El suicidio del padre Matteo Balzano y el silencio sobre la salud mental en la Iglesia

Su caso visibiliza el burnout sacerdotal y la urgencia de cuidar también a quienes cuidan.

El suicidio del padre Matteo Balzano

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El padre Matteo Balzano tenía 35 años, era sacerdote en la diócesis de Novara (Italia) y muy querido por su comunidad. Con una fuerte conexión con los jóvenes, participación constante en actividades como campamentos y presencia activa en la pastoral, su imagen reflejaba entrega auténtica a su misión.

No obstante, el 5 de julio de 2025, su fallecimiento por suicidio generó un impacto profundo en su comunidad, compañeros de ministerio y la opinión pública. Había desaparecido sin previo aviso la mañana en que debía celebrar misa, y su cuerpo fue hallado más tarde, en circunstancias que evidenciaron una decisión drástica y silenciosa. Su muerte no solo fue una tragedia personal y comunitaria, sino también un llamado de atención: ¿quién cuida a quienes cuidan?

El suicidio del padre Matteo Balzano pone sobre la mesa algo que muchas veces se pasa por alto en los espacios religiosos: los sacerdotes también son seres humanos. Detrás del rol espiritual y del servicio, hay una persona que puede sentirse agotada, triste, desbordada o simplemente sola.

El burnout vocacional

Desde la psicología clínica, este caso es un ejemplo claro del síndrome de burnout vocacional, también conocido como desgaste por empatía. Ocurre con frecuencia en profesiones de cuidado —como la psicología, el trabajo social, el voluntariado y, por supuesto, el sacerdocio— donde se espera que el otro siempre esté disponible, sabio, contenedor y emocionalmente fuerte.

En muchos entornos religiosos se refuerza la idea del "servir primero", dejando al último las propias necesidades. Esto lleva a invisibilizar el malestar hasta que el cuerpo o la mente se colapsan. Matteo quizás sintió que no podía mostrarse vulnerable, ni siquiera con su comunidad.

Cuando una persona vive atada a una imagen de perfección —el "buen sacerdote", "el que no falla", "el que siempre tiene fe"— corre el riesgo de no permitirse sentir emociones humanas como frustración, duda o tristeza. Esto no solo desconecta al sujeto de sí mismo, sino que también aumenta la sensación de impostura, como si todo lo que vive fuera un acto.

No es raro que alguien rodeado de personas se sienta profundamente solo. Es la soledad no visible, la que se experimenta cuando no hay con quién hablar con libertad, sin miedo a decepcionar. Matteo estaba muy conectado con los jóvenes, pero ¿quién estaba realmente conectado con él?

Aún existen muchos mitos dentro de las comunidades religiosas sobre ir al psicólogo. Existe la falsa creencia de que la espiritualidad impide experimentar malestar psicológico. Esto es un error grave. La salud espiritual y la salud mental no son opuestas, sino complementarias.

¿Qué señales debemos observar en estos casos? Especialmente cambios de humor no explicados, aislamiento progresivo, expresiones del tipo “siento que no doy la talla” o “ya no puedo con esto” son señales de alerta emocional, olvido de actividades antes placenteras, dificultad para dormir o exceso de sueño, sonrisas sociales forzadas, pero tristeza en la intimidad. Pedir ayuda no es debilidad, es madurez emocional. Y cuando alguien en un rol de liderazgo —como un sacerdote— pide ayuda, debería encontrar escucha, comprensión y acompañamiento, no juicio.

Lo que este caso nos enseña como psicólogos y como sociedad: Todos necesitan ser cuidados, incluso los que cuidan. La espiritualidad no protege del sufrimiento emocional, pero puede integrarse a la sanación si se hace con consciencia. Las instituciones religiosas deben dejar de ver la psicología como una amenaza y comenzar a integrarla como un apoyo esencial. El duelo que deja una muerte como la de Matteo no debe quedarse en el silencio, sino motivar un cambio estructural y humano.

Conclusiones

A pesar del avance social en torno a la salud mental, en muchas comunidades religiosas todavía se percibe como un tema tabú. Hablar de tristeza, ansiedad o pensamientos de muerte puede considerarse un signo de debilidad espiritual o falta de fe. Esta visión, además de injusta, es peligrosa: impide que quienes sufren busquen ayuda profesional a tiempo. Es importante comprender que atender la salud mental no contradice la fe, sino que puede integrarse a ella y enriquecerla profundamente.

La muerte del padre Matteo Balzano no debe ser vista como un final sin sentido, sino como una llamada urgente a la acción. Un recordatorio de que la fe no debe vivirse en silencio cuando duele, que el ministerio no puede ser una carga solitaria, y que los guías también necesitan ser cuidados. Quizás, al hablar de su historia con empatía y conciencia, logremos evitar que otros atraviesen el mismo abismo sin compañía.

Por eso, resulta urgente abrir espacios dentro de las instituciones religiosas donde se pueda hablar con libertad sobre sufrimiento emocional, ansiedad, depresión y pensamientos intrusivos. Espacios donde un sacerdote pueda decir “no estoy bien” sin miedo a perder su credibilidad o a ser juzgado por falta de fe.

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Centro Mind Club. (2025, julio 29). El suicidio del padre Matteo Balzano y el silencio sobre la salud mental en la Iglesia. Portal Psicología y Mente. https://psicologiaymente.com/psicologia/suicidio-padre-matteo-balzano-silencio-sobre-salud-mental-en-iglesia

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