Si bien en un inicio se creía que la adicción era básicamente un sinónimo de drogadicción, con el tiempo, a raíz de múltiples evidencias surgidas de la investigación científica, descubrimos que no todos los trastornos de adicción se basan en el consumo de drogas: existen también las adicciones comportamentales.
En estas últimas, la persona que desarrolla la patología no genera un desequilibrio en el funcionamiento de su cerebro introduciendo sustancias psicoactivas en su cuerpo, sino mediante unos patrones de comportamientos que hacen que el organismo libere neurotransmisores y hormonas (los que produce cualquier persona sana) de manera anómala.
Este descubrimiento ha abierto la puerta a plantearnos cuántos tipos de adicciones comportamentales hay más allá de la más conocida, que es la ludopatía o juego patológico. Y por ello, resulta inevitable mirar con otros ojos a un mundo caracterizado por su volatilidad y por su facilidad para generar emociones muy intensas, tanto agradables como desagradables: las inversiones en bolsa y, más recientemente, en criptomonedas.
¿Existe tal cosa como una adicción a las criptomonedas? ¿Qué problemas de salud mental pueden acarrear las dinámicas de dependencia ante esta clase de inversiones? Veámoslo.
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¿Qué sabemos sobre las dinámicas adictivas frente a las inversiones de alto riesgo?
En primer lugar, cabe destacar que oficialmente solo se reconoce como adicción comportamental a la ludopatía, y recientemente ha surgido un debate muy animado sobre si es conveniente reconocer la existencia de la adicción a los videojuegos para que este concepto aparezca reflejado en los manuales diagnósticos más usados. Ahora bien, eso no significa que con el tiempo vayan siendo reconocidas otras formas de adicción. Y, por otro lado, a medida que las nuevas tecnologías van avanzando, cada vez cuesta más delimitar qué tipo de comportamientos pueden dar lugar a la ludopatía.
Por ejemplo, en algunos videojuegos online han surgido mecánicas de juego que incluso han llegado a ser prohibidos por varios países por basarse en los juegos de azar (por ejemplo, la obtención de coleccionables digitales mediante pagos reales).
Particularmente, cabe destacar que en la actualidad es posible hacer inversiones de riesgo casi en cualquier momento y con muy pocas limitaciones, gracias a la popularización de Internet y de ciertas plataformas de trading, compra de criptomonedas, etc. Simplemente teniendo un smartphone con ciertas apps conectadas a nuestro banco o a nuestra cartera digital de criptos, podemos perder grandes cantidades de capital en muy poco tiempo (o ganar mucho en relativamente también poco tiempo). Y también podemos seguir en tiempo real el valor de esas inversiones, algo que “engancha” hasta límites insospechados.
Esto hace que comportamientos como chequear constantemente el valor de nuestras inversiones se hayan generalizado; por ejemplo, hace poco se hizo viral el vídeo de un hombre que, justo en el momento en el que su mujer avanzaba hacia él vestida de novia en la ceremonia de su boda, decide mirar u momento su móvil para comprobar la evolución del valor de su criptomoneda favorita.
Aparece un importante miedo a perderse cosas por no estar atento/a “cuando toca”: es lo que se conoce como FOMO (Fear of Missing Out), un fenómeno que se creía que estaba limitado al mundo de las redes sociales y de los servicios de chat y mensajería. Pero… ¿Puede derivar esto en una adicción? En parte sí y en parte no, como veremos.
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Entonces… ¿Existe la adicción a las criptomonedas?
Una de las características de las adicciones es el fenómeno de la tolerancia: la persona necesita involucrarse cada vez más en la satisfacción de la adicción para dejar de sentirse mal y para “saciarse”. Por eso, las personas que han desarrollado alcoholismo tardan más en embriagarse y a la vez beben más alcohol para mitigar la abstinencia.
Pues bien; hoy por hoy, no existen pruebas de que esto ocurra con la tendencia a invertir en criptomonedas o en otros activos de relativamente alto riesgo, mientras que sí ocurre con la ludopatía y los juegos de azar.
Por ello, se considera que podemos hablar de adicciones a las inversiones como una metáfora, no como lo que técnicamente es una adicción; aunque ojo, eso no significa que no sea posible desarrollar problemas de salud mental por una mala gestión de esos patrones de comportamiento. Sin embargo, esas experiencias no serán técnicamente adicciones, sino más bien una dependencia de otro tipo.
Se cree que parte de lo que explica que haya una diferencia entre las adicciones verdaderas y el hecho de estar “enganchados” a las inversiones es que en estas últimas no hay una consecuencia emocionalmente potente que nos golpee de inmediato cuando realizamos la acción de invertir. Esto sí ocurre con las apuestas: o perdemos o ganamos, lo sabemos de inmediato. Pero al invertir, simplemente tenemos fuertes incentivos para estar atentos a la evolución del valor, pero eso o tiene los mismos efectos sobre nuestro cerebro y sobre nuestro comportamiento. Y, sin embargo, puede dar lugar a problemas como:
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Exceso de estrés y ansiedad (lo cual a su vez puede desencadenar otros problemas de salud mental: insomnio, propensión a consumir drogas…).
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Problemas para concentrarnos en tareas importantes y en relaciones significativas
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Tendencia a intentar solucionar todos nuestros problemas intentando realizar inversiones exitosas (por estar todo el día pensando en ello), como vía de escape que además es muy arriesgada.
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Tomas Santa Cecilia
Tomas Santa Cecilia
Psicologo Consultor: Master en Psicología Cognitivo Conductual
Mi nombre es Tomás Santa Cecilia y soy psicólogo especializado en la intervención mediante el modelo cognitivo-conductual. Ofrezco mis servicios de manera presencial en mi consulta situada en Madrid y también a través de la modalidad online por videollamada.