En 2001 se estrenaba la película Iris, un biopic basado en el libro que Iris Murdoch escribió su marido, el crítico literario John Bayley (1925-2015). La escritora había fallecido recientemente y la cinta supo aprovechar la fama de la que fue llamada La mujer más brillante de Inglaterra.
Consideraciones aparte (no es nuestra misión decidir aquí si la película es o no buena), el filme lleva a la pantalla la juventud un tanto agitada de la filósofa, para trasladarnos luego a sus últimos años, cuando se hallaba luchando contra la terrible enfermedad del Alzheimer, que le arrebató finalmente la vida en febrero de 1999. Para entonces, Iris Murdoch nos había dejado nada menos que veintiséis novelas y varios trabajos sobre filosofía; en concreto, sobre filosofía moral, cuyas ideas también incluyó en su obra literaria.
En el artículo de hoy daremos un repaso a la apasionante vida de Iris Murdoch, filósofa y escritora irlandesa que ha sido considerada como una de las mejores escritoras en lengua inglesa.
Breve biografía de Iris Murdoch, llamada la mujer más brillante de Inglaterra
El excepcional intelecto de Iris Murdoch fue alentado desde pequeña por su padre, un modesto funcionario que se había trasladado de su Dublín natal a Londres con su familia. Wills John Hughes Murdoch provenía de una familia de granjeros irlandeses, pero su origen humilde no fue impedimento para que desarrollara un gran amor por los libros, que más tarde supo transmitir a su hija.
En unas declaraciones que Iris realizó ya adulta, habla de su familia como de una Trinidad muy feliz. Y es que la infancia de la pequeña estuvo inundada de felicidad; sus padres constituían un matrimonio sólido que se quería y ella siempre se sintió amada y apoyada por ellos. Quizá este es el motivo por el que el concepto del amor como redención esté tan presente en su obra, tanto literaria como filosófica.
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Infancia y juventud rodeada de letras
La adolescente Iris pronto hizo gala de un carácter extremadamente curioso y vital, ávido de conocimiento y experiencias. En 1938 sus padres la inscriben en el Somerville College de Oxford para que curse estudios humanísticos, que tan bien le harían a su bagaje intelectual.
En los convulsos años previos a la Segunda Guerra Mundial, Iris se inscribe al Partido Comunista por un breve espacio de tiempo, hecho que le vetará más tarde el acceso al profesorado en Estados Unidos. Durante la contienda, la futura escritora colabora en una institución adscrita a las Naciones Unidas para ayudar a los exiliados que sufrían las consecuencias de la guerra.
Probablemente, y tal y como manifiesta Ignacio Echevarría en su conferencia sobre Iris Murdoch para la Fundación Juan March, esta experiencia directa con los horrores bélicos supuso un importante aprendizaje para ella.
Al terminar la guerra, la muchacha, que en 1945 tiene ya veinticinco años, empieza a cursar estudios de filosofía en Cambridge, donde imparte clases el filósofo Ludwig Wittgenstein (1889-1951), que tendrá gran influencia en ella. Ese mismo año conoce a Jean-Paul Sartre (1905-1980), un encuentro que tendrá especial relevancia en su vida.
El filósofo impresiona vivamente a la joven, que le dedica su primer libro: Sartre, un racionalista romántico. Será la primera incursión literaria de Murdoch, que empezará su carrera como escritora con ensayos dedicados a la filosofía, campo en el que destacará con la misma excelencia que en el de la novela.
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La búsqueda de un ideal
Durante su juventud, Murdoch mantuvo una agitada vida amorosa, tanto con hombres como con mujeres. Su curiosidad sexual se mantuvo incluso después de casarse con John Bayley (1925-2015), un estudiante que llegaría a ser crítico literario y con el que, sin embargo, construyó una unión sólida y feliz. En uno de los libros que Bayley dedicó a su esposa tras la muerte de esta, Elegía a Iris (1999), el marido apunta que la vida sexual de su mujer parecía deberse más a la admiración que al puro deseo sexual. En otras palabras, Iris otorgaba sus favores a los hombres cultos e intelectuales que admiraba, como parte de la entrega a un ideal.
Uno de sus romances más famosos (y, probablemente, el que más duró) fue el que mantuvo con el Nobel de Literatura Elias Canetti (1905-1994) que, sin embargo, tuvo unas duras palabras para ella en su obra Fiesta bajo las bombas. En uno de los capítulos del libro, Canetti tacha a su amante de “insaciable” a la hora de buscar relaciones complicadas.
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La filósofa que también era escritora
Las primeras obras de Iris fueron de índole filosófica. Sus ensayos giran alrededor de la filosofía moral: temas sobre la naturaleza del bien y del mal, la sustitución de Dios con el amor y el arte y los dilemas morales, entre otros.
Sin embargo, la actividad filosófica de Murdoch no se detiene en su obra ensayística, sino que imbuye su literatura de ficción con una fuerza e intensidad inusitadas. Es por ello por lo que, a menudo, sus novelas son de difícil comprensión; a pesar de que las situaciones cómicas y anecdóticas abunden, el significado profundo de sus historias es otra cuestión. Iris no deja de ser filósofa, aun cuando escribe novela.
La primera obra literaria de Murdoch causó sorpresa, puesto que el público se había acostumbrado a ver a Iris como filósofa, no como escritora. Se trata de la novela Bajo la red (Under the Nest), publicada en 1954, una historia que gira alrededor del escritor Jack Donaghue y que está teñida de momentos que implican decisiones morales, un tema recurrente en la futura obra literaria de la escritora.
Tras el éxito de Bajo la red (que, por cierto, ha sido considerada como una de las cien mejores novelas inglesas del siglo XX según la editorial Modern Library), llegaron muchas más obras. El corpus novelístico de Murdoch contiene nada menos que veintiséis títulos, diez de los cuales escribió en tan solo una década. Destacan especialmente, además de la ya citada Bajo la red, El príncipe negro (1973), que retrata una obsesión de carácter erótico, El unicornio (1963), un maravilloso relato gótico ambientado en un caserón perdido en un desolado paraje, y El mar, el mar (1978), con la que la autora ganó el premio Booker y que nos habla del intento inútil de escapar (el personaje se refugia en una localidad cerca del mar, en la que acabará reencontrándose con un antiguo amor).
La esplendorosa carrera de La mujer más brillante de Inglaterra se truncó en 1995 cuando, en una reunión pública en Jerusalén, Murdoch entró en una especie de bloqueo que le impidió entender y contestar la pregunta que le habían dirigido. Lo que al principio interpretó como un bloqueo artístico resultó ser un principio de Alzheimer, enfermedad que acabó con su vida en 1999. Su marido, John Bayley, se mantuvo a su lado hasta el final.