Rudolf Arnheim fue un psicólogo y filósofo alemán que, influido por la psicología de la Gestalt y añadido a su interés por lo artístico centró su carrera en la comprensión de la percepción y pensamiento visual, además de varios fenómenos estéticos.
Fue un autor prolífico que, añadido al hecho de vivir más de un siglo, le permitió escribir muchos artículos y libros centrados tanto en el arte como en la influencia de los grandes medios de comunicación de su época, entre ellos el cine, la radio y la televisión.
A continuación veremos la vida de este investigador a través de una biografía de Rudolf Arnheim, conoceremos sus principales obras y también abordaremos su pensamiento filosófico-artístico.
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Breve biografía de Rudolf Arnheim
La vida de Rudolf Arnheim es larga, algo que si tenemos en cuenta que fue un gran escritor da como resultado a una obra muy extensa, tanto en forma de libros como de artículos e investigaciones. Sus primeros años fueron turbios puesto que fue testigo del estallido de las dos guerras mundiales, teniendo que huir de su natal Alemania en la década de los 1930 por su condición de descendiente de judíos y crítico, aunque sea en forma de crítica artística, con las pretensiones nazis.
En su huida visitó varios países, llegando a los prometedores Estados Unidos de mediados del siglo XX, país de paz y de gran intelectualidad que le convenció de pasar el resto de su vida en territorio norteamericano. Allí tendría la oportunidad de recibir varias becas por sus más que excelentes trabajos, y también ejerció como profesor en varias universidades, entre ellas la prestigiosa Harvard. Además de ello, seguiría investigando sobre arte y estética, relacionándolo con la psicología gestáltica, siendo la percepción visual la temática distintiva de sus trabajos.
Primeros años
Rudolf Arnheim nació el 15 de julio de 1904 en Berlín, Alemania, en el seno de una familia judía residente en la famosa Alexanderplatz, aunque al cabo de poco después de su nacimiento se trasladarían a Charlottenburg.
El pequeño Rudolf ya mostraba intereses desde bien joven hacia lo artístico, entreteniéndose en sus ratos libres dibujando. También mostraba interés hacia la psicología, comprándose libros de Sigmund Freud con tan solo 15 años, dando así inicio a sus intereses hacia el psicoanálisis.
Aunque Arnheim mostraba claras pretensiones hacia la vida académica, Georg Arnheim, su padre, tenía la intención de hacer que trabajara en el negocio familiar, su fábrica de pianos. Así, la idea del señor Arnheim era que su hijo, una vez alcanzara la edad suficiente, se pusiera al frente del taller, teniendo así un empleo fijo y estable.
Pero ya el joven Rudolf mostraba señales de que eso no iba mucho con él, lo cual hizo que su padre acabara aceptando la idea de que, cuando llegara el momento de estudiar, Arnheim fuera la mitad de la semana a la universidad y la otra se centrara a trabajar en el negocio familiar.
Pero, para fortuna de Rudolf, su padre acabó aceptando la idea de que el joven estaba mucho mejor estudiando toda la semana. El motivo de ello era que el Arnheim empezaba a distraer a los demás trabajadores del taller explicándoles sus conocimientos acerca las mecánicas detrás del piano en vez de montarlos.
Estudiando en la universidad
Cuando llegó el momento, Rudolf Arnheim se matriculó en la Universidad de Berlín en donde quiso realizar estudios de psicología. Por aquel entonces la psicología era todavía una disciplina joven y aún se encontraba enmarcada dentro de la filosofía como una rama, motivo por el cual Arnheim se matriculó en filosofía, pero estudió tanto psicología experimental como ramas más teóricas.
La universidad de Berlín era un lugar de mucha cultura y ciencia antes del estallido de la Segunda Guerra Mundial. Como centro neurálgico de la intelectualidad germana, muchos fueron los grandes personajes de su tiempo con los que Arnheim tuvo la oportunidad de establecer contacto, entre ellos Albert Einstein, Max Wertheimer, Kurt Koffka, Kurt Lewin, Max Planck y Wolfgang Köhler. De todas esas figuras la de Köhler y Wertheimer son las más destacables, puesto que trabajaban en el departamento de psicología de la facultad y como seguidores de la Gestalt influyeron enormemente en Arnheim, quien también acabaría siguiendo sus postulados y aplicándolos en su trayectoria académica.
El propio Wertheimer propuso a su pupilo Arnheim que hiciera la disertación sobre cómo las expresiones faciales humanas y la escritura podrían corresponderse. Así pues, Rudolf Arnheim estudió cómo las personas perciben una expresión mientras están mirando a una cara y qué es lo que perciben cuando ven un texto manuscrito. En 1928 se doctoraría en la Humboldt Universität con su trabajo “Investigaciones psicológico-experimentales sobre el problema de la expresión”.
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Años grises
Tras finalizar sus estudios Rudolf Arnheim inicia una época de inicio feliz pero final triste. Es por esta época en la que empieza a escribir críticas acerca el cine, textos los cuales le pusieron en contacto con Siegfried Jacobsohn, el jefe editor de “Die Weltbühne”, quien las aceptó para su publicación.
Esta revista fue muy importante en la escena cultural alemana y en ella se hablaba de política, arte y economía. Poco después Jacobsohn moriría, siendo sucedido por Carl von Ossietzky quien aceptaría a Arnheim para que trabajara en la sección cultural de la revista hasta el 1933.
En otoño de 1932 Arnheim publicó un ensayo en el “Berliner Tageblatt” en el que abordaba la naturaleza de los bigotes de Charlie Chaplin y Adolf Hitler, explicando cómo su peculiar estilo modificaba por completo la apariencia percibida de la nariz y el carácter asociado a quienes lo llevaban. Irónicamente, este ensayo acabaría siendo censurado tres meses después con la llegada de los nazis al poder.
