Son muchos y muy diversos los factores que nos pueden llevar a tomar la decisión de acudir a una consulta de psicología. Es importante tener en cuenta que un proceso de psicoterapia es algo de lo que puede beneficiarse cualquier persona que tenga ganas y disposición para conocerse y comprenderse con mayor profundidad.
A lo largo de este artículo exploraremos aspectos diferentes relacionados con el hecho de saber cuándo acudir a un psicólogo. Desde qué implica el hecho de ir (desmintiendo algunos mitos existentes vinculados al hecho de pedir ayuda profesional) hasta qué señales nos pueden indicar cuándo debemos pedir ayuda y cómo saber si debemos hacerlo inmediatamente.
¿Cuándo ir al Psicólogo para empezar terapia?
Muchas personas tienen resistencias ante el hecho de acudir a una consulta psicológica puesto que o tienen una idea alejada de la realidad o no saben qué esperar. Un psicólogo/a es un profesional de la salud mental cuyo objetivo es acompañar a las personas en sus procesos personales de forma confidencial y, sobre todo, libre de juicio.
Es habitual pensar que al psicólogo solo se va cuando nos pasa algo “realmente grave” o ya no vemos salida a la situación que estamos viviendo. De hecho, lamentablemente, hoy en día todavía hay algunas personas que creen que las consultas de psicología son únicamente para personas con trastornos mentales graves o personas “débiles”. Estos estigmas y prejuicios distan mucho de la realidad y, además, causan un grave impacto social.
La realidad no podría alejarse más de lo anteriormente descrito. Los profesionales de la psicología acompañan a las personas cuando sufren y sienten malestar de cualquier tipo. Una persona que sienta que no tiene recursos para hacer frente a la situación que vive puede acudir, por supuesto, pero una persona que “simplemente” quiera conocerse y comprenderse mejor, también.
De hecho, es altamente recomendable hacer un proceso terapéutico con el objetivo de profundizar en el propio autoconocimiento puesto que esto tiene un impacto en todas las áreas de la vida de la persona. Es crucial que la persona se informe del tipo de intervención que cada profesional ofrece para poder encontrar a aquel que más se ajuste a sus necesidades.
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Señales que sugieren que necesitas ir al psicólogo
De nuevo, es importante tener en mente que cada persona es un mundo y tiene sus circunstancias y necesidades concretas. A continuación se presentan diferentes categorías con algunos ejemplos en cada una de ellas para que puedas hacerte una idea Recuerda que esto son solo algunas de las muchísimas opciones y que son generales.
1. Autoconocimiento
Ya hemos comentado que empezar un proceso psicoterapéutico cuando sentimos que “todo va bien” puede ser altamente beneficioso. Habitualmente, en estas circunstancias se da una gran introspección que permite una mayor comprensión de la propia persona.
Esto aporta un profundo conocimiento sobre los propios pensamientos, las emociones sentidas y las conductas que se llevan a cabo. Sin duda, estos aspectos individuales impactan en la vida de la persona de diferentes formas.
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2. Dificultades individuales
A nivel individual, las consultas más frecuentes se suelen relacionar con la sintomatología ansiosa y/o depresiva y el estrés. Sin embargo, son muchas y muy diversas las situaciones que nos pueden indicar la necesidad de pedir ayuda. A continuación se mencionan únicamente algunas de ellas:
- Dificultad para regular las propias emociones.
- Alteraciones en el estado de ánimo.
- Dificultad para manejar el estrés.
- Baja autoestima e inseguridad.
- Pensamientos intrusivos o rumiantes.
- Problemas con el manejo del tiempo.
- Perfeccionismo y elevada autoexigencia.
- Alteración en el patrón del sueño y/o de la alimentación.
- Sintomatología o dolencias físicas sin motivo aparente.
- Crisis personal, de identidad o existencial.
- Sentimiento de soledad.
- Percepción de falta de recursos personales.
- Pérdida de interés por aquellas actividades que antes eran placenteras o agradables.
- Consumo de sustancias para paliar el malestar.
- Tu entorno más cercano está preocupado por tu bienestar.
3. Dificultades relacionales
A nivel relacional también pueden darse dificultades que generan un fuerte malestar en las personas. Se incluyen tanto vínculos sexo-afectivos como familiares, amistades y laborales. Las dificultades interpersonales pueden abordarse en terapia puesto que pueden llegar a tener un grave impacto en la salud física, emocional y mental de las personas.
La terapia puede ser una gran herramienta que permite comprender cómo nos relacionamos y vinculamos con los demás. Es interesante explorar aspectos como el apego para comprender mejor las dinámicas relacionales. Sin duda, trabajar aspectos como la comunicación es crucial.
4. Crisis de salud mental concretas
Es importante comprender que, a veces, hay ciertas circunstancias concretas que nos pueden llevar a pedir ayuda y no pasa nada. En este sentido, pueden ser eventos que están sucediendo en el presente (procesos de duelo, separaciones, problemas laborales, etc.) y que nos hacen sentir desbordados/as. Sin embargo, también es importante tener en cuenta que pueden abordarse situaciones traumáticas o significativas que se han vivido en la infancia o cualquier otro momento vital y que siguen teniendo un impacto en el presente.
¿Cuándo pedir ayuda de forma inmediata?
Es necesario tener en mente que hay ciertas circunstancias que requieren de una atención inmediata. En este sentido, es primordial pedir ayuda urgentemente cuando la salud física o mental de la persona está en riesgo. En ocasiones puede ser que, incluso, se requiera atención médica previa al inicio del proceso terapéutico. Algunas de estas situaciones son:
- Pensamientos recurrentes sobre la propia muerte, ideación suicida.
- Intentos de suicido o autolesiones.
- Agresiones a otras personas.
- Crisis emocional intensa.
- Crisis de pánico severas.
- Sensación de desconexión de la realidad o del propio cuerpo.
- Experiencias extracorpóreas (sentir que se está fuera del cuerpo).
- Sensación de que lo que estás viviendo no es real.
- Alucinaciones visuales, auditivas, etc.
- Comportamientos extremadamente impulsivos.
- Conductas que ponen en riesgo a la persona o a terceros conducción temeraria, comportamientos sexuales de alto riesgo).