El difícil reto del ghosting: vivir con la duda

Sufrir ghosting en una relación es una experiencia que nos obliga a vivir con la incertidumbre.

El difícil reto del ghosting: vivir con la duda

Uno de los mayores desafíos para las víctimas de ghosting consiste en interpretar el significado del corte de todo contacto, sin ningún tipo de pista para saber a qué atenerse.

Ghosting (“desaparecer como un fantasma”) es un término anglosajón, popularizado en los últimos años, que describe coloquialmente la práctica de romper una relación utilizando la tecnología como medio para cortar todo tipo de contacto de manera repentina, sin previo aviso y sin dar explicaciones.

La persona que hace ghosting desaparece abruptamente y no vuelve a contestar una sola llamada o mensaje, bloqueando todo canal de comunicación (Whatsapp, Instagram, Tinder, etc.) o ignorando cualquier intento de acercamiento (le deja “en visto”; se conecta, pero no responde, etc.) y, suponiendo que es la otra parte quien de este modo debe darse por enterada del fin de la relación.

Aunque desaparecer sin mediar palabra no es un invento de los tiempos modernos, el anonimato y la distancia física que ofrece la tecnología son un enorme facilitador para aquellas personas que prefieren librarse de la incomodidad que produce un cierre explícito o cara a cara. El ghosting es una manera de romper una relación evitando tener que romperla claramente.

La duda en el ghosting

Como en cualquier ruptura, la persona que es dejada tendrá que pasar un proceso de duelo. El duelo es una herramienta instintiva que tiene el ser humano para afrontar las consecuencias de una pérdida importante (la muerte de un ser querido, un despido o una ruptura amorosa). No obstante, ser víctima de ghosting tiene toda una serie de implicaciones que agravan el impacto de la ruptura y que dilatan en el tiempo la buena elaboración del duelo.

Esto se debe fundamentalmente a que, al no producirse un cierre explícito, la persona que hace ghosting traspasa a la víctima la labor de interpretar el significado de ese cese repentino de contacto. Para muchos esta señal es tan clara como cualquier otra forma de rechazo, sin embargo, la ambigüedad propia del ghosting impide que la víctima sepa con certeza a qué se enfrenta.

Dudas por ghosting

Al principio, dado que la interrupción de la comunicación suele ser repentina e inesperada, la víctima de ghosting, confusa, busca respuestas que justifiquen la acción del otro: “me habrá bloqueado sin querer”, “habrá perdido el móvil”, “le habrá ocurrido una emergencia”, etc.

Más adelante, la falta de certidumbre traslada las dudas a la propia relación y a uno mismo: “¿habré hecho algo malo?”, “¿va a dejarme de hablar hasta que se le pase o es esto definitivo?”, “¿seguimos juntos o ya no?”, “¿puedo hacer algo para revertir la situación?”, “¿será que nunca le gusté?”, etc. Son preguntas que no se resuelven y que dejan a la víctima de ghosting sin explicaciones, indefensa y con la sensación no poder hacer nada al respecto (descontrol) y de no saber qué camino tomar.

¿Qué se puede hacer ante la falta de información?

Estas son las principales medidas a considerar.

1. Comprender que ignorar también es una forma de actuar

El ghosting es en sí mismo un acto. Desaparecer e ignorar a alguien implica decidir hacerlo así. El ghosting es una manera evitativa y muy beligerante de comportarse cuando se quiere dejar una relación.

No saber cuáles son los motivos que llevan a alguien a actuar de este modo no quiere decir que no se puedan observar hechos objetivos que permitan a la víctima comprender que quien ha sido su pareja (o amig@) ha elegido, dentro de todas las opciones que tenía, hacerlo de esta manera. Es entonces cuando conviene preguntarse si uno desea tener a su lado a alguien que se enfrenta a las dificultades de ese modo.

2. Preguntarse: ¿A quién le conviene hacer las cosas de esta manera?

Existen razones para hacer ghosting. A veces se basan en una preocupante carencia de empatía. Otras se deben a una cuestión de cobardía, de comodidad o de falta de habilidades sociales. Fuera como fuere, quien hace ghosting ha preferido optar por la vía que le resultaba más fácil a él.

3. Desculpabilizarse

Nadie puede evitar que le hagan ghosting. Elegir hacerlo es tarea del otro. Nuestra sociedad occidental ha educado a las personas en una especie de pensamiento meritocrático en el que creen que el esfuerzo y el mérito garantizan la recompensa. Esto no es más que un espejismo, puesto que en la realidad no existe un orden previsible. Una persona puede entregarse a su relación de pareja y esforzarse gustosamente por ser un buen compañero de vida, pero ello no tiene porqué asegurar que la otra parte se comporte igual.

La entrega y el esfuerzo pueden elevar las probabilidades de que se produzca cierta reciprocidad, pero bajo ningún concepto son garantías de un buen resultado. Se puede ser buena pareja y aun así recibir ghosting. O, por el contrario, se puede ser mala pareja y nunca recibir ghosting. La decisión de romper de esa manera, dentro de todo el espectro de posibilidades, es del otro y es importante comprenderlo para no caer en justificaciones o autoinculpaciones irracionales.

4. Renunciar a una explicación

El ser humano está, por naturaleza, mucho más cómodo en la explicación (certeza) que en la duda (incertidumbre). Entender por qué ocurre lo que ocurre le ayuda a anticiparse a la eventualidad y a prepararse mejor para el futuro. Muchas víctimas de ghosting creen que si obtuvieran los motivos reales por los cuales han sido sometidas a ello, podrían revertir la situación o prevenirla en un futuro.

El problema es que no siempre es posible despejar la duda. En ocasiones, cuando no hay otra opción, las personas tienen que convivir con ella, tolerarla y aceptarla.

No hacerlo implica luchar por saber lo que no se puede saber y esto sólo hará que uno se sienta culpable, frustrado y, todavía más despreciado por la otra persona, por no poder dar respuesta a lo que desea a pesar de sus esfuerzos e impedirá centrar la atención en recuperarse y avanzar. Para no caer en el estancamiento y en una falsa esperanza, es imprescindible renunciar activamente a una explicación y aprender a vivir con la incomodidad del no saber. Uno debe recordar qué valora en la vida y tomar acción en ese sentido.

La duda es molesta, pero la búsqueda incesante de una explicación que puede no llegar está condenada a ser paralizante.

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