Una de las respuestas más curiosas tanto a nivel práctico como teórico dentro de la terapia psicoanalítica, es aquella que da cuenta de la dirección hacia la que apunta el tratamiento.
¿Cuál es el fin de un psicoanálisis? Pregunta planteada por el mismo Sigmund Freud, y puesto que se trata de una tarea amplia que no puede ser explicada de una sola vez, en una de las ocasiones la respuesta que dio es: “devolverle a la persona su capacidad de amar y de trabajar”. Dos conceptos de por sí bastante claros a primera vista; pero vayamos a ver con más profundidad qué se sostiene con esta búsqueda y por qué tiene tanta relevancia en la naturaleza humana.
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La capacidad de amar
Para abrir paso a la primera parte de la respuesta, tomaremos otra frase célebre, la cual dice: “Si amas sufres, si no amas enfermas”. Cabe mencionar que en el contexto del psicoanálisis, el término de enfermedad está marcado por la autopercepción de cada persona, de acuerdo a la visión que tenga respecto a la existencia de determinados conflictos internos, a los impedimentos que vea que existen en su vida para poder acceder a lo que desea. No es una denominación que implique medir la salud mental de acuerdo a una normalidad estándar.
Entonces, podemos considerar que una de las problemáticas centrales en la vida humana gira en torno al amor, a la capacidad de amar que tengamos, amar a otras personas o seres vivos, a nosotros, a un hobbie, a una profesión, a la realidad que nos rodea. Esta dificultad en amar es posibilitada por determinados conflictos internos que llevan a la persona a extrañarse de la realidad y las personas y cosas que la constituyen. Pero, ¿Por qué sucede esto?
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Libido e introversión
En primer lugar, debemos pensar el amor como una energía psíquica que recubre las cosas del mundo de acuerdo a cierto interés del Yo (que se llama libido), ya corresponda a la parte consciente o inconsciente del mismo.
En segundo lugar, hay que comprender que la enorme mayoría de los procesos psíquicos ocurren sin nuestra intención (de no ser así, seríamos todos felices tan solo con quererlo), en esos mecanismos que escapan a nuestra comprensión ubicamos como indicio de esa desviación a un proceso llamado introversión, en el cual, la energía psíquica es dirigida hacia el interior de la persona y en lugar de llevar su interés hacia afuera, es retenido en el mundo de las fantasías y pensamientos.
Ahora bien, surge una nueva pregunta, ¿Por qué esa libido que tendría que estar interesada en las cosas del mundo se retrae en el interior del Yo? Pues sencillamente por haber experimentado una frustración en esa realidad de la que ahora intenta escapar, el hecho de vivir situaciones dolorosas o tener ideas de sufrimiento de lo que puede llegar a pasar en determinada situación futura, puede llevar a que acontezcan ciertos mecanismos psíquicos que nos defienden del dolor.
Contamos con ese propósito de nuestro psiquismo de protegernos de lo que nos puede dañar; en esa protección se retrae en sí mismo, pero como esa energía tiene que ser descargada en alguna acción, toma el mundo de las fantasías como su destino, y con ello se genera una manera de lograr aquellas ideas que se le hace tan difícil concretar en la realidad, Ya que de momento es más fácil acceder a la realización de los deseos mediante la imaginación, tal como ocurre en los sueños.
Retomando el hilo que nos trajo hasta aquí, vemos que la capacidad real de amar se encuentra dificultada por estos procesos inconscientes que arrastran hacia adentro a la energía psíquica. Por lo tanto, he aquí la dificultad en amar, que conlleva de manera paralela cierto monto de sufrimiento. El trabajo de terapia consiste en construir cuáles son los fantasmas e ideas que giran alrededor de esa realidad que se presenta de una manera inaccesible y hostil.
La capacidad de trabajar
Dirijámonos ahora a la segunda parte de la definición, devolver la capacidad de trabajar. De momento parece ser justamente una sección diferenciada de la idea, pero en realidad está en íntima relación con la búsqueda de amar.
Resulta que esta concepción de trabajar no remite solamente a la idea que tendríamos en sí del trabajo asalariado; sí que forma parte de la problemática puesto que pueden presentarse inhibiciones en la capacidad de producir, pero se amplía de una manera notable si la entendemos como la posibilidad del Yo en modificar la realidad para conseguir lo que uno desea. Nos referimos tanto al trabajo en términos de poder llevar adelante un empleo que nos remunere económicamente, como así también a la creación de una realidad que resulte gratificante.
Al construir algo nuevo siempre se necesita a las otras personas; en el lazo que se genera se produce un vínculo de amistad, camaradería, intereses en común, que al fin y al cabo remiten a una abstracción del amor sin entenderlo necesariamente como algo sexual.
Como seres humanos tenemos tres condiciones que son comunes a todas las civilizaciones de todos los tiempos. A través de la historia estuvimos siempre en sociedad con otras y otros, generando diversos vínculos y relaciones (amor), y en ese tiempo histórico siempre existieron trabajos y actividades que resultan funcionales al sistema en el cual se estuvo (y estamos) inmersos. La tercera condición es la creencia en algun(os) Dios(es) que dé cuenta de nuestra trascendencia en esta vida, pero ese análisis quedará para otra ocasión.