Empezar a trabajar con pacientes en una consulta de psicología es una experiencia ilusionante, pero también llegar a ser abrumadora desde la primera semana. Hay tantas cosas de las que ocuparse, y tantas situaciones que pueden salir mal, que si la inseguridad gana terreno podemos caer en errores tontos fruto de la ansiedad y las decisiones tomadas de manera precipitada.
Para procurar que esto no ocurra, aquí te dejo una serie de consejos pensados para los psicólogos principiantes que buscan una manera de empezar en este apasionante ámbito profesional.
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Consejos para el psicólogo principiante
Tómate las siguientes pautas como una manera de orientar tus esfuerzo a la hora de aplicar los conocimientos que has ido adquiriendo. Puede que la falta de experiencia ponga las cosas difíciles, pero eso no significa que debas tirar la toalla justo cuando todo empieza. Cualquier carrera profesional tiene su minuto cero.
1. Empieza construyendo desde lo que dominas más
Algunas personas creen que la psicología consiste en comprender a las personas, así, en abstracto. Como si una profesión habilitase a cualquiera para entender y encontrar predecible cualquier forma de comportamiento humano. Este mito puede llevarnos a cometer el error de pretender abarcar más de lo que realmente sabemos hacer.
Es por eso que, especialmente cuando se empieza, es bueno focalizar los esfuerzos en tratar esos problemas en los que se ha centrado nuestra formación.
Especializarnos en estos “nichos” nos permitirá ir construyendo el resto de nuestras futuras competencias a partir de ahí, lo cual es interesante porque en nuestros primeros meses de trabajo el hecho de adaptarnos a todo lo que significa ejercer como psicólogos novatos ya puede llegar a desbordarnos; no digamos ya afrontar casos que nos resultan totalmente nuevos.
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2. No te compares con una idealización del psicólogo perfecto
Si has llegado a ser un psicólogo o psicóloga principiante, es porque mereces estar donde estás: te lo has ganado. De lo que se trata ahora es de empezar a ganar experiencia de manera consistente, haciendo que la práctica profesional añada calidad al servicio que damos. Es un proceso de crecimiento constante en el que nunca hay un final: en cierto modo, todos los psicólogos somos novatos, siempre. El comportamiento humano es demasiado complejo como para que una sola persona lo comprenda en su totalidad.
Es por eso que no debes compararte con una idealización de lo que representa ser un psicólogo. No dejes que el síndrome del impostor te bloquee.
3. Trabaja tu manera de generar confianza
El control de los espacios personales es muy importante para crear una relación terapéutica en la que los pacientes se sientan seguros.
Si estamos nerviosos, es posible que tendamos a utilizar un leguaje no verbal que muestre una actitud defensiva y retraída, como por ejemplo cruzando los brazos, manteniendo demasiada distancia con el otro, o incluso poniendo las manos en los bolsillos. Hay que evitar esto y encontrar un equilibrio entre la profesionalidad y la proximidad. En un principio, para conseguir esto hay que evitar cometer los errores que he comentado y, a la vez, seguir las pautas de la escucha activa y de la asertividad.
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4. Ten en cuenta que tu trabajo tiene un valor
La psicología es un ámbito de trabajo extremadamente vocacional, así que es frecuente que aparezca el deseo a ofrecer nuestros servicios de manera gratuita.
Sin embargo, hay que tener en cuenta que aunque ocasionalmente puedas hacerlo gratis, el trabajo que estás realizando tiene un valor, dado que si lo puedes realizar ha sido gracias al esfuerzo y el dinero invertido en la formación. Si lo habitual es que no cobres, a no ser que solo trabajes con personas de muy poco poder económico, la profesión se devalúa. Lo cual lleva a la siguiente recomendación.
5. Tu trabajo no es dar consejos
Tener esto muy claro es fundamental. Si te planteas tu trabajo como un servicio que consiste en dar “píldoras de conocimiento” durante algunos minutos acerca de la filosofía con la que la otra persona debe vivir la vida, estarás haciendo las cosas mal. Eso significa que normalmente será necesario planificar sobre momentos y recursos que deben estar dedicados a realizar varias sesiones con una misma persona o grupo. Hablar una sola vez con cada paciente o cliente no sirve.
Los psicólogos pueden informar, pero cuando lo hacen, los temas tratados son muy específicos: por ejemplo, sobre cómo realizar técnicas de relajación en casa. La parte de la psicoterapia dirigida a ayudar a los pacientes en sus aspectos más profundos y emocionales consiste en escuchar más que en hablar, y en ofrecer soluciones concretas que permitan satisfacer esas necesidades.
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6. Prevé posibles situaciones de conflicto y sus consecuencias
Como psicólogos novatos, es muy posible que en algún momento algún paciente empiece a adoptar una actitud defensiva o incluso hostil hacia nosotros, juzgándonos en voz alta.
En estos casos, hay dos opciones posibles: o se toma esto como un fenómeno inherente a lo que está ocurriendo a la terapia y a los problemas de la persona que emergen en él, de modo que se puede reconducir la situación, o se toma como un hecho que va más allá del marco terapéutico y que merece la cancelación de la sesión o incluso de la relación terapéutica, en caso de que se considere un atentado claro hacia la propia dignidad.
Para no reaccionar de manera improvisada e inconsistente, es bueno prever esta clase de escenario y delimitar ciertas normas que no deben ser violadas para que las sesiones con una persona sigan su curso.
7. Entrénate para evitar preguntas sesgadas
Es muy importante aprender a no realizar preguntas sesgadas que ya lleven implícita la respuesta, porque de este modo la persona que acude a la consulta no podrá expresarse libremente. Un ejemplo claro de esto es algo del estilo: “¿Prefieres ignorar los problemas de tu padre para no salir de tu zona de confort, o crees que sería bueno ayudarle?”. En estos casos, hay que procurar que no sea muy aparente cuál sería la respuesta que desearíamos oír.
8. Ante todo, recuerda que somos humanos
Lo que ocurre en el contexto de la consulta no sucede al margen del mundo real, por mucho que tenga unas normas propias. Es por eso que no hay que tomarse estas situaciones como una simulación; un cierto distanciamiento terapéutico es necesario para no tratar a la otra persona tal y como lo haríamos con un amigo o amiga, ni para tomarse como algo personal los posibles ataques; sin embargo, más allá de eso, es importante no dejar de empatizar en ningún momento.
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