Imaginemos la siguiente situación: una madre hace la compra en el supermercado, paga en la caja, y cuando ya cargó todo en el coche… observa que del bolsillo de su hijo se asoma un paquetito de chocolate. Ahí es cuando recuerda que el niño estuvo jugando en la góndola de los dulces a que éstos eran avioncitos. Como su hijo es un niño muy bueno, interpreta que “se le debe haber quedado en el bolsillo”, sin considerar siquiera la posibilidad de que el niño haya robado el chocolate.
A veces, nuestras ideas preconcebidas empañan nuestro razonamiento en torno a los hechos de la realidad: aunque la evidencia demuestre que el niño muy probablemente haya cometido una travesura, la idea que la madre tiene de su hijo le imposibilita concebirlo. Este fenómeno es un sesgo cognitivo, en específico, un sesgo de confirmación que afecta a la manera en la que la madre “lee” el mundo (volveremos sobre esto luego).
Se trata de un ejemplo simple en el que, de persistir esa creencia sesgada acerca de su hijo, la salud mental de la madre no se vería demasiado afectada. No obstante, ¿qué pasaría si estas creencias distorsionadas estuvieran enfocadas en nuestra valía como personas? ¿Y si los hechos de la realidad no pudieran ponerlas en cuestionamiento? Desde muchos enfoques cognitivo-conductuales, algunas distorsiones cognitivas pueden operar como sostenes de trastornos como la depresión. A continuación, veremos qué es el sesgo de confirmación y cómo puede influir en la depresión.
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¿Qué son los sesgos cognitivos?
Para ahondar en el tema, es necesario dejar claro qué son los sesgos o distorsiones cognitivas. Entendemos por ellos a las interpretaciones erróneas o desdibujadas del mundo y de nosotros mismos que inciden en la forma en la que procesamos la información. Interfieren en los juicios que hacemos, en cómo pensamos, en qué recordamos, en qué creemos.
A nivel evolutivo, estos sesgos han sido útiles en tanto permitieron tomar decisiones de manera más ágil y rápida. Su contrapartida es que son difíciles de contradecir, y al estar distorsionados pueden nublar nuestra visión de los hechos objetivos de manera contraproducente.
¿Qué es el sesgo de confirmación?
Existen muchísimos sesgos cognitivos, y uno de ellos es el sesgo de confirmación. El mismo refiere a la tendencia a interpretar la información de manera tal que ésta confirme nuestras creencias preexistentes. En otras palabras, sigue la lógica de que la persona quiere creer en lo que ya creía con anterioridad; como la madre que, a pesar de la travesura de su hijo, interpretó ese hecho en función a lo que siempre creyó: “mi hijo es un niño bueno”.
Es una interpretación ofuscada, ya que la persona recuerda hechos anteriores de manera selectiva para sustentar su creencia, recolecta detalles favorables a sus hipótesis, o ignora la información que entra en conflicto con sus ideas para seguirlas apoyando.
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La influencia del sesgo de confirmación en la depresión
¿Y cómo esta distorsión puede incidir en trastornos como la depresión? Pues bien, sabemos que en la depresión son frecuentes una serie de síntomas como la disminución del placer en actividades que la persona solía disfrutar; un estado anímico caracterizado por sentirse triste o vacío, la falta o exceso de sueño, fatiga o pérdida de energía, entre otros.
Otro síntoma usual es experimentar de manera cotidiana sentimientos de inutilidad o culpabilidad excesiva e inapropiada, que pueden estar acompañados de autorreproches o pensamientos como “todo lo hago mal”, “siempre seré un inútil” o “soy una carga para los demás”, aún cuando la circunstancia no lo amerite.
El punto está en que a esas afirmaciones le subyace una creencia sobre las experiencias del mundo y sobre sí mismas que clasifican los eventos como negativos, por lo que la persona tendrá puestos esos «lentes» para darle sentido a la realidad y difícilmente verá otra cosa en ella. Además, las personas tendemos a asociar ciertas categorías con mayor facilidad que con otras —idea vinculada al concepto de esquemas cognitivos—, por lo que la persona deprimida, al valerse de algunas creencias distorsionadas para enfrentarse a la realidad, podría interpretar rápidamente sus experiencias como negativas y asociarlas a ella misma, desencadenando pensamientos peyorativos sobre sí. Por ejemplo, si el padre de un hombre con depresión salió a caminar junto a su hermano, podría pensar que no fue invitado porque “no le importo a nadie”; aunque lo más probable es que se trate de un paseo espontáneo que poco tenía que ver con él.
En línea con esta situación, la misma ilustra al sesgo de confirmación en su máximo esplendor, ya que para llegar a la conclusión de que “no le importo a nadie”, el hombre podría omitir detalles como el hecho de que en más de una ocasión le invitaron a dar un paseo. También podría interpretar de manera selectiva la información, por ejemplo, arribando a la conclusión de que ambos salen a caminar por las tardes ya que, en esa hora, él se encuentra trabajando. La experiencia pareciera amoldarse a las creencias preexistentes de la persona, y en el caso de la depresión, éstas se vinculan a un autoconcepto negativo.
Además, otro punto clave a considerar sobre las creencias es que persisten aún habiendo reunido pruebas capaces de refutarlas. Esto ha sido puesto a prueba empíricamente por distintos equipos de investigación, los cuales parecen sustentar la idea de que las creencias pueden perseverar con sorprendente entereza aún cuando los datos concretos parecieran ser capaces de devastarlas. Muchas veces, incluso hacen a las creencias más sólidas.
Un estudio se propuso poner esto a prueba con dos grupos, uno compuesto por personas a favor de la pena de muerte y otro con personas en contra. Se les presentó a cada grupo dos investigaciones, una que apoyaba su punto de vista y otra que lo contrariaba. Los resultados fueron que las personas no solo valoraron el estudio con el que concordaban como más convincente y mejor realizado, sino que también polarizaron todavía más su posición respecto al tema.
Javier Ares Arranz
Javier Ares Arranz
Psicólogo especialista en Depresión, Ansiedad y Pareja.
Ahora, si trasladamos estos hallazgos al plano del sesgo de confirmación en la depresión, podremos reparar en cuán problemático puede ser que una persona tienda a interpretar el mundo con el fin de confirmar sus propias creencias, considerando que ésta tiende a infravalorar sus capacidades o valía como persona más allá de lo que la experiencia demuestre. Por tal motivo, contactar con un profesional de la salud mental es un primer gran paso a dar para adquirir herramientas con las cuales responder a estas dificultades.