crear cronogramas o rutas de navegación? En el momento en que después de una observación sistemática se lograron descifrar principios, ritmos, bases, ciclos, todo gracias a la contemplación.
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Viviendo a través de los ciclos
En un mar de estímulos, en donde recibimos información continuamente, donde nos comunicamos con alrededor de 10 personas durante el día a través de entornos virtuales, los cuales se relacionan más con momentos de distracción que de construcción, y en donde por otro lado, interactuamos con diferentes áreas de nuestra vida, la familia, la amistad, la pareja, la sociedad, el ecosistema, la humanidad y la trascendencia, entre quizás otros aspectos, nuestra posibilidad de contemplar desaparece. La atención que ponemos en todo lo que tenemos a nuestro alrededor se fuga en recibir y responder a estímulos que irrumpen, llevándonos incluso a tal grado de distracción que olvidamos mantener sano nuestro propio cuerpo.
¿Qué le pasa a un malabarista que tiene varios platos girando a su alrededor en equilibrio? Debe poner toda su energía, toda su atención, a esa acción, cuidando cada movimiento, en permanente tensión, sin la posibilidad de elegir otra forma de movimiento más fluida. Si su objetivo es mantener todo en equilibrio, está poniendo el esfuerzo en el lugar correcto, pero si su objetivo es crear nuevos ritmos, movimientos, o relajarse y poner parte de su atención en algo adicional, entonces, debe dejar a un lado algunos platos. Así mismo ocurre con nosotros, necesitamos bajar la velocidad, poner estímulos y situaciones a un lado y enfocarnos en lo esencial. Nos han hecho creer que debemos estar disponibles para todo y todos en cualquier momento, que somos multitask, que somos más poderosos cuando podemos con todo al mismo tiempo, sin embargo el resultado de esto es agotamiento, vacío e incluso pérdida del sentido de la vida.
Y sí, hay un poder, que se ha encargado de crear un sistema similar al que se ilustra con una rueda para ejercitar un ratón, o una zanahoria para mantener concentrado a un caballo, manteniendo esferas de la sociedad funcionando para sus intereses personales, sin embargo hay una voluntad propia, una decisión personal sobre la cual tenemos una responsabilidad y podemos ejercer para asegurar que detenernos por un momento, observarnos, reconocernos, cuidar de nosotros, no sea un privilegio, sino un acto de responsabilidad con nosotros mismos y con la sociedad.
La importancia de centrarse
Hay una realidad, somos parte de un total, de una unidad y solo a través de momentos de meditación, contemplación, o reflexión, podemos abstraernos hasta el punto de poner el ruido a un lado y conectar con la esencia de la vida de la que hacemos parte, nuestra otra vía de conección, lo colectivo deberá entonces responder a una elección consciente, con criterios, con propósito, con bondad, para de está manera dejar a un lado estímulos que llegan a nosotros y que no aportan a nuestro crecimiento, salud, bienestar y el de nuestra comunidad.
Nutrirnos con otros es muy importante, incluso está comprobado que las personas con mayores redes sociales, tienen menores riesgos de enfermedades mentales, sin embargo estar a solas, cuidar, observarnos, entendernos, asegurar espacios de sueño reparador, de presencia plena en el aquí y el ahora, entrenarnos para ser mejores cuidadores de nosotros, permitirá que demos y recibamos con la mejor calidad posible. Si logramos poner atención en estas actividades de manera intencionada, podremos reconocer la forma en la somos más fuertes, más capaces, más poderosos. Si queremos aportar a nuestro entorno, debemos tener claro qué estamos dando y qué estamos recibiendo, qué efecto tenemos en los demás, y cómo los demás influye en nosotros.
Ana Carolina Mojica González
Ana Carolina Mojica González
Psicóloga, terapeuta en gestión de emociones y construcción de vínculos
En promedio, una orquídea tarda 4 meses en florecer, y la belleza de sus flores dependerá de la calidad del cuidado que ha recibido durante su tiempo de descanso. No tener flores, no brillar, no tener algo que ofrecer, no significa que estamos muertos, significa que estamos enamorandonos de nosotros mismos, fortaleciéndonos para poder compartir luego las flores. Desconectarnos y desaparecer temporalmente del mundo social, no hará que perdamos nuestro valor, por el contrario hablará de nuestra responsabilidad para atendernos a nosotros mismos, para luego, poco a poco florecer.
La existencia se compone de momentos, de cambio, de transformaciones, entendemos que esos estados de reposo son necesarios, pero transitorios, simplemente un momento más de la vida que nos permite recuperarnos como a la flor, para luego poder compartir con el resto aquello que hemos cultivado en nuestra intimidad y expandirnos.