Don Quijote de la Mancha es un símbolo internacional. Traducida a diversos idiomas, su personaje, el inolvidable Alonso Quijano, es el arquetipo del soñador ingenuo que se topa de bruces con la amarga realidad de la existencia. La historia del Quijote es, pues, la historia de muchos de nosotros. Quizá por eso resulta tan universal.
¿Quién fue el autor de este inolvidable personaje? Todos conocemos su nombre, Miguel de Cervantes, pero, en realidad, poco se sabe de su vida. Lo que conocemos del autor más importante del Siglo de Oro español son migajas, retazos sueltos que, unidos, nos ayudan a componer el cuadro más o menos completo de su biografía. En esta biografía de Miguel de Cervantes nos cetramos en la vida del famoso autor del no menos conocido Don Quijote de la Mancha.
Breve biografía de Miguel de Cervantes, el autor del famoso Don Quijote
Lo que sí sabemos a ciencia cierta de Miguel de Cervantes es que su existencia no fue nada fácil. De hecho, estuvo plagada de infortunios, que más parecen sacados de una de sus novelas que de la vida real.
Nacido en el seno de una familia de posibles judíos conversos (este dato tampoco se ha podido corroborar con seguridad), su padre, Rodrigo Cervantes, era un modesto cirujano-barbero que recorría las ciudades de la vieja Castilla junto a su familia para conseguir algo de prosperidad. Fue durante este periplo marcado por la inestabilidad económica que nació nuestro personaje, probablemente el 29 de septiembre de 1547 (día de San Miguel, de ahí su nombre), aunque como es costumbre en su biografía, la fecha tampoco está nada clara.
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Una peregrinación familiar por Castilla
Sólo tenemos un documento fehaciente: el de su bautizo, acaecido en la iglesia de Santa María la Mayor de Alcalá de Henares, el 4 de octubre de ese año de 1547. De ello se deduce que el futuro escritor nació en esa localidad cercana a Madrid, en fecha muy cercana a su bautizo.
Alcalá de Henares fue más que probablemente su lugar de nacimiento, pero no el único donde pasó su infancia. Ya hemos comentado cómo la familia Cervantes, compuesta por los progenitores y cuatro hijos, fueron de ciudad en ciudad en búsqueda de una vida mejor. En 1552 sabemos que están en Valladolid, donde el padre permaneció encarcelado durante unos meses por impagos. Allí, probablemente, fue donde el pequeño Miguel acudió a un colegio jesuita para recibir la primera formación. Al año siguiente, sin embargo, los encontramos ya en Córdoba, y en 1556, en Sevilla, la gran urbe de la España de la época, donde seguramente Rodrigo Cervantes deseaba prosperar.
Pero, al parecer, todo quedó igual, por lo que la familia acabó trasladándose a Madrid, que desde 1551 se había erigido como capital. En aquellos años la urbe era todavía una pequeña villa en pleno crecimiento, por lo que se podían encontrar nuevas oportunidades. La familia Cervantes se instala allí y, contra todo pronóstico, parece que allí permanecen, puesto que, en 1569, un Miguel de Cervantes de veinte años es arrestado por herir a un caballero.
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El insigne soldado de Lepanto
El asunto del arresto es turbio, y se sabe poco de él. Lo más probable es que, para huir de la condena (cárcel y amputación de la mano derecha), Miguel huyera a Italia. Allí lo encontramos a finales de 1569, acompañado de un certificado en el que se corrobora su estirpe de “cristiano viejo”. Ese mismo año inicia su carrera militar enrolándose en la milicia de Diego de Urbina.
Muy lejos está todavía este intrépido soldado sediento de aventuras del escritor renombrado de sus últimos años. En 1571 se forma la llamada Santa Alianza, que une a Roma, Venecia y España contra la amenaza de los turcos, que se cierne sobre Europa. En octubre, Cervantes participa en la famosa batalla de Lepanto, en las costas griegas, donde los hombres de Juan de Austria, el hermano bastardo del rey Felipe II, barren a las filas turcas y se hacen con la victoria. Cervantes participa en la batalla con ahínco, y como recompensa recibe tres arcabuzazos, uno de los cuales le inutiliza la mano izquierda. A partir de entonces pasará a ser conocido como El manco de Lepanto.
De nuevo perdemos el rastro de nuestro personaje. Hacia 1574 lo encontramos de nuevo en Italia; en concreto, en Roma, donde entabla relación con el cardenal Aquaviva, a quien le dedicará, años más tarde, su Galatea. En aquellos años, quizá deseoso de regresar a su hogar, Cervantes se hace con sendas cartas de recomendación de Juan de Austria y el virrey de Nápoles, donde se alaba su valentía extrema en la batalla. Con estos documentos, Miguel tiene la esperanza de poder abrirse camino en el Madrid de Felipe II, y con esta intención zarpa, junto a su hermano Rodrigo, hacia España. Sin embargo, las cosas no iban a ser tan fáciles para el insigne soldado.
