El éxito de la terapia no depende solo del terapeuta…
Cuando alguien acude a terapia, su objetivo principal es eliminar el sufrimiento que le ha conducido a pedir ayuda. Una persona que acude voluntariamente a la consulta lleva implícito el deseo de cambio, pero en ocasiones esta aspiración de evolución solo se queda en la superficie.
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¿Cómo sacarle partido a la terapia psicológica?
La transformación que se espera para mejorar tu vida no va a ocurrir de manera automática o mágica. Para que esa transformación se convierta en una realidad debemos poner en práctica las habilidades adquiridas en la terapia.
Cada paradigma de terapia se basa en conceptos y estrategias diferentes. Unos defienden la modificación de la conducta, otros necesitan una profunda revisión del pasado, etc. En mi caso, pretendo puntualizar que la terapia que yo practico se basa principalmente en el modelo cognitivo racional emotivo; es decir, en la forma de entender la realidad que nos rodea. Esta aclaración es importante de cara a comprender los consejos que siguen a continuación.
Como ya sabemos, cada terapia tiene diferencias y algunas son más directivas, otras más instructivas... pero todas incitan a la reflexión.
Con el objetivo en el horizonte de optimizar los resultados de nuestra inversión y esfuerzo, recomiendo:
1. Antes de cada sesión
Lo más importante, en ese momento difícil de la primera cita, es que recuerdes que ese extraño que te va a preguntar por tus intimidades es un profesional sujeto a secreto, por el código deontológico y por la ley de protección de datos. Igual que desnudarse ante un médico no se considera como un acto erótico, tampoco se debe considerar relatar aquello que te atormenta como una confesión pública ni vergonzosa.
También es clave llevar un pequeño esquema mental u organización de las ideas a exponer, exponer claramente el problema principal (sin miedos ni vergüenzas que entorpezcan la comunicación), y tener claro el objetivo a conseguir y transmitírselo al terapeuta.
Por otro lado, es importante no limitar el número de sesiones. Un profesional ético no empleará más sesiones de las necesarias, pero por más profesional ético y competente que sea, no puede introducir de manera mecánica la información ni el trabajo para concretarlo en 10 o 20 sesiones. Depende de cada caso, de cada persona y de las circunstancias de esa persona, así como la implicación durante el tratamiento.
Si pasadas 3 o 4 sesiones, no te encuentras cómodo o no consideras que el trabajo vaya en la dirección que te gustaría, te debes plantear si estás en el sitio adecuado para tu problema o deberías pedir la derivación a otro profesional, según tus preferencias.
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2. Durante la sesión
En esta parte del proceso, ten en cuenta lassiguientes claves:
- Dedicarle el tiempo necesario a la sesión, sin prisas.
- Dedicar toda la atención a la terapia, sin distracciones.
- Considerar si el terapeuta que te atiende te transmite empatía (la sensación de ser entendido y no juzgado) y simpatía (sensación de bienestar o comodidad dada la situación).
El psicoterapeuta no tiene que ser un amigo, sino un profesional que no debe juzgar tus actos. Pero tu responsabilidad es contar toda la información relevante de forma veraz.
Recuerdo una situación en la que un paciente, tras tres meses de terapia, me informó de que bebía diariamente y no podía controlarse… ¡Uf! ¡Vuelta a replantear la terapia para introducir ese nuevo elemento!. Sin duda, eso supone un retraso para el correcto desarrollo de la terapia.
Si no observas la mejoría esperada, puedes transmitirlo al psicólogo sin temor. Y hasta puede que os riais juntos de cuándo y cómo llegar a la meta.
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3. Después de cada sesión
Tras la finalización de una sesión, aplica estas pautas:
- Es adecuado repasar mentalmente lo hablado y hacer anotaciones para facilitar recordarlo.
- Pensar en cómo puedes trasladar ese aprendizaje a tu vida real.
- Preguntarse todas las dudas e incluso apuntarlas para la siguiente sesión (sobre la aplicación práctica).
- Pedir aclaraciones si algún concepto, de la sesión, no te ha quedado claro.
Además, debes llevar a cabo las tareas designadas por el psicoterapeuta (registros, prácticas, pequeños cambios de hábitos…). Al menos empezar a ponerlos en marcha, o intentarlo. No siempre encontrarás una relación directa con el trabajo que te encargue para esa semana, pero la psicoterapeuta aprovecha siempre la información que esa ocupación genera.
Por otro lado, ten en cuenta que el tratamiento terapéutico impone una continuidad temporal, las sesiones esporádicas, no se pueden considerar como psicoterapia.
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La importancia de aceptar el cambio
Y por último, pero no menos importante, es necesario aceptar el cambio que se da en el proceso.
El miedo de algunos pacientes a dejar de ser ellos mismos ha sido el motivo para no pedir ayuda antes. La terapia no cambia a las personas, sino que aporta nuevas herramientas que nos ayudan a encontrar nuestro equilibrio. En unas ocasiones lo que aporta son nuevas perspectivas sobre un mismo acontecimiento. En otras son las técnicas para mantener bajo control los niveles de ansiedad. O incluso un autoconocimiento que nos aporta la fortaleza necesaria para continuar…
Me permito insistir:
Todas las aportaciones que se ofrecen durante la terapia no sirven de nada si no las incluimos en nuestra vida diaria. Es decir, de qué te sirve aprender alemán si luego no viajas a Alemania, no hablas con alemanes, o no lees ni escribes en alemán… De nada, ¡efectivamente!
Si las nuevas capacidades y entendimiento adquiridos se ponen en práctica, pronto se comienzan a ver resultados diferentes y cada vez más adecuados a nuestras expectativas. Como siempre digo a mis pacientes, “la terapia es un trabajo en equipo” porque el esfuerzo de llevarlo a la práctica es fundamental para que se ocasione el crecimiento personal.
Esto no quiere decir que sea fácil, tampoco quiere decir que si no sale perfecto en el primer intento ya no sale; tan solo significa que cuanto más lo intentes, más oportunidades de alcanzar el éxito tienes y que si te equivocas es otra forma de aprender. No importa lo que te cueste, sino lo que logras durante el proceso.