La lista de nombres de científicos e intelectuales que han conseguido grandes logros es interminable. Sin embargo, a menudo se enumeran estos personajes de forma individual, cuando lo cierto es que muchos de ellos trabajaron codo con codo con sus parejas y formaron un auténtico equipo.
En el artículo de hoy te traemos a 5 parejas de científicos e intelectuales que trabajaron juntos y se dieron apoyo mutuo. Su colaboración dio como fruto grandes hitos en la historia de la ciencia, la literatura y otros campos. Veamos algunas de estas parejas tan interesantes.
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Las grandes parejas en la ciencia
Muchas de las parejas sentimentales de la historia han estado unidas por un interés mutuo en algún campo intelectual o científico. En tantísimas ocasiones, ha sido precisamente esta afición compartida la que ha contribuido a la solidez de su relación, a pesar de que, como en cualquier pareja, a veces pudo haber altibajos. No te pierdas la siguiente lista, que recoge algunas de estas parejas, muchas de ellas casi desconocidas.
1. Monsieur y Madame Roland
Jean-Marie Roland de la Platière y su esposa, Marie-Jeanne Philipon (más conocida como Madame Roland) formaron uno de los dúos más famosos y consistentes de la intelectualidad revolucionaria. Ambos habían sido educados en un ambiente ilustrado, característico del siglo XVIII, y compartían ideales republicanos que les hicieron alegrarse con el estallido de la Revolución Francesa.
La inteligencia de Marie-Jeanne, “Manon” para sus allegados, era legendaria. La mujer poseía un talento innato para la filosofía y para la pluma; no en vano, ayudaba a su marido, que poseía un cargo político, a redactar sus discursos y sus informes, los corregía y los pasaba a limpio. En su casa de París, el Hôtel Britannique, el matrimonio recibía a los grandes intelectuales del momento.
A pesar de su inicial apoyo a la Revolución, los Roland pronto se dieron cuenta de que los acontecimientos tomaban un cariz sangriento que no les gustaba en absoluto. El apoyo que brindaron a la facción moderada de la Convención, los girondinos, firmó su sentencia de muerte. Jean-Marie Roland huyó de París para salvar el cuello, pero a su esposa no le dio tiempo. Manon murió en la guillotina en noviembre de 1793; consternado por el dolor, su marido se suicidó días más tarde, cuando se enteró de la noticia.
2. Marie-Anne y Antoine Lavoisier
No nos alejamos de la Francia revolucionaria para conocer a nuestra segunda pareja de intelectuales; es esta ocasión, en concreto, de químicos. Y es que los Lavoisier formaron un sólido tándem que dedicó gran parte de su tiempo y sus esfuerzos al estudio de la química.
Marie-Anne Pierrette Paulze tenía apenas catorce años cuando se la instó a casarse con un hombre que le triplicaba la edad. Por fortuna, el padre de la muchacha, escandalizado, intercedió para encontrarle otro pretendiente más acorde, y finalmente la comprometió con un colega suyo, Antoine Lavoisier, abogado y químico de prestigio. En realidad, la diferencia de edad con Antonie también era considerable (él tenía veintiocho años, catorce más que la joven) pero el padre de Marie-Anne intuyó que compartían carácter y gustos y que la unión podía ser exitosa.
Y así fue. Marie-Anne, curiosa e inteligente, se interesó desde el principio por las investigaciones de su marido, y pronto se unió a él en el laboratorio para ayudarle en su tarea. Madame Lavoisier no sólo tomaba notas exhaustivas de las observaciones de Antoine, sino que, como era una excelente dibujante, se encargaba de realizar los esquemas y los dibujos necesarios para ilustrar las investigaciones. Ávida de conocimiento, aprendió rápido, hasta el punto de que se la conoce como “la madre de la química moderna”.
Por desgracia, la Revolución llegó para truncarlo todo. Acusado de traición, Antoine Lavoisier fue ejecutado en 1794, a pesar de que su esposa movió cielo y tierra para salvarlo. Ella misma fue encarcelada, aunque logró burlar a la muerte con el fin del Terror. Y, aunque volvió a casarse con otro científico, este nunca la dejó colaborar en su trabajo. Ella acabó divorciándose de su segundo marido y siempre mantuvo el apellido Lavoisier.
3. Olivia Langdon y Mark Twain
Para muchos críticos, sin su esposa Olivia, Mark Twain nunca habría sido Mark Twain. Y es que el escritor estuvo siempre asistido por su incombustible mujer, que le asesoraba en materia de escritura, le daba consejos y se convirtió en su editora.
Ambos se conocieron a través del hermano de Twain, y juntos fueron a una lectura de Charles Dickens. Mark Twain (en aquella época todavía Samuel Clemens, su verdadero nombre) quedó absolutamente prendado de la belleza lánguida de Olivia, ese tipo de belleza mortecina que tanto estimaban los artistas del XIX. El cortejo fue arduo; hasta cuatro veces rechazó ella sus ofertas de matrimonio. Finalmente claudicó, y ambos se casaron en 1870.
Además de ser un apoyo incondicional para Twain, Olivia era también escritora y una ferviente abolicionista. Constantemente enferma, su salud fue decayendo estrepitosamente en las últimas décadas de su vida, a lo que no ayudó en nada la muerte prematura de su hija Susy con sólo veinticuatro años. Falleció en 1904, y su marido, roto por la pérdida, la siguió en 1910.
4. Robert y Sonia Delaunay
Los nombres de Robert y Sonia Delaunay están íntimamente ligados a la bohemia parisina de principios del siglo XX. Y es constituyen dos de los mayores pintores de las primeras décadas del siglo, que trabajaron codo con codo y de forma concienzuda en el estudio del color y su capacidad expresiva en el mundo del arte.
Cuando se conocieron, Sonia (ucraniana de nacimiento) estaba casada con Wilhelm Uhde, a quien se había unido puramente por conveniencia, para evitar que la deportaran de nuevo a Rusia. Pero la atracción que sintieron los dos artistas fue tan intensa que, en 1910, la joven se divorció de Uhde para casarse con Robert, del que ya nunca se separaría.
Juntos trabajarían incansablemente hasta su muerte, experimentando con la yuxtaposición del color y con todas las posibilidades que la creación artística deparaba; Sonia se atrevió incluso, con enorme éxito, con el diseño publicitario y de objetos. Se trata, sin duda, de una de las parejas más carismáticas de la historia del arte.
5. Marie y Pierre Curie
Sin duda, es una de las parejas más famosas de la historia de la ciencia. Y es que parece prácticamente imposible desvincular a Marie de Pierre Curie, su esposo, compañero y colega en sus investigaciones científicas.
De verdadero nombre Maria Sklodowska, Marie Curie era una joven muy interesada en la ciencia que emigró desde su Polonia natal al París de finales del siglo XIX para ampliar sus conocimientos. En una época en que eran muy raras las mujeres universitarias, Marie se licenció por la Sorbona en 1893 y se doctoró una década más tarde.
En París conoció al físico Pierre Curie, profesor de la Sorbona, con el que se casó en 1895 y con el que inició una estrecha colaboración científica, fruto de la cual descubrieron, en 1898, dos elementos nuevos: el radio y el polonio. En 1903, los esposos fueron galardonados con el Premio Nobel de Física, galardón que repetiría Marie, de química en este caso y en solitario, en 1911. Tras el fallecimiento de Pierre, su esposa ocupó su plaza de profesor en la Sorbona, lo que la convirtió en la primera mujer de Francia en ostentar un cargo semejante.
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