La tecnología se ha hecho un gran hueco en nuestro día a día a través de las redes sociales, las apps, las omnipresentes tablets… Pero, ¿cómo pueden estas influir en nuestros procesos comunicativos?
Cada vez estamos más conectados, aunque las barreras físicas que existen entre las personas a la hora de comunicarse vía online, hacen que sean una herramienta útil para facilitar nuestras rutinas, pero siendo un complemento sin reemplazar el contacto humano directo. El mundo de las aplicaciones y las redes sociales permite recrear más o menos fielmente un proceso comunicativo directo entre emisor y receptor, pero no es lo mismo estar frente a la webcam y poder apreciar el lenguaje no verbal, que interpretar un mensaje de texto.
El esquema emisor-receptor en las redes sociales
La comunicación humana no es algo simple. Nunca se da la situación en la que la información viaja limpiamente de una persona a otra: siempre hay brechas para que surjan malentendidos, significados ocultos tras las palabras y dobles sentidos.
Esto es así porque el esquema emisor-canal-receptor se ve afectado por las barreras físicas, nuestras maneras de interpretar frases y palabras e incluso nuestro estado emocional, que en algunos casos puede hacer que aparezcan, por ejemplo, subidas de tono en una conversación. En la comunicación siempre hay un margen para que aparezcan dinámicas inesperadas: frases que resultan desafortunadas, confusiones con los dobles sentidos, etc.
Los problemas comunicativos aumentan cuando interactuamos desde internet
El hecho de no estar cara a cara hace que estos imprevistos potencialmente problemáticos surjan con más frecuencia. Sin embargo, el uso de las redes sociales y los dispositivos electrónicos que se usan para comunicarse no influyen en nuestra manera de comunicarnos sólo por el hecho de ocultarnos información contextual o gestual.
Por ejemplo, la sensación de seguridad que rodea el área de confort desde donde se puede comentar puede crear el fenómeno de la despersonalización a la hora de atacar a otros participantes sin medida. El hecho de estar separados el uno del otro hace que los miembros de una conversación se comporten de manera distinta. Para poder realizar un análisis del discurso y poder interpretar los énfasis, movimientos, miradas y símbolos que son de relevancia para el emisor, es necesario poder acceder a una cierta proximidad personal, además de poder potenciar la capacidad de empatía y asertividad.
Un ejemplo claro pueden ser los comentarios que se realizan en los post de Facebook respecto algún tema u opiniones. Se da aquí un proceso comunicativo incompleto, en el que cualquier persona puede dejar de responder en cualquier momento, puede contestar sin haber leído los mensajes que se le han dicho antes y puede malinterpretar el destinatario o destinataria de las frases, entre otras cosas. Es por eso que en ocasiones se cae en la sobrejustificación de lo que se dice, creando aportaciones muy extensas que hacen la conversación más lenta.
Creando avatares perfectos
La distancia crea la oportunidad de ofrecer al público una imagen ideal del yo a través de las fotos de perfil, publicaciones y demás, pero pueden aparecer disonancias cognitivas entre el “yo real” y el “yo ideal” que son de alguna manera solventadas de forma temporal por las máscaras sociales que pueda llegar a crear la persona usuaria, sumada al desarrollo o expresión del propio ego.
Podemos encontrar ejemplos en publicaciones en grupos que bien podrían ser experimentos sociales, y si no lo fueran, resultan una gran fuente de información acerca de los procesos comunicativos en las redes sociales y como se configuran las simpatías para crear nuevas redes.
Grupos de gente de una ciudad, páginas con contenidos virales, etc. Contienen información acerca de las conversaciones y cómo interactúan los “yoes” para mostrar un perfil público deseado en las discusiones. Como ejemplos banales de conflictos que pueden ilustrarlo, encontramos las réplicas a comentarios acerca de la ortografía, o cómo para reforzar los argumentos se usan los buscadores de internet haciendo un copia y pega de conceptos y citas creadas por terceras personas.
Todo ello facilitado por la comodidad del hogar y la facilidad para acceder a la información en la red, además de la seguridad que genera el hecho de no tener delante a quien se le habla.
Nuevas formas de acoso
También podría ser objeto de estudio en más profundidad los casos de ciberbullying, que personalmente me recuerdan al famoso experimento de Milgram sobre la sumisión a la autoridad (pero en este caso sin una figura de autoridad socialmente aceptada). Los procesos de difusión de la responsabilidad se facilitan cuando las personas no están físicamente presentes, ya que con facilidad se pueden borrar los comentarios, por ello muchas personas optan por hacer capturas de pantalla para poder tener pruebas sobre casos de abusos.
Estos procesos se llevan dando desde hace mucho tiempo, pero el canal de comunicación y el contexto han cambiado haciéndolo más complejo. En la comunicación por redes sociales hay múltiples factores que determinan la conducta de una personas.
Por ello y mucho más, no está de más animar a reflexionar acerca de cómo podemos utilizar las redes sociales para mejorar nuestro poder de comunicación entre las personas, más allá de usarlas como medio de entretenimiento o para buscar aceptación social a través de la imagen que queremos mostrarle al público.
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