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Prisionero en Argel
Justo cuando la goleta que los trasladaba desde Italia se acercaba a la costa del Golfo de Rosas, la nave es interceptada por unos piratas berberiscos. Tras un cruel combate, Cervantes y su hermano son hechos prisioneros por el capitán, un albanés de nombre Mamí, que los lleva cautivos a Argel, en el norte de África. La ciudad era famosa por su ingente tráfico de esclavos, por lo que tanto Miguel como Rodrigo seguramente adivinaban cuál sería su infausto destino.
Y he aquí otro de los grandes misterios de la vida de Cervantes. ¿Por qué no fue vendido como esclavo, como cabía esperar? Puede que los documentos que tenía en su haber, firmados por el mismísimo Juan de Austria, convencieran al albanés de que los hermanos eran piezas demasiado valiosas para desprenderse de ellas. Se inicia así un largo cautiverio que duraría nada menos que cinco años.
Mientras, en España, la familia de Cervantes intenta reunir el dinero necesario para el rescate. Las dos hermanas, Andrea y Magdalena, destinan sus respectivas dotes, adquiridas tras un arduo pleito, a esta misión. Por su parte, la madre, Leonor de Cortinas, reúne todo el dinero del que es capaz para entregarlo a los Hermanos Mercedarios, la orden encargada de salvar a los cautivos en poder de los musulmanes.
Mientras llega el rescate, Miguel de Cervantes no se ha quedado de brazos cruzados. Nada menos que cuatro intentos de fuga se han documentado, todos ellos truncados por uno u otro motivo. Finalmente, Rodrigo es rescatado, pero la suma no alcanza para los dos hermanos, y Miguel permanece en Argel. No volverá a ser libre hasta septiembre de 1580, tras un lustro entero como prisionero.
Recaudador de impuestos y escritor tardío
A pesar de ser uno de los nombres más ilustres del panorama literario (no solo español, sino universal), Miguel de Cervantes inició su carrera como escritor de forma bastante tardía. Su primera obra, Galatea, se publicó cuando contaba treinta y ocho años y le reportó un considerable beneficio económico. Se trata de una novela de corte pastoril, bastante en boga en la época, que el recién estrenado escritor dedicó a su antiguo conocido, el cardenal Aquaviva.
En esos años, Miguel conoce a Catalina de Salazar, una joven de dieciocho años con la que contrae matrimonio y a la que abandona poco después. Poco antes, el literato había tenido una hija ilegítima, Isabel, con una mujer casada. La situación económica de Miguel sigue sin ser boyante: a la par que sus primeros intentos literarios (es la época de las comedias cervantinas, eclipsadas sin embargo por su gran rival, Lope de Vega), Cervantes se convierte en recaudador de impuestos. Su extraordinario celo a la hora de cobrar las cantidades estipuladas que debe pagar la Iglesia lo lleva a ser excomulgado varias veces.
El ingenioso hidalgo Don Quijote de la Mancha
Sigue, por tanto, la estela de desventuras que caracteriza la vida de nuestro personaje. En 1597 es encarcelado en Sevilla por un asunto turbio, al parecer vinculado a la apropiación indebida de dinero público. Esta nueva prisión será crucial en su trayectoria literaria, pues muchos críticos están de acuerdo en afirmar que es durante sus meses en la cárcel donde el genio proyecta la historia del Quijote, que verá la luz unos años más tarde, en 1605.
El éxito de esta primera parte de las aventuras del hidalgo es total. Sin embargo, el autor no recibe la compensación económica que se merece, por lo que la situación financiera de Cervantes seguirá siendo precaria. En 1613 aparecen sus Novelas ejemplares y, al año siguiente, su Viaje al Parnaso. Con todas estas creaciones, Cervantes está sentando las bases de la novela moderna.
La fama de su Quijote es tal que, en 1614, aparece en Tarragona una segunda parte, escrita por un tal Alonso Fernández de Avellaneda. Indignado, Miguel escribe su propia segunda parte, la genuina, para dejar claro a quién pertenece la extraordinaria criatura. Surge así el segundo tomo de las aventuras del hidalgo, publicado poco antes de la muerte de nuestro autor.
En abril de 1616, Miguel de Cervantes está enfermo y cansado. Recibe la extremaunción en su casa de Madrid y fallece el día 22. Es enterrado al día siguiente, al parecer (y según la leyenda), el mismo día que el otro gran escritor de la época, William Shakespeare. Por eso, obviamente, el 23 de abril es el Día Internacional del Libro.