Cenas románticas, conversaciones íntimas y fascinantes en las que la seducción lo llena todo, formas sofisticadas de encontrar atracción en la inteligencia del otro... Parece que la sexualidad humana sea una de las creaciones más sutiles de la naturaleza, una en la que todo lo relacionado con la reproducción sea justamente lo que menos importa de todo.
Sin embargo, no deja de ser cierto que, racionales o no, seguimos formando parte del reino animal. Y en el mundo de los animales hay un elemento químico que influye en la sexualidad, también en nuestro caso: las feromonas.
¿Qué son las feromonas?
Las feromonas son sustancias químicas generadas por seres vivos y que son utilizadas para generar reacciones en otros individuos, de la misma especie o de otra. Son, por así decirlo, la materia prima con la que algunas formas de vida establecen una comunicación con otras.
Eso sí, la de las feromonas es una comunicación muy simple y primitiva, que incluso tiene problemas para encajar en lo que se puede entender por comunicación no verbal. Por un lado, esta transmisión de información, pero no utiliza ni semántica ni signos que se puedan procesar cognitivamente. De hecho, todo el proceso es automático y no consciente (y no, no del modo en el que lo habría imaginado Sigmund Freud).
En ella no hay interpretaciones posibles. Simplemente se recibe una señal química y se reacciona en consecuencia, casi siempre de manera previsible y estereotípica. Así pues, las feromonas son como piezas que solo pueden encajar con una forma de vida de un modo determinado.
Esta definición es muy amplia, pero a la práctica uno de los papeles más importantes de las feromonas tiene que ver con uno muy concreto: el de la reproducción.
Las feromonas y la búsqueda de pareja
Cuando los seres humanos buscan pareja (estable o puntual), la búsqueda de información sobre las personas entre las que se duda raramente tiene que ver con el análisis de discursos y mensajes verbales. La comunicación no verbal, como los gestos y las posturas, influyen mucho, porque se expresan a través de la estética y la apariencia física.
El exterior de una persona no lo es todo, pero sí que es una capa de la realidad que la evolución natural nos ha enseñado a apreciar mucho, porque hemos ido desarrollando formas de encontrar en ella información relevante sobre posibles parejas durante millones de años, antes de que desarrollásemos la capacidad de usar el lenguaje.
Las feromonas son parte de este embalaje tan primitivo que tendemos a juzgar en primer lugar antes de intentar analizar el modo de pensar y de sentir de las personas. Su importancia tiene que ver con los siguientes puntos:
1. Dan una idea de la compatibilidad sexual
Las feromonas tienen mucho sentido desde el punto de vista de la reproducción porque, de modo inconsciente, nos dan una idea sobre las características que tendría un hijo o hija e común. En concreto, las feromonas expresan aspectos del sistema inmune de quien las segrega, y se ha visto que en muchos animales se tiende a preferir los individuos con un sistema inmune más diferente al propio. De este modo la descendencia tiene uno más completo y abarcador.
2. Indican la presencia del estado de activación sexual
Las feromonas inducen a orientar la propia conducta hacia la sexualidad (ya sea para sentir atracción por alguien o para sentir lo contrario), pero también nos hablan sobre el grado en el que quien las segrega muestra una predisposición o no a tener sexo.
3. Dan información sobre el ciclo de ovulación
Esto se ha comprobado en animales no humanos, y hay algunas muestras de que también se podría cumplir en nuestra especie. De hecho, se ha podido registrar cómo el olor de mujeres que están ovulando hace que los niveles de testosterona de los hombres se eleven. Algo parecido se ha visto en mujeres, que a través del olor podrían detectar posible “competencia” al detectar la ovulación de otras.
Esto no tiene por qué tener demasiado desde el punto de vista de cómo se vive la sexualidad en las sociedades modernas, en las que la sexualidad y la reproducción han quedado separadas, pero para la selección de las especies sí tiene mucha importancia.
Estudiando las feromonas en humanos
Lo que se sabe de las feromonas es, básicamente, gracias a investigaciones en biología con animales no humanos. Las pistas sobre el papel que podrían estar teniendo estas sustancias químicas en el comportamiento reproductor y afectivo de los seres humanos es poco claro, porque sus efectos son difíciles de registrar en una especie tan sofisticada como la nuestra.
A fin de cuentas, es sencillo ver cómo actúan las feromonas en animales pequeños y con un sistema nervioso menos desarrollado que el nuestro, pero a medida que aumenta la complejidad del comportamiento y la influencia de la sociedad y la cultura, el rol de estos químicos queda desdibujado y escondido tras muchas capas de procesos psicológicos enrevesados.
Al igual que no es lo mismo investigar acerca de la memoria experimentando con cadenas de neuronas que hacerlo con seres humanos vivos realizando tareas cognitivas complejas, el estudio de las feromonas en los seres humanos necesitará ir desarrollándose durante muchos años hasta darnos explicaciones detalladas sobre cómo este elemento nos afecta.
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