El temor a los perros es una de las formas de miedo más habituales. Al ser animales domésticos muy comunes hay quien lo pasa realmente mal por el simple hecho de cruzarse con uno yendo por la calle o pasar por delante de una casa en el que haya uno ladrando.
En este artículo veremos diferentes claves acerca de cómo vencer el miedo a los perros, y cómo aplicar estos consejos en el día a día.
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¿Por qué aparece este miedo?
No existe una sola razón por la que una persona pueda desarrollar miedo a los perros. Diferentes aspectos que pueden estar influyendo en esto, como por ejemplo la apariencia salvaje de este mamífero (que a fin de cuentas es de la misma especie animal que el lobo), su propensión a ladrar (un sonido que a veces da sustos y puede expresar agresividad), su carácter relativamente impredecible (si lo comparamos al de un ser humano), etc.
En general, el temor a los perros es algo adquirido, aprendido de manera involuntaria, aunque este aprendizaje aporte más inconvenientes que ventajas. De hecho, en los casos más extremos puede hablarse incluso de fobia a los perros, o cinofobia, que es lo que ocurre cuando esta ansiedad y sentimiento de malestar son tan potentes que desgasta significativamente la calidad de vida de la persona de manera cotidiana.
Hay que señalar, pues, que si el temor a los perros es extremadamente intenso, probablemente lo más útil será acudir a un profesional de la salud mental. Recurrir a la psicoterapia es necesario para aquellas personas que experimentan un nivel de miedo que les impide ni siquiera exponerse lo más mínimo a los perros y que creen que esto les perjudica gravemente (es posible presentar ese fuerte temor aprendido y que sin embargo se viva en un lugar libre de perros, con lo, cual a no ser que el hecho de residir ahí sea impuesto por el temor, no tiene por qué suponer un problema grave).
Para el resto de personas en las que el malestar no es tan intenso y es posible realizar los primeros pasos necesarios para estar cerca de un perro manteniendo el control de uno mismo, que es lo que ocurre en la mayoría de casos, los consejos que vienen a continuación pueden ser útiles.
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1. Evalúa el grado de temor que sientes
En primer lugar, es importante realizar una estimación sobre hasta qué punto ese temor a los perros es intenso o no, lo cual también ayuda a saber en primer lugar si puede tratarse de una fobia o no.
Por ejemplo, si puedes mantenerte en un sitio teniendo un perro descansando a unos tres metros de ti y sabes con seguridad que, más allá de sentirte mal, no vas a perder el control de la situación mientras el perro no se dirija a ti o no haga movimientos bruscos, lo más probable es que se trate de un temor a los perros normal, no patológico (de hecho, incluso si no cumples esa condición es posible que no tengas una fobia).
Una vez establecido esto, traza una jerarquía de situaciones que te den miedo en relación a los perros, ordenándolas según el malestar que te producen. A partir de ahí, valora cuáles son las diferentes etapas por las que tendrás que pasar, teniendo en cuenta aquellos aspectos de la interacción con perros que más miedo te den.
Por ejemplo, es posible que para algunas personas el nivel de miedo no dependa tanto de la proximidad de estos animales, como de las probabilidades de que ladren, o puede que este temor no exista si los perros son pequeños. Saber esto ayudará a no alargar el proceso de superar este temor.
2. Reconoce los síntomas del miedo
Cuando estés experimentando en primera persona los efectos del temor a los perros, fíjate en cuáles son las manifestaciones concretas de este temor cuando este llega a sus máximos o cuando está cerca de llegar a sus máximos. ¿Tiendes a salir corriendo unos pocos metros perdiendo el control? ¿Sientes que te mantienes en el sitio y prefieres no moverte? Saber esto te ayudará a preparar las medidas adecuadas para la siguiente fase.
3. Exponte al miedo de manera planificada
Lo primero que debes hacer es intentar pasar por las situaciones vinculadas al temor a los perros que te dan menos miedo, para volverte resistente a ellas. Cuando hayas superado esta fase y notes que ya no puedes hacer progresos significativos en ella, pasa a exponerte a otra situación que normalmente suela darte más miedo que la anterior, y así sucesivamente.
Además, es bueno que cuentes con estrategias preparadas para evitar que los síntomas del miedo sean un problema. En algunas ocasiones esto puede ser sencillo, como tener cerca una botella de agua si normalmente se te seca la boca, pero en otras puedes llegar a necesitar a una persona que te ayude, especialmente si tiendes a huir. Este ayudante puede tener la tarea, por ejemplo, de evitar que retrocedas corriendo, dado que la huida alimenta al miedo.
Es importante también que te asegures de que en esta fase de entrenamiento para superar el temor a los perros no te sirvas de un can caracterizado por ser agresivo. No te pongas obstáculos innecesarios.
4. Aprende sobre los perros y su naturaleza bondadosa
Además de intervenir sobre el modo en el que reaccionas en tiempo real a los perros, es bueno que actúes sobre tus creencias. Parte del miedo puede partir del desconocimiento de estos animales.
Los perros son justamente un linaje de cánidos seleccionados artificialmente para hacer que los individuos más bondadosos y colaborativos tengan descendencia. Todo lo que hace que un perro sea un perro tiene que ver con su clara tendencia a no atacar y su propensión a involucrarse más bien en tareas de protección de seres humanos.
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