Quizás lo imaginabas, pero no así, no tan de pronto ni justo ahora. Acabáis de pasar unos días juntos, y de pronto tu pareja te pide hablar… para terminar la relación.
Te quedas con una mezcla de sorpresa, dolor y un montón de preguntas en la cabeza. Te vienen recuerdos de momentos recientes que parecían ir bien y no entiendes cuándo se echó a perder todo.
Es normal que sientas que tu vida se desorienta, como si no supieras por dónde empezar a procesar lo que está pasando. Vamos a ver por qué suele ocurrir esto, y sobre todo, cómo seguir adelante sin que te paralices.
¿Pasan más rupturas después de las vacaciones?
La respuesta corta es sí, y no es una idea que aparezca solo porque tú o tu entorno lo hayan vivido; hay datos que lo respaldan.
En muchos países, septiembre es un mes donde se registran más divorcios y rupturas que en cualquier otro momento del año. También sucede después de Navidad o Semana Santa, pero el verano tiene un lugar especial en estas estadísticas.
En Estados Unidos, un estudio de Brines y Serafini (2015) detectó un aumento significativo en los divorcios justo después de las vacaciones de verano. En lugares como España, las demandas de separación llegan a crecer hasta un 30 % en septiembre comparado con otros meses. Esto no significa que las vacaciones sean el problema, sino que en ese tiempo libre salen a la luz asuntos que la rutina diaria mantenía bajo control.
La convivencia intensa, la ausencia de distracciones laborales y el tiempo para pensar hacen que muchas personas se den cuenta de que algo no funciona. Y a veces, esa claridad lleva a tomar decisiones que ya se venían postergando.
No es culpa del verano: ¿qué hay detrás?
El descanso por sí mismo no rompe parejas, pero sí puede actuar como un catalizador. Las razones suelen ser variadas y, aunque cada historia es única, hay patrones que se repiten.
Por un lado, están las expectativas que no coinciden. Uno imagina días tranquilos en casa o en un destino relajante, mientras que el otro quiere llenar cada jornada de actividades. Cuando esas diferencias no se hablan, se acumulan pequeños roces que acaban afectando la relación.
También está el simple hecho de pasar mucho más tiempo juntos. Durante el año, el trabajo, los compromisos y las rutinas hacen que la convivencia esté limitada a unas horas al día. En vacaciones, todo ese tiempo se concentra y, si ya existían tensiones, se amplifican. Entonces, sin esa “distancia saludable” que dan las obligaciones diarias, se vuelve más evidente si hay una desconexión emocional o problemas de comunicación.
A esto se suman factores como el estrés financiero. Los gastos de un viaje, aunque estén planificados, pueden generar incomodidad, sobre todo si hay diferencias en la manera de manejar el dinero. Además, las redes sociales añaden una presión extra: ver imágenes de otras parejas viviendo vacaciones “perfectas” puede generar comparaciones injustas con la propia realidad.
En resumen, las vacaciones no crean los problemas, pero sí quitan las capas que los cubrían, y dejan todo a la vista.
¿Se puede prevenir?
No hay una fórmula garantizada, porque las relaciones dependen de muchas variables, desde la historia de la pareja hasta el momento personal de cada uno. Aun así, hay maneras de reducir el riesgo de que unas vacaciones terminen en ruptura.
Lo más importante es hablar antes de planear cualquier viaje. Conversar sobre qué espera cada persona de esos días puede evitar muchas frustraciones. Por ejemplo, si uno necesita descansar más y el otro busca actividad constante, se pueden alternar los planes para que ambos estén cómodos.
También ayuda respetar los espacios individuales. Estar de vacaciones juntos no significa que todo deba hacerse en pareja. Reservar momentos para actividades personales, aunque sean cortas, permite recargar energías y evitar sensaciones de agobio.
Otro punto clave es ser realista con el presupuesto. Si el dinero ya es una fuente de tensión, forzar gastos elevados solo la incrementará. Planear con lo que realmente se puede y quiere gastar libera de muchas discusiones.
Y, muy importante, no usar las vacaciones como una prueba definitiva para la relación. Si ya había señales de que algo no funcionaba, ese tiempo juntos probablemente no las borrará.
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Cómo afrontar la separación después del verano
Cuando la decisión la tomó la otra persona y ya no hay vuelta atrás, lo único que queda es enfocarte en ti. Suena fácil cuando lo dices en voz alta, pero vivirlo es otra cosa, porque el golpe emocional puede doler más de lo que imaginabas.
1. Date la oportunidad de sentir
No intentes ponerte la máscara de “todo bien” si por dentro tienes un mar de lágrimas y contradicciones. Habrá días en los que estés triste, otros con rabia, y hasta alguno en el que sientas alivio. Y, sí, todo eso es normal.
2. No te lances a cambios grandes
En los primeros días es fácil tomar decisiones que luego pueden no ser tan buenas para ti. Si puedes, deja que pase un poco de tiempo antes de mover piezas importantes en tu vida (y no solo hablamos de cortar o pintar tu cabello).
3. Acércate a la gente que te hace bien
Hablar con personas que te escuchan sin juzgarte ayuda a poner las cosas en perspectiva. Y si notas que la tristeza aún es muy grande, considera pedir ayuda profesional a un psicólogo o psicóloga que te dé confianza.
4. Hazte cargo de lo básico
- Dormir lo suficiente.
- Comer de forma que tengas energía.
- Mover el cuerpo, aunque sea un rato.
Parece poco, pero mantener esto te da un piso firme para ir recuperando el aire.
5. Piensa en lo que pasó… pero a su tiempo
Cuando tengas un poco más de calma, revisa lo vivido. Y, por favor, intenta no culparte, sino trata de entender qué quieres y qué ya no vas a aceptar.
Cómo reorganizarse después de la ruptura
Pasar la etapa inicial del duelo es solo el comienzo. Después llega la parte práctica, que también puede ser complicada.
Si había compromisos formales o bienes compartidos, infórmate sobre tus opciones legales y económicas antes de actuar. Tomar decisiones con calma, y si es posible con asesoría, evita problemas más adelante.
Crear nuevas rutinas es otra forma de recuperar el control. Establecer horarios para las comidas, el descanso o actividades recreativas ayuda a dar estructura a los días y reduce la sensación de vacío.
En cuanto a tu entorno físico, hacer pequeños cambios puede tener un efecto positivo. Mover muebles, redecorar o reorganizar espacios hace que el lugar en el que vives se sienta más tuyo.
Retomar proyectos que habías dejado de lado o empezar algo nuevo es una forma de reconectar contigo. Puede ser un curso, una actividad artística, deporte o cualquier cosa que despierte tu interés.
Sí, podrás seguir adelante
Las rupturas después de las vacaciones casi nunca son por algo que pasó en esos días. Lo más común es que ya hubiera un desgaste que la rutina tapaba y que, con tanto tiempo juntos, se volvió imposible de ignorar. Entenderlo no borra lo bueno que viviste ni lo que aprendiste, pero sí ayuda a verlo de forma más clara y con menos culpa.

Carolina Marín
Carolina Marín
Psicóloga experta en Parejas, Familia, Adolescentes y adultos.
Ahora estás en un punto distinto, y no hay que correr para sentirte bien, así que ve paso a paso: un día será ordenar tus cosas, otro darte permiso para descansar, y otro animarte a algo nuevo.
Que una relación haya terminado no quiere decir que terminó tu historia, es solo el cierre de una parte para que empieces otra a tu manera.


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