Tras este incidente, tanto Arnheim como varios de sus amigos veían que se acercaban años grises para Alemania iniciados con las primeras censuras y persecuciones de libros por el nazismo. De hecho, en 1933 se prohibió la venta de su libro “Film als Kunst” (Cine como arte), algo que le hizo tomar la decisión de abandonar su país en agosto de ese mismo año.
El primer destino de su exilio fue Roma, ciudad en la que escribiría sobre el cine y la radio permaneciendo ahí seis meses. Lamentablemente, con el estallido de la Segunda Guerra Mundial y la afiliación de Italia con el Tercer Reich, Arnheim decidió huir a Londres en donde trabajaría como traductor de guerra en la BBC.
En 1940 decidiría dar el salto al charco, yendo a parar a los Estados Unidos. Arnheim quedó prendado al pisar suelo norteamericano, sobre todo al visitar la cosmopolita Nueva York, urbe llena de mágicas luces y en donde los intelectuales de la época, tanto americanos como huidos de Europa, se reunían en una vorágine de ideas innovadoras.
Vida académica y últimos años
Todavía estando la Segunda Guerra Mundial en curso, en 1943 Rudolf Arnheim obtuvo el puesto de profesor de psicología en el Sarah Lawrence College y, también, haría de profesor visitante en la New School for Social Research. Es en esta misma época en la que recibió una beca de la Fundación Rockefeller, permitiéndole tener un pequeño sustento en una época verdaderamente incierta para todo exiliado alemán.
Un poco más tarde tendría la oportunidad de trabajar en la Universidad de Columbia, concretamente en su Oficina de Investigación de la Radio, en la que se dedicó a analizar cómo las telenovelas americanas o “soap-operas” influyeron en la audiencia estadounidense de la década de los 1940.
En 1951 Arnheim volvió a ganar una beca Rockefeller, lo cual le permitió apartarse del mundo de la enseñanza universitaria durante un tiempo para dedicarse de lleno a la escritura de su libro “Art and Visual Perception: A Psychology of the Creative Eye” (“Arte y Percepción Visual: Una Psicología del Ojo Creativo”).
Tras llevar años viviendo en Estados Unidos y siendo ya prolífica su vida académica, optó por hacer de ese país su lugar de residencia. Su éxito en el ámbito universitario norteamericano se escenificó con el hecho de que en 1968 fuera invitado por la Universidad de Harvard para que trabajara como profesor de psicología del arte, lugar en el que impartiría clase durante seis años.
Al finalizar su período en Harvard en 1974 decidió residir definitivamente en Ann Arbor, Michigan, con su esposa Mary, y se dejó ver en más de una ocasión como profesor visitante en la Universidad de Michigan, donde enseñaría durante los diez años siguientes. Es en este mismo período, concretamente en 1976, en el que fue elegido como miembro de la Academia Americana de Artes y Ciencias.
Arnheim formó parte de la Sociedad Americana de Estética y llegó a ser su presidente en dos ocasiones, además de también ser el presidente de la División de Psicología y de Artes en la Asociación Americana de Psicología en tres ocasiones. Además de estos honores, en 1999 recibió el premio Helmut-Käutner, uno de sus últimos méritos antes de morir en Ann Arbor, Michigan, el 9 de junio de 2007, a la edad de 102 años.
Pensamiento artístico-filosófico
Describir en unos pocos párrafos cómo es el pensamiento de Rudolf Arnheim es ciertamente complicado. Si bien era psicólogo, es indudable que como seguidor de la escuela gestáltica y estudioso del arte podemos referirnos a su pensamiento como algo que combina lo artístico con lo filosófico, incluso en sus reflexiones acerca los medios de comunicación que, como herramientas de comunicación masiva, influyen enormemente en el pensamiento y corrientes artísticas de la sociedad.
Arnheim consideraba que los sentidos permiten entender la realidad externa. Estos no deben ser vistos como meros instrumentos mecánicos, como algo por lo que captamos información sin más, sino que, a instancias activas de la percepción funcionan como puentes del pensamiento visual, incluso sin que el estímulo sea necesariamente visual. La mente añade información a las percepciones sensoriales y así se elabora el conocimiento.
A lo largo de su vida estudió múltiples expresiones del arte, incluyendo en ellas las procedentes del cine, la radio y la televisión que, si bien chocaban con la idea del arte tradicional, él tenía muy claro que en efecto eran representaciones artísticas. Para Arnheim, y muy en la misma sintonía de muchos movimientos de su época como los movimientos de vanguardia, el arte no está obligado a reproducir fielmente la realidad, sino que puede explorar y recrear artificialmente otras soluciones, que pueden llegar a incluso suplantar la propia percepción de la realidad.
Esta idea de que el arte no tiene por qué reflejar la realidad en sí misma la hizo a partir de sus análisis del cine. Cuando vemos una película nos da la sensación de ver movimiento, pero en realidad lo que estamos viendo son flujos rápidos de imágenes que generan la percepción de acción. Confundimos el ver por el pensar, lo estático por lo dinámico, lo quieto por lo móvil.
Pero además de la confusión meramente perceptual, también exploró cómo los grandes medios de comunicación pueden manejar la opinión pública. Arnheim vio nacer y hacerse popular la televisión, un medio de comunicación masivo que ya se mostraba como una arma de doble filo al comienzo de su irrupción en la sociedad norteamericana a mediados del siglo XX. La televisión podría ser un gran elemento de comunicación, enriqueciendo la cultura del momento, pero también podía entretener, manipular y desviar la opinión pública de asuntos que no aparecen en la pantalla.